Politólogo, autor, profesor en Columbia SIPA, presidente de Eurasiagroup y Gzeromedia
A pesar de la ráfaga de actividad diplomática de las últimas semanas, las probabilidades de un alto el fuego siguen siendo escasas. No en las próximas semanas, y probablemente tampoco por muchos meses.
Es un momento emocionante. Pero aunque el panorama a corto plazo parece sólido, Estados Unidos está cambiando sistemáticamente sus ventajas estratégicas a largo plazo por ganancias tácticas, y los costos se están acumulando de una manera que no se hará evidente hasta que sea demasiado tarde para cambiar de rumbo.
Sébastien Lecornu renunció después de tan solo 27 días como primer ministro de Francia, con lo que tuvo el mandato más corto en la historia de la Quinta República. Su gobierno colapsó antes de siquiera ser investido, en medio de las diferencias sobre el presupuesto 2026.
En el mundo actual de G-Cero, donde ningún país está dispuesto ni es capaz de establecer reglas globales y Estados Unidos es visto cada vez más no solo como impredecible, sino también como poco fiable, la importancia de tener opciones ha aumentado considerablemente.
Hoy en día los algoritmos cada vez más inteligentes aprenden a predecir -y dar forma- a cada una de nuestras elecciones, habilitando formas de vigilancia y control centralizado sin precedentes.
La retórica del presidente de Taiwán, William Lai, contra China se ha vuelto más confrontativa en los últimos meses. Pero aunque Xi Jinping no dejará pasas las provocaciones, se espera que en el corto plazo no ocurra una invasión a gran escala de la isla autogobernada.
Usando drones producidos localmente por menos que el costo de un iPhone, Ucrania derribó bombarderos estratégicos que valen más de 100 millones de dólares cada uno. Con un retorno de inversión de 300.000 a 1, este es el tipo de operación asimétrica que puede cambiar las reglas de la guerra moderna.
Los negociadores de EEUU e Irán se reúnen en Omán para buscar un acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán. Aunque las partes siguen alejadas, por primera vez en años hay razones para el optimismo.
La globalización contribuyó a convertir a Estados Unidos en la nación más próspera de la historia. Pero muchos estadounidenses no lo creían así y, en consecuencia, votaron por "liberarse" de ella el pasado noviembre. Donald Trump ahora les está cumpliendo, y las consecuencias resonarán en todo el mundo.