La educación se asienta en acuerdos, contratos o pactos sociales que involucran a diversidad de instituciones y actores educativos, societales y políticos. Se insiste en que una educación en clave dialoguista puertas adentro y afuera de sus recintos, conversa y construye colectivamente con múltiples dependencias del Estado, la sociedad civil y el sector privado e involucrando activamente a las comunidades locales – lo que comúnmente se conoce como la conjunción de enfoques intersectoriales, interinstitucionales y comunitarios.
Más recientemente en el tiempo, los países en diferentes regiones del mundo, y los organismos internacionales –entre ellos la Unesco y la OEI– ponen el acento en que los acuerdos sociales en educación estén sustentados, por un lado, en enfoques intergeneracionales que interpelen visiones y prácticas adultocéntricas en educación, y, que, por otro lado, se reviertan los efectos regresivos de prejuicios y discriminaciones, asociadas a prácticas clasistas, racistas y de odio –enfoques conocidos como interseccionales.
Entendemos que un abordaje intergeneracional tiene que necesariamente anclarse en un conocimiento profundo de las nuevas generaciones que, a la vez de aportar luz sobre sus perfiles, permita calibrar distanciamientos y brechas que existen entre los mundos adulto y joven, en valores, mentalidades, preocupaciones y prácticas.
El análisis de generaciones se refiere en general a personas que han nacido en determinado período de tiempo – comúnmente en intervalos de 15 a 20 años –, que son marcados por acontecimientos de alto impacto en la sociedad en su conjunto y que podrían implicar, en algunos casos, un cambio de época. En particular, nos vamos a referir a la generación alfa que son los nacidos entre el 2010 y 2024.
El término generación alfa fue acuñado por el investigador social y el demógrafo australiano Mark McCrindle, que argumenta que el mismo “se ajusta a la nomenclatura científica de usar el alfabeto griego en lugar del latino y no tenía sentido volver a la A, después de todo son la primera generación nacida completamente en el siglo XXI y por lo tanto son el comienzo de algo nuevo, no un retorno a lo antiguo" (McCrindle, 2024).
La generación alfa coincide con el lanzamiento del primer iPad por parte de Apple, y el surgimiento de Instagram. Se trata de la generación más numerosa en la historia de la humanidad (más de 2 billones de personas) y la más empoderada tecnológicamente (Christopher Farrell, 2024). Se les conoce también como “screenagers” o “the wired generation” (Ziatdinov & Cilliers, 2021). En particular, los sistemas educativos se enfrentan al enorme desafío de conectar, educar y relacionarse con dicha generación (Rausch, Brown y Adams, 2004).
A efectos de abrigar una idea general de la generación alfa, nos parece útil tomar como punta de análisis nueve características identificadas por Zhun He Chew, experta senior en contenidos en ClassPoint – empresa en tecnologías educativas que desarrolla productos interactivos y soluciones. Se trata de una visión más bien optimista que brinda algunas pistas sobre cómo poder entender, empatizar y apuntalar a la generación alfa. Veamos cada una de estas nueve características.
En primer lugar, se les categoriza como nativos digitales en el entendido que, si bien no se trata de la primera generación digital, están expuestos crecientemente a múltiples oportunidades digitales de disímil calidad e impacto. Los dispositivos digitales no son percibidos solo como instrumentos para mejorar la calidad de vida sino esencialmente como norma y medio para interactuar con el mundo (Höfrová, Balidemaj & Small, 2024). En un mundo crecientemente permeado por la IA, es clave cultivar los aspectos humanos vinculados a la motivación, la identidad, la capacidad de acción y el propósito en los procesos de enseñanza liderados por los educadores (CCR, 2024).
Sucintamente mencionamos algunos puntos posibles de discusión en torno a la condición de nativos digitales:
- visualizar a la igualación de oportunidades en el acceso y usos de las tecnologías como condición insoslayable para efectivamente democratizar la educación, y que se enmarque en un estado garante del derecho a la conectividad gratuita en educación como bien común y política pública de largo aliento.
- reafirmar que las tecnologías median las relaciones con el mundo, y que se requiere de un rol estratégico y sostenido del estado en direccionar sus usos para fines educativos.
- repensar las interconexiones entre las áreas de conocimiento y disciplinas tomando en cuenta la transversalidad de las tecnologías educativas y la IA en el currículo y la pedagogía.
- calibrar los gradientes de usos o no de las tecnologías por grupos de edades con foco en apuntalar los aprendizajes fundacionales y socioemocionales evitando caer en usos sin filtros o en posturas prohibicionistas.
- estimular los aprendizajes interactivos, visuales y los micro aprendizajes en tiempos de atención muy acotados que es una característica de esta generación.
- evidenciar los impactos matizados de las tecnologías en las mejoras de la calidad y equidad de los aprendizajes, y que requieren de mediaciones pedagógicas y docentes potentes.
En segundo lugar, se entiende que se trata de una generación comprometida globalmente con la toma de conciencia en torno a desafíos de escala planetaria, y, asimismo, abraza la diversidad de culturas y afiliaciones como un fenómeno inherente a un mundo hiper conectado. Se trataría de una generación que entiende la necesidad de mirar y actuar más allá de las fronteras nacionales, con impronta inclusiva, y que no se haría eco de poner barreras o murallas a lo “foráneo” así como de rehusar protagonizar batallas culturales cimentadas en negar derechos, cancelar al diferente y prohibir temas en la formación de las nuevas generaciones.
Brevemente mencionamos algunas áreas de debate en torno a una generación comprometida con lo global:
- las dilemas políticos y programáticos entre una educación que aprecia y apuntala, o bien invisibiliza y niega la diversidad que puede expresarse, entre otras maneras, vinculadas a la persona, al género, a las culturas, a las afiliaciones, a las etnias y a los territorios.
- las tensiones y las sinergias entre los valores y las referencias que vertebran compromisos globales animados por la comprensión y la tolerancia, y los particularismos de sociedades, comunidades, contextos y afiliaciones.
- la pertinencia de una educación glolocal que asuma las interdependencias entre los humanos, y con la naturaleza, alternativamente a la globalización y a los localismos per se.
- la transversalidad de los temas atinentes a la sostenibilidad, cambio climático y biodiversidad en el currículo y la pedagogía, así como en las prácticas de enseñanza, aprendizaje y evaluación.
En tercer lugar, la generación alfa está fuertemente marcada por los desafíos y las situaciones generadas en torno a la salud mental que adquieren mayor visibilidad y comprensión a partir de calibrar los impactos del Covid-19 en los niveles de ansiedad, soledad y depresión de las y los alumnos, así como de las y los educadores. Esto ha llevado a que crecientemente se aluda a que el bienestar socioemocional sea visualizado como un eje transversal de formación desde las edades tempranas que está inextricablemente relacionado a las cogniciones.
Veamos algunas puntas de análisis en torno a una generación preocupada por la salud mental.
- la revalorización de las y los alumnos, y de las y los docentes como personas y de su bienestar y cuidado habida cuenta que en la era poscovid la ecuación interacciones cara a cara, y digitales cambió significativamente en favor de éstas últimas.
- la necesidad de abordar la ansiedad, el inmediatismo, y los desórdenes mentales que afecta el desarrollo de las competencias de alto nivel como el pensamiento crítico y solidario, y la cooperación.
- la jerarquización de las competencias socioemocionales en el currículo y la pedagogía, y en las relaciones entre educadores, alumnos y comunidades (empatía intergeneracional).
- profundizar en las relaciones entre conocimientos, razón, emociones y sentimientos mediadas por las tecnologías digitales.
- enseñar estrategias de salud mental, prevenir el agotamiento y fortalecer la resiliencia en un mundo permeado por cambios disruptivos.
En cuarto lugar, son vistos como inconformistas independientes que aprecian la autonomía personal y tomar sus propias decisiones. Parecería ser que es una generación menos receptiva y dócil para seguir lo establecido por el mundo adulto, y más orientada a sensibilidades y temas que no son necesariamente encasillables en los debates y las crispaciones ideológicas y políticas del mundo adulto.
Hacemos referencia a algunas aristas asociadas al supuesto inconformismo de la generación alfa.
- la jerarquización de la autonomía personal, de pensamiento y de acción que conecta con fortalecer la libertad y la autonomía curricular en las transformaciones educativas y curriculares.
- la desconfianza y el cuestionamiento a un mundo guionado por los adultos.
- la preocupación en torno a la falta de habilidades sociales asociada a la disminución de las interacciones cara a cara, y a crecientes relaciones humanas mediadas por la IA.
- la predisposición a crear contenidos y productos bajo diversos formatos y sobre una amplia gama de temas.
- la pertinencia de currículos más flexibles y personalizados, receptivos a diversidad de motivaciones e intereses, y que faciliten tiempos de aprendizaje independientes que promuevan la indagatoria sobre temas, actividades que impliquen manos a la obra y la colaboración con pares.
- la búsqueda de respuestas inmediatas a sus interrogantes lo cual plantea desafíos a las y los educadores sobre los tiempos y los contenidos de la retroalimentación.
En quinto lugar, se les considera emprendedores que se caracterizan por ser innovadores natos, que cocinan ideas y sueñan en grande. La creciente valorización del emprendedurismo y la creatividad por los sistemas educativos puede ser una ventana de oportunidades para conectar con esta generación y comprometerla con sus aprendizajes.
Sucintamente nos referimos a algunas de las implicancias asociadas a una generación marcada por el espíritu emprendedor y la creatividad.
- facilitar el desarrollo de competencias interpersonales, sociales y ciudadanas que preparen a las y los alumnos para afrontar desafíos profesionales y laborales disruptivos.
- jerarquizar a las y los alumnos como coagentes y cocreadores, juntamente con las y los educadores, en el currículo - para qué y en qué educar y aprender, y la pedagogía - cómo hacerlo.
- ayudar a gerenciar e implementar sus propias ideas.
- el fortalecimiento de la creatividad está inequívocamente asociada al desarrollo del pensamiento autónomo, solidario, futurista y transformacional.
En sexto lugar, se les entiende como movidos emocionalmente e influenciados por los discursos motivacionales, la gamificación y los contenidos interactivos. Ciertamente las formas de expresarse y comunicarse de esta generación interpelan a los sistemas educativos en la intención de separar las emociones de las cogniciones, de transmitir contenidos más que de interactuar y de no visualizar al juego como consustancial a enseñar y aprender.
Brevemente mencionamos algunas de las implicancias de una generación con alta carga emocional.
- reconocer la naturaleza emocional de las cogniciones y la naturaleza cognitiva de las emociones.
- apuntalar la modulación de las emociones, así como la prevención y protección frente a su manipulación.
- formar en la complementariedad entre la emoción y la razón.
- fortalecer los aprendizajes basados en juegos - Edutainment - que implica la combinación de educación y entretenimiento sustentada en una educación personalizada (Rusman et al., 2019).
En séptimo lugar, se trata de una generación empapada de datos cuya abundancia moldea la comprensión del mundo desde edades tempranas. En gran medida el dato adquiere vuelo propio, y desafía a los sistemas educativos en su capacidad de entender cómo los mismos conforman las opiniones.
Identificamos algunas puntas de discusión en torno a una generación altamente permeada por los datos.
- hurgar en las complejas relaciones entre datos, información, conocimientos, verdades y realidades objetivables.
- profundizar en la capacidad de procesar y transformar datos en información relevante a efectos de fortalecer el pensamiento autónomo fundado en evidencia.
- fortalecer el rol clave del educador en orientar a las y los alumnos en navegar con sentido en los usos de la información.
- indagar sobre el dudoso presupuesto que quieren estar siempre conectados, así como promover prácticas de desintoxicación digital.
- avanzar hacia modos híbridos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.
En octavo lugar, se visualiza a esta generación como ágiles camaleones dada su gran adaptabilidad a un mundo permeado por cambios disruptivos que afectan sus vidas individuales y colectivas. Esta predisposición contrastaría con una educación que le cuesta asumir los cambios como ventanas de oportunidades para impulsar más y mejores aprendizajes.
Identificaciones algunas aristas de la discusión en torno a una generación que asume el cambio como un atributo existencial de vida.
- estimular a las y los alumnos a aprender haciendo uso de plataformas y recursos digitales sin umbrales ni fronteras.
- visualizar a las tecnologías como facilitadoras del acceso a diversidad de culturas, lenguas, perspectivas y conocimientos.
- promover la agilidad de pensamiento de las y los alumnos, y potenciar su libertad de elección.
En noveno lugar, se arguye que la generación alfa combina atributos fundamentales de las generaciones anteriores: el espíritu independiente de X (nacidos entre 1969 y 1980), la fluidez digital y espíritu emprendedor de Y (nacidos entre 1981 y 1996) y la mentalidad de conciencia social de Z (nacidos entre 1997 y 2009).
Se plantean algunas líneas posibles de discusión que podrían informar una visión intergeneracional.
- formar en las conexiones identitarias, culturales y sociales entre generaciones sin perder de vista la especificidad de la generación alfa de puente hacia un nuevo modus civilizatorio.
- evitar etiquetar a la generación alfa por la sola referencia a la ubiquidad de las tecnologías sino más bien entenderla en la intersección de múltiples desafíos globales y locales, y de sus incertidumbres sobre el futuro.
- calibrar los efectos que sobre esta generación tiene el Covid-19, la IA, la globalización, así como la relocalización de las culturas, y la volatilidad política, económica y social.
- asumir que es una generación comprometida, impactada y confundida por los debates y las crispaciones en torno a las identidades de las personas y comunidades.
En resumidas cuentas, el perfil de la generación alfa, aterrizado en cada comunidad y contexto, es un insumo fundamental para que los sistemas educativos se pregunten sobre si están abiertos a repensar categorías de pensamiento, estrategias e instrumentos para conectar con las motivaciones, compromisos y aspiraciones, así como con sus maneras de ser, pensar, sentir y hacer de las nuevas generaciones. No se trata solo de involucrarlos a través de renovados contenidos y metodologías sino de establecer un marco común de entendimiento intergeneracional sobre los para qué y en qué educar y aprender, y de cómo efectivizarlo.