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25 de agosto 2024 - 5:00hs

¿Son lo mismo las emociones que los estados emocionales? ¿Cómo impactan en la salud? Te comparto junto con estas respuestas, tips prácticos.

Aunque las emociones y estados emocionales están relacionados, no son lo mismo. Para la neurociencias, las emociones son respuestas fisiológicas que permiten el equilibrio necesario para mantener la vida. Las emociones son pura energía, son en sí, procesos eléctricos y químicos que impactan a nivel interno del organismo. Son procesos de los que no somos conscientes y que conocemos a través de la tecnología, como escáneres y diversos aparatos modernos, que muestran lo que sucede dentro de cada uno de nosotros.

También implican procesos externos, esos cambios fisiológicos de los que si podemos ser conscientes. Las emociones se sienten en el cuerpo, por lo que es a través del cuerpo que nos damos cuenta de qué emoción estamos sintiendo. De allí que es tan importante el autoconocimiento. Cuanto más profundizamos en el proceso de conocernos, mejor podremos gestionar las propias emociones. ¿Qué implica la gestión emocional? Primero, identificar qué siento; luego, poner en palabras, es decir, nombrar la emoción. Reconocer el patrón de activación y desactivación de cada una, así como comprender el mensaje que esa emoción me está trayendo. Parece un proceso muy simple pero verdaderamente implica dedicación y esfuerzo. ¡Así como entrenamos el cuerpo físico, es necesario entrenar la mente para ser saludables y felices!

Las personas dominadas por sus emociones no son felices y en general, pasan la vida sufriendo. El malestar por la falta de gestión emocional enferma la mente y el cuerpo. En este punto es clave entender a qué nos referimos con estados emocionales. Las emociones son menos duraderas que los estados emocionales. Un estado emocional si bien no necesariamente tiene que ser permanente durante la vida, sí es un estado característico de un momento determinado, que puede durar días, semanas o incluso años.

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Ese estado emocional actúa como una especie de filtro. A través de los estados emocionales, tamizamos lo que nos sucede tanto a nivel interno como externo. Comprender cuál es estado emocional en el que vivimos es un aspecto esencial. Si el estado emocional es beneficioso, aportará bienestar y salud. Se trata de ser protagonistas y ocuparnos de conocerse uno mismo cada vez más. Es estar atentos a lo que “me sucede” cuando vivo en el modo del estado emocional en el que estoy. Para ello es recomendable hacernos preguntas como: ¿qué hago a partir de este estado emocional positivo para mí? ¿Cómo es mi vida estando en este estado? ¿Qué me aporta? Estas preguntas serán activadores que refuercen el estado que me hace bien y a la vez, enseña cómo volver a él.

Pero también sucede lo contrario, en ocasiones, ya sea por estímulos internos o externo, vivimos en un estado emocional que nos resta salud. ¿Qué pasa cuando el estado emocional genera malestar? De la misma manera, es necesario identificarlo y prestar atención a qué “me sucede” a partir del mismo. ¿Cómo veo la vida? ¿Cómo interpreto las acciones de los otros? ¿Cómo me veo a mí? ¿Cómo es mi vida a partir de este estado?

Los estados emocionales positivos, como estar alegres, esperanzados, ilusionados, motivados, etc., provocarán respuestas químicas internas que pone a nuestro organismo y mente en un saludable equilibrio. Se activarán las hormonas del bienestar como: la serotonina, las endorfinas, la dopamina y la oxitocina.

Los estados emocionales negativos como la ira, el enojo, y la tristeza, entre otros, no solo nos harán vivir en gris, sino que afectarán la salud física y mental. Estos estados sostenidos, activarán hormonas como el cortisol y el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal. ¡El cuerpo se inflama, la mente se nubla! Por eso es que estos estados predisponen a diversas enfermedades, como la depresión, el estrés, y enfermedades cardíacas y autoinmunes, entre muchas otras.

¿Qué tienen que ver los pensamientos en toda esta historia? ¡Todo! Nuestros pensamientos generan emociones, y estas, a su vez, influyen en nuestros pensamientos. Y es justo a través de los pensamientos que podemos generar cambios en nuestros estados emocionales. De esta manera, impactaremos positivamente en la propia salud, es decir en el cuerpo y la mente.

Los pensamientos son una puerta de entrada a la gestión emocional. Pero no es magia, como decíamos, implica involucramiento y entrenamiento, para lo cual, la decisión y la voluntad son claves. Es necesario cultivar hábitos saludables.

Es fácil iniciar este proceso cuando estamos en un estado emocional positivo, el verdadero desafío surge cuando estamos bajos de energía y nuestro ánimo no acompaña. No es tan simple y justamente cuando menos energía tenemos es cuando nos requiere mayor esfuerzo. A pesar de lo cual, con pequeños pasos, podemos ir hacia la transformación. Este es un buen momento para pedir ayuda en el propio entorno e incluso con profesionales de la salud, si fuera necesario.

Si bien los pensamientos no son mágicos, sí son generativos. Por lo que, si nos entrenamos para tener pensamientos positivos nos facilitarán estados emocionales positivos. A modo de ejemplo, si tengo un proyecto y mis pensamientos rondan los problemas y las dificultades, pienso que no tengo las capacidades, que no lo merezco o que no es posible, es probable que el resultado no sea siquiera cercano a lo que podría ser. Si pienso y creo que tengo las capacidades o puedo desarrollarlas, que lo merezco, que lo lograré, seguramente el compromiso y la implicación serán mucho mayor, así como los resultados mejores.

Entrenar nuestra mente para pensar en positivo y generar buenos estados emocionales requiere acciones concretas, y te comparto algunas:

• Al despertarte, decide qué harás para vivir el día como quieres y agradece por tres cosas que son importantes para ti.

• Durante el día, toma unos breves minutos para identificar tus pensamientos y tu estado emocional.

• Identifica los pensamientos negativos y sus consecuencias. Elige qué te sirve pensar para lograr lo que aspiras y sustitúyelos. Es probable que los tengas que repetir y hasta escribir.

• Al finalizar el día, observa tu día, valora tu estado emocional y tus pensamientos.

• Agradece por las tres mejores cosas que viviste ese día.

Repetir este proceso durante al menos una semana te permitirá evaluar su impacto. Una semana ya tendrá frutos pero no es suficiente para establecer hábitos, es importante continuar. ¡Es un buen comienzo!

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