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22 de junio 2024 - 5:00hs

Uruguay logró en esta semana un hito histórico, que merece conocerse y celebrar. Hemos exportado carne certificada libre de desmonte. Carne que le asegura al comprador que esa carne no viene de un monte nativo talado. El lector podría pensar que es casi una obviedad decir que Uruguay exporta carne libre de deforestación, si aquí los satélites pueden medir como el monte nativo crece. ¿Si aquí no se tala para plantar o para hacer ganadería como sí sucede en otras partes del mundo? Puede parecer como certificar que el agua es incolora.

Es que en esta era de la información, ya no basta con decir que algo contiene agua, hay que verificarlo, medirlo, certificarlo y chequear que el agua sea de una buena fuente. Y lo mismo irá pasando con cada producto. Es la era de la información y los códigos QR.

Ante esta exigencia de la Unión Europea, como ante otras anteriores suelen alzarse las voces que denuncian proteccionismo, barreras arancelarias, cuando no excusas para oponerse al libre comercio que alguien tan europeo como Adam Smith propuso.

Y ciertamente, la Unión Europea tiene aspectos de su política comercial cuestionables. Los cupos de importación son criticables y criticados con razón desde hace décadas, la negativa a aceptar carne ovina con hueso no tiene base científica y traba dolorosamente a un sector socialmente clave del Uruguay rural. Las negociaciones por el libre comercio se devoraron décadas de trabajo sin resultado.

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Cuánto mejor sería que se levantaran los aranceles extra cuota y se pudiese comercial libremente. Hay proteccionismo europeo y mucho por conversar, negociar y resolver.

Pero, así como está ese medio vaso vacío, no puede confundirse ese proteccionismo con la más que razonable decisión de los europeos de no comprar carne, ni soja, ni madera, ni nada que provenga de zonas deforestadas. En todo caso es proteccionismo del colapso de biodiversidad que atravesamos. Y bien sabemos que, desde las finanzas a los cultivos, cuanta menos diversidad, más riesgo. En todo caso es proteccionismo ante la creciente frecuencia de lluvias torrenciales. Pensemos que la deforestación es un serio agravante a las inundaciones y que, a pocos kilómetros de Uruguay, en Río Grande del Sur se atraviesa todavía hoy, desde hace ya muchas semanas una catástrofe sin precedentes.

Tal vez ellos se toman más en serio que nosotros lo que pasa en distintos lugares, y también muy cerca de aquí. Metsul informó este viernes sobre el drama de El Dorado do Sul, una población que seguramente soñaba con un futuro distinto.

Informa Metsul que “el agua volvió a inundar calles enteras en Eldorado do Sul. La inundación llegó a los barrios de Cidade Verde y Vila da Paz, provocando enojo e incertidumbre entre los habitantes del pequeño municipio de 40 mil habitantes devastado por las lluvias de mayo.

municipalidad estima que el 97% del área urbana y el 80% del área total del municipio quedaron sumergidos en la mayor catástrofe ambiental en la historia de Rio Grande do Sul.

En algunas de las calles de Eldorado todavía es posible ver, a más de 45 días de la inundación, montañas de escombros, autos arrastrados por las aguas abandonados en medio de la calle y hasta casas enteras de madera que fueron movidas por la fuerza. de la corriente. Indignada por esta situación, la ama de casa Inês da Silva, de 47 años, intentó limpiar la casa que nuevamente fue invadida por el agua. “A principios de semana vine aquí y me alegré de que ya no había agua frente a mi casa, pero ahora volvió a empezar”, lamentó.

De los 40.000 habitantes, más de 30.000 se vieron afectados por las inundaciones del mes pasado, que en algunos lugares alcanzaron el primer piso de las casas. Después de 28 días de inundaciones, la población intentaba limpiar sus viviendas para empezar de nuevo la vida, pero un nuevo aviso de advertencia pedía a las familias de las zonas más vulnerables que volvieran a abandonar sus hogares.”

Muchos aquí en Uruguay podrían ante esto encogerse de hombros y recurrir al “inundaciones siempre hubo”. Porque el mundo informado de lo que sucede ya no volverá a razonar así. Son demasiadas las cosas que están sucediendo y que no tienen antecedentes. Es inevitable recordar el agua salada en Montevideo cuando uno ve la sequía sin precedentes que tiene sitiada la Ciudad de México y arruinados a cientos de ganaderos de allá.

La deforestación es un drama continental y una amenaza letal al futuro de la ganadería. El decreto europeo intenta protegernos de eso o lo hace sin proponérselo. Deforestan ladrones de tierra que ponen ganado en la Nicaragua autoritaria y corrupta de Ortega. Duele ve el documental patrullaje donde muestra como áreas protegidas son invadidas los árboles talados y la población local desalojada por pandillas. Y más duele ver que eso termina en un frigorífico de amigos del dictador Ortega y ese producto también es carne vacuna latinoamericana para un consumidor del mundo.

Hay formas y formas de producir carne. Si no nos separamos de la carne proveniente de deforestación estamos amenazando gravemente el prestigio de nuestro producto más emblemático. De ese daño a la imagen de la carne de pastizales nativos bien cuidados, debemos protegernos. Por no hablar de la narco deforestación que es cada vez más terrible en el continente. Zonas enclave que los narcos multiplican, donde el ganado es la pantalla para el lavado, el acopio, y el escondite. A la vista de tantas situaciones, horrendas, es bastante lógico que un consumidor reflexione que productos, de cualquier tipo proveniente de zonas deforestadas no es aceptable.

Para muchos consumidores y cada vez más la idea de carne que fue producida sobre el cadáver de tucanes resulta profundamente desagradable. Habrá otros a los que no les interese, pero cabe suponer que serán cada vez menos y menos sensibles a la carne de calidad que producimos.

Nada de eso sucede en Uruguay y lo que parece un estorbo, es desde mi punto de vista una oportunidad de oro para el país. Nos piden justo lo que por acción o por omisión, ya hacemos. Tenemos legislación probatoria, tenemos datos que lo comprueban. Y tenemos al ganado caravaneado. ¡Bingo!

Es bueno recordar que en plena aftosa hubo quien se fastidió de que Europa nos exigiera trazabilidad en el rodeo para comprarnos carne, un primer salvavida cuando la ganadería y el país entero naufragaban por aquel terrible problema sanitario. Protegían a sus consumidores, pero también nos ponían la exigencia necesaria para que hoy nuestra ganadería sea la más confiable del mundo. Sin esa presión externa, probablemente nunca lo habríamos hecho.

Ahora con la suma de estos dos “proteccionismos” tenemos todo para proclamarnos a los cuatro vientos país completamente libre de deforestación.

Tal vez se trate de corregir algunas situaciones puntuales. En las islas del río Uruguay se comenta hay una situación de descontrol, en Florida estudiantes me han dicho que hay montes que se han reducido. Pero en el comparativo continental, junto a Costa Rica podemos destacarnos.

El productor ganadero, en lugar de enojarse, hará mejor en entender que cada consumidor tiene sus exigencias y que la alternativa es respetarlas o no vender. De eso se trata, de adaptarse a las necesidades del consumidor. Las faenas kosher y halal muy coincidentemente requieren que el ganado sea degollado, uno por uno, en un espectáculo que me han recomendado mejor no ver nunca. A quien esto le desagrade, no podrá vender. Pero eso no significa que los compradores israelíes o musulmanes sean “proteccionistas”. O en todo caso protegen sus milenarias creencias, pero no aplica el concepto a un proteccionismo económico.

Cabe pedir sí a Europa que haga las cosas tan confiables como simples le sea posible. Que la trazabilidad sea la herramienta para que los costos de cumplir con la nueva normativa. Que esa trazabilidad en la que nos embarcamos nos de el valioso fruto de la simplicidad y la confiabilidad que una y otra parte en el comercio precisa. Y que Uruguay aproveche para declararse a los cuatro puntos cardinales país libre de deforestación y aún con regeneración su monte nativo.

En un momento de récord de temperaturas en EEUU, China e India, con más de mil fieles musulmanes muertos de calor en La meca (más de 50º C), con Miami y el sur de China en graves inundaciones, los europeos están meramente protegiendo a sus nietos, porque no se precisa ser científico para darse cuenta que el planeta no tolera más tala de selvas.

Así como somos libres de aftosa y vacunamos para dar garantías adicionales , a partir de ahora será cada vez más fuerte y claro libres de deforestación y con capacidad en nuestra ganadería para dar garantías adicionales vía trazabilidad que nos hacen únicos.

Y que los consumidores, los mercados de bonos de carbono y de bonos de biodiversidad se enteren y entiendan que vale la pena premiarnos por ello.

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