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Windows 10, el sistema que importa más que el usuario

Carta del lector Hugo Napoli sobre Windows 10
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29 de marzo de 2021 a las 05:00

Por Hugo Napoli

Hacía tiempo que Microsoft no nos invitaba a comer un menú tan pesado y desabrido. La última vez que pagaron la cena fue al pasar de Windows XP a Vista. 

Reconozco que mi falta de experiencia en ese momento me hizo pensar que el moderno "Vista" no era un buen producto. Me levanté de la mesa, y me fui agradeciendo tener que hacer mejores cosas que deglutir ese plato. Había demasiados usuarios seducidos por efectos de transparencias y gadgets de estilo moderno, que rompían definitivamente con el modelo "Windows 95". Como técnico, en ese entonces, sentí que nada tenía que hacer allí.

Pero caí en la "trampa de Redmond"; la misma por la que los usuarios “cerrados” de Windows (aquellos que no conocen otra cosa que este sistema -y muchas veces ni siquiera en profundidad-, y se resisten con uñas y dientes a probar otros sistemas operativos, como si Microsoft los fuese a penalizar y como si eso importase) no progresan en el vasto mundo informático, sino en un terreno de comodidad, muy restringido, avaro, autoaplastante, vicioso y agresivo, donde cualquier cambio de base hace que se involucione hacia situaciones más cómodas, sin importar a qué precio se esté tomando esa "inconsciente" decisión. Tal es el caso de personas que aún utilizan versiones obsoletas de sistemas de Microsoft, porque "siguen funcionando bárbaro".

Muchos usuarios de Microsoft Office se resistieron también a evolucionar de la mano de esta suite de oficina: fue casi imposible tender una mano para que cruzaran a la vereda de Office 2007 desde Office 2003 o desde offices anteriores (como el 2000). ¡Ni hablemos de cambiar a Open Office (en ese entonces, no existía LibreOffice)!

En esa oportunidad, sí que la cena fue excelente. El plato sabía mucho mejor que antes, e incluso hasta mejor que el ofrecido en conjunto por los cocineros de StarOffice, Sun Microsystems y Oracle Corporation juntos, aunque valore personalmente la base y la enorme cantidad de documentación legada por estas agrupaciones para la elección de LibreOffice como seria alternativa al Office de Microsoft, hoy en día.

Los chicos de Gates sí que sabían lo que estaban haciendo (bien por la gente de Redmond, en este caso), aunque esta vez la mesa estaba llena de técnicos y casi sin usuarios. Supongo que Bill Gates, en el auge de Windows Vista y Office 2007, luciría algo así, salvo que un poco más joven (lo cual no viene al caso):

Volviendo al tema de los sistemas operativos, en ese entonces, me equivoqué, y lo admito.

Windows Vista era el mejor sistema operativo de Microsoft para algunos usuarios y ordenadores (esto es indivisible, porque el usuario estándar generalmente espera tener Windows en su ordenador, y su ordenador espera tener un sistema que le saque provecho sin consumir recursos de hardware innecesarios), más allá de la valoración que pueda hacerse sobre sistemas Linux.

Cuando pude comprender lo inacabado que era Windows XP en su arquitectura amd64 (64 bits), y la alarmante falta de compatibilidad del software de esa misma arquitectura con este sistema, fue que dejé de instalar Windows XP (en ambas arquitecturas, ix86 -32 bits- y amd64) y pasé a beneficiar a mis clientes, convenciéndolos (y convenciéndome sobre la marcha y en base a la experimentación y a la ávida lectura, además de a los más que satisfactorios testimonios de quienes en mí confiaron en ese momento) de comenzar a utilizar ambas opciones: MS Windows Vista (en la edición y la arquitectura correspondiente a su ordenador) y MS Office 2007, en lugar del obsolescente 2003. ¡Qué gran cambio, para el usuario con exclusividad en productos Microsoft!

Otro gran acierto de Microsoft: la creación de Windows 7

Ha sido un sistema sumamente estable. Si descartamos dos de los problemas endémicos que no permiten a Microsoft la producción “inmaculada” desde sus orígenes: 1) el deterioro -y la casi imposibilidad de reparación sin herramientas externas al sistema que está instalado- del cargador de arranque tras un problema eléctrico o de incorrecto apagado, y 2) el "encendido rápido", lo cual, concepto más o concepto menos, se reduce a la siguiente situación: "iniciar rápidamente a Windows, ocultando el/los los arranque/s del/de los otro/s sistema/s operativo/s existente/s, si lo/s hubiera".

Obviando este tipo de grave fallo y sin entrar en otros de igual magnitud, podemos decir que, después de Windows XP (un buen sistema operativo para su tiempo, por cierto), Windows 7 ha sido de lo mejor que ha producido esta empresa.

Con Windows 8 (y 8.1, el cual es una especie de "Service Pack para Windows 8), ya la presión sobre el usuario fue mucho más allá de un gran cambio en el entorno gráfico.

El menú "metro", que pretendió "compatibilizar" la "sensación de uso" de todos los "Windows" desde ese momento en adelante (para PC y para teléfonos), fue otro despropósito, ya que el sistema operativo para el gigante sordo (Nokia) fue un timo: ni siquiera Bill Gates lo utilizaba, prefiriendo Android, lo cual me parece más que acertado para cualquier persona sobre la faz de la tierra, con dos excepciones: Gates y Jobs.

Jobs sí fue un tipo consecuente con sus ideas. Produjo iPhones, junto con el gran Wozniak, y los utilizó. ¿Qué mejor propaganda y muestra de confianza para sus usuarios podría haber, que ver a su líder tecnológico utilizando los mismos aparatos que utilizan ellos?

Steve Wozniak y Steve Jobs, fundadores de Apple, cuando comenzaron la empresa.

Gates, sin embargo, les falló gravemente. Y lo peor (otra vez, la trampa de Redmond), gran cantidad de usuarios de "Windows" Phone (¿es Windows "eso"? ¿en serio?) seguían achatando, formateando y adaptando sus gustos a un teléfono que nunca estuvo a la altura del vertiginoso momento tecnológico que se vive desde que las ciencias de la computación tuvieron origen, y matando su curiosidad, buscando pequeños detalles entre una infinidad de yerros que les permitan defender su torpe postura (¿vergüenza, desconocimiento o necedad?): que “para lo que ellos necesitaban", el teléfono "estaba bien", olvidando momentáneamente que Android ofreció siempre miles de posibilidades gratuitas, infinitamente mejores en calidad y cantidad que el inacabado y advenedizo "Windows" Phone, que lo único que poseía de bueno era, justamente, algo en lo que no había contribuido en nada: su soporte de hardware -un teléfono de Nokia-.

Microsoft quería enviar a la cancha a algún jugador estrella, pero producido en sus propias canteras. Después de mucho probar centrodelanteros (el “nueve” desfiló por las prácticas y pese a que hubiera podido con el desafío, fue descartado), se quedaron con el “diez”.

El Lumia 920 de Nokia con Windows Phone 8

Salió a jugar con todas sus ganas. Generaba muchas expectativas. En sus primeros partidos contó con un público minoritario pero muy exigente, linuxero y “maquero”, y con otro mayoritario “windowsero” que alentaba al 10 y en él confiaba de manera fanática (evidentemente y como es en general en los cuadros grandes).

Y así fue que entonces -con falta de tino, previsión, escrúpulos y tacto-, el jugador “dios” comenzó a faltar a las prácticas, a ganar peso, a llegar tarde y a jugar de manera tosca y errática…

Así fue que llegaron las tan esperadas actualizaciones para Windows 10, las "downfall" creators updates… ¡pero con tantas actualizaciones como complicaciones!

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