Los colores de la camiseta de Brasil tienen su historia. Es conocida como la historia de la “maldita camiseta blanca”. Es que desde sus orígenes como selección mundial, en 1914, Brasil eligió el blanco como color de su uniforme. A excepción de 1916 y 1919, cuando la selección sudamericana vistió con camisetas amarillas a franjas verdes y negras, respectivamente.
Pero todo cambió a partir del Mundial de Brasil 1950. La inesperada victoria de Uruguay generó un trauma social y entre todos los cambios se produjo el del color de la camiseta.
Cómo serán las cosas que en el Mundial, en el estadio Maracaná quedaban fachadas sin pintar y se decidió que se pintaría de los colores del equipo campeón y todos esperaban el blanco radiante de Brasil.
Pero Uruguay arruinó la fiesta de los 200 mil brasileños que colmaron Maracaná. A partir de ahí Brasil cambió el color de su camiseta.
Los cambios luego de Maracaná
Se dejó de lado la camiseta blanca y se pasó a vestir de amarillo y verde hasta la actualidad.
Fue tal la tragedia del Maracanazo que un periódico de Río de Janeiro decidió convocar a un concurso nacional para cambiar de camiseta. La única condición que puso fue que el diseño debía poseer los cuatro colores de la bandera nacional de Brasil: amarillo, verde, azul y blanco. El ganador del concurso, Aldyr García Schlee, presentó un boceto donde un jugador vestía con camiseta amarilla, símbolo de las riquezas auríferas del país y bandas verdes, representando a la selva amazónica.
El pantalón ha variado entre azul, verde o blanco a lo largo del tiempo.
El trauma social que generó el triunfo uruguayo perdura hasta el día de hoy y se trasmite de generación en generación.
El fantasma de 1950, al margen de ser una pieza con tintes publicitarios, siempre aparece en estas instancias. A modo de ejemplo, el día que Uruguay le ganó a Italia, un diario tituló: “O fantasma sigue vivo”.
Asimismo, se optó por una camiseta azul de alternativa por Nuestra Señora Aparecida de Brasil. En realidad el azul se dio porque en la Copa del Mundo Suecia 1958, los suecos ya usaban el amarillo como color titular. Por tanto, hubo sorteo y lo ganaron los europeos, en este entendido, Brasil debió cambiar de casaca. ¿Otra vez el blanco? Ni en broma.
Dos días antes del partido, la delegación brasileña compró en un negocio de Estocolmo un juego de camisetas azules, el color de Nuestra Señora Aparecida, santa patrona de Brasil. Y como ganaron 5 a 2 la azul quedó para siempre como blusa de alternativa.
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