"Si lo miramos por el lado positivo, como me gusta mirarlo, implica que el sector ha encontrado en la banca, y en el Banco República especialmente, al socio necesario para apoyar su expansión o ser soporte en tiempos complejos como los que le ha tocado enfrentar”, expresó.
Más del 40% del total de créditos del agro son con el BROU, unos US$ 1.500 millones. Pero el aumento de la deuda no se traduce en mayor morosidad.
Desde setiembre de 2021 el cumplimiento se ha mantenido por encima del 98% en todos los meses, luego de un período de seis años donde el promedio se situaba entre 94% y 95%.
La morosidad en el último mes se mantuvo estable en el entorno de 1,15%, similar a la de hace 12 meses, aunque alcanzó un pico de 1,85% a 2% entre agosto y noviembre del año pasado.
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Crédito al sector agropecuario.
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La espalda del ejercicio 2021/2022
En el sector agrícola específicamente la sequía se hizo sentir. La morosidad llegó a alcanzar el 4% en marzo, un pico desde 2021. Para mayo, una vez concretada la cosecha se redujo a casi la mitad, 2,2% de acuerdo a las cifras del Banco Central para todo el sistema bancario.
Ferrer destacó que el “leve deterioro” desde 2022 era esperable, aunque no ha habido “impactos negativos relevantes” teniendo en cuenta “los efectos climáticos tan adversos que ha tenido que enfrentar el sector”.
Estos efectos de la sequía en 2023 se registraron “después de lo que quizás haya sido el mejor año para el sector, como lo fue el ejercicio agrícola finalizado en junio 2022, con lo que las dificultades se enfrentaron partiendo de una situación financiera en general consolidada”.
En el sector agrícola impactó la deficitaria campaña de verano 2022/23 pero las condiciones para los cultivos de invierno fueron en general buenas. Si bien se alcanzaron récords de rendimiento y volumen de producción en trigo, los márgenes limitados por los precios bajos no permitieron que el sistema achicara la deuda en forma significativa, pero se mantuvo la morosidad en niveles correctos.
Respecto a la producción ganadera, el presidente del BROU subrayó que ha tenido una buena expansión del nivel de crédito, acompañada de “un buen crecimiento del sector”. El monto saltó de US$ 800 millones a casi US$ 1.100 millones en los últimos dos años.
Ferrer valoró que “se ha venido invirtiendo no solo en capital de trabajo, sino también en infraestructura para el sector, y para ello se ha contado con soluciones financieras adecuadas, es decir financiamiento a largo plazo y en condiciones de tasas que en su momento fueron muy atractivas, y hoy siguen siendo razonables”.
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Crédito al sector agropecuario.
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Crédito al sector agropecuario.
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Tasas más altas
Tal como pasó en buena parte del mundo y especialmente en el área dólar tras las decisiones de la Reserva Federal, las tasas actuales son más altas que en el pasado. Por lo tanto cabe suponer un doble efecto sobre las obligaciones por servicios de deuda.
Por otra parte, tanto en el sector agrícola como en el ganadero hay deudas no ligadas al sistema bancario de las que no hay estadísticas y que se supone arbitran con las tasas bancarias.
Las tasas en dólares se mantuvieron por debajo del 4% hasta junio de 2022, cuando comenzó una tendencia al alza que llevó a subas mensuales hasta un promedio de 6,2% durante los primeros cinco meses de 2024.
Parte del incremento del endeudamiento ganadero “se originó en estos últimos tiempos de la mano de la necesidad de soporte financiero para enfrentar una sequía de tres años consecutivos, y sus respectivos incrementos de costos asociados”.
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Crédito al sector agropecuario.
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También subió el endeudamiento en la lechería
En el sector lechería, las cifras del BCU muestran una baja del endeudamiento industrial del 26% en los últimos 12 meses, mientras que los créditos contraídos por productores se incrementaron y el pasivo del sector pasó de US$ 168 millones en mayo de 2022 a US$ 205 millones un año después y US$ 216 millones en el mismo mes de este año.
El dirigente gremial Justino Zavala explicó que al hacer referencia a estos datos, desde Conaprole le aseguran al sector productivo que la deuda no ha variado en el último año y que en las cifras del BCU no se contemplan ciertos créditos como ConAhorro.
A su vez, como en los otros sectores, parte de la deuda de los tamberos no se ve reflejada en las estadísticas del Banco Central: créditos con proveedores y contratistas que según Zavala “es un monto difícil de cuantificar” y que “presiona la cadena de pagos”.
Según el Instituto Nacional de la Leche (Inale), dijo Zavala, “estamos hablando de US$ 240 millones, US$ 66 millones más que hace dos años, y eso es un aumento de un 38% y de US$ 2,75 millones mensuales de aumento de pasivo de los tambos, muy ligado a la sequía y que ahora se está agravando”. Con el exceso hídrico y la caída de la remisión de leche a la industria en los últimos tres meses “si el pasivo no crece, tampoco se va a achicar”.
La morosidad “es baja”, consideró. Hace dos años estaba entre 1,8% y 2%. Este año alcanzó el 3,9% en marzo y para mayo la proporción de crédito vencido bajó a 2,7%.
“El sector cumple sus obligaciones razonablemente bien”, indicó el directivo de la Agremiación de Tamberos de Canelones, si bien “es momento de atender la situación”.
Potencial de mayor crédito
El titular del BROU, Salvador Ferrer, considera que es necesario monitorear la morosidad pero los índices de incumplimiento “no son preocupantes” respecto de los activos del sector agropecuario.
Ferrer no tiene dudas de que “existe potencial para mayor endeudamiento” en todos los sectores económicos, “puesto que cuando comparamos ratios de deuda a PBI contra países de similar nivel de desarrollo económico surge claramente que existe una oportunidad de apalancar el desarrollo en base a mayor financiamiento”.
Uruguay, dijo, “ha oscilado históricamente en niveles del 25% al 30% en que estamos actualmente, en esta relación de deuda a producto”, la mitad respecto a países con economías comparables.
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Crédito al sector agropecuario.
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