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Uruguay ingresó en la era del espectáculo en el básquetbol

El estreno del Antel Arena colocó al deporte uruguayo en el primer mundo y aquellas noches en las que el helado Cilindro calaba los huesos pasaron a ser historia
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30 de noviembre de 2018 a las 05:02

El frío calaba los huesos y la inmensidad del Cilindro Municipal, que en 1956 fue construido para una feria internacional y en 1967 –en ocasión del VI Mundial de Básquetbol– se transformó hasta la primera década del siglo XXI en un estadio para ese deporte, devolvía una sensación extraña de orgullo y de nostalgia, porque la infraestructura deportiva en el mundo avanzaba por otros rumbos, y la uruguaya estaba anclada en el pasado. 

Dolía el frío, pero se disimulaba en la inmensidad de ese Cilindro que fue testigo de históricas jornadas. De los campeones juveniles de 1982, de los campeones sudamericanos de 1981 y 1995, en aquel partido en que las tribunas recibieron tanto público como nunca se había visto en la historia y donde Uruguay se consagró campeón sudamericano por última vez como local. 

El destino, por suerte pensando en dar un paso hacia el futuro, quiso que un incendio derrumbara la estructura y que la Intendencia no se preocupara más por gastar fortunas para emparchar un techo que cada poco tiempo generaba el mismo problema y exponía a Uruguay al ridículo de suspender un partido en un sudamericano porque se llovía la cancha. 

El incendio dejó a Uruguay sin estadio. La alternativa del Palacio Peñarol ofrecía las mismas limitaciones en infraestructura, aunque con otros problemas. También se llovía.

Este 29 de noviembre de 2018, el básquetbol uruguayo empezó a escribir una nueva era. Y el deporte ingresó en una órbita desconocida para la infraestructura deportiva local.

En el Antel Arena ya no hace aquel frío que calaba los huesos. La temperatura se regula con tecnología apropiada. Ni se suspenderá un partido porque se gotea el techo. Los espectadores ya no asisten con diarios para colocar en el helado cemento, ni almohadones cuando la modernidad permitió nuevos elementos para minimizar las consecuencias de ese frío que lastima las columnas castigadas por el paso de los años. 

Ahora el público no irá a ver un partido de básquetbol. Desde ahora los espectadores, como en el teatro o el cine, asistirán a un espectáculo de básquetbol. En esencia, el juego tendrá el mismo contenido de siempre, sin grandes estrellas mundiales, pero con el calor de un país que sabe disfrutar de sus mejores deportistas y clubes. 

La pantalla gigante que orienta al espectador y el entorno amigable que devuelve la infraestructura es como un mimo al hincha.

El destino quiso que Uruguay se estrenara con un entrenador de selección internacional, con un campeón olímpico, Ruben Magnano, y con un espectáculo ante Puerto Rico que quedará para la historia. 

Empezó una nueva era y de ahora en más ya no habrá que decir “voy a un partido de básquetbol”, sino, definitivamente asistirá a un espectáculo en un estadio con las prestaciones de cualquier arena de la NBA o de Europa.

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