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25 de enero 2025 - 8:34hs

La plusvalía

Por Luis Romero Álvarez (fms.com.uy), especial para El Observador

La plusvalía es un concepto marxista que refiere al valor agregado por el trabajador al producto elaborado por su trabajo. En ese razonamiento, si un trabajador gana 100 y genera una venta de bienes por 1.000 parte de esa diferencia es la plusvalía de su trabajo que otro (el empresario) se “apropia”. De ese concepto económicamente equivocado surge la idea del “derecho” del trabajador a reclamar más y, en caso de no conseguir satisfacción, sentirse “explotado”.

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El razonamiento suena atractivo y justo para quienes no saben nada de economía, y quienes lo aplicaron a rajatabla –aún a punta de bayoneta como en la Rusia de Stalin o en la China de Mao– tuvieron que aprender una dura lección económica.

Porque la economía sencillamente no funciona así. Opera en base a la ley de oferta y demanda desde la noche de los tiempos, ley que tiene la fuerza de la ley de gravedad.

Esta ley conduce una melodía que conjuga tres notas: precio, cantidad y calidad.

Para ejemplificar cómo opera la ley de oferta y demanda veamos un caso real: los zapatos de cuero de Rusia eran famosos por su calidad. El cuero de Rusia bien tratado en sus curtiembres permitía que esos zapatos durarán toda la vida. Cuando llegó la Revolución de Octubre de 1917 el marxismo nacionalizó todo y quiso manejar el mercado según planes centralizados por el gobierno. Se fijaron precios (bajos) para los zapatos, con el objetivo de expandir su uso por parte de la población. O sea, se fijó artificialmente el precio por fuera del mercado. La ley de oferta y demanda de inmediato buscó un nuevo equilibrio: desaparecieron a ese precio los zapatos conocidos por su tradicional calidad, aparecieron esos zapatos en el mercado negro al doble de precio y se cumplieron las metas de producción de pares pero de zapatos de cartón que duraban meses en vez de décadas. Se fijó el precio pero el mercado ajustó por cantidad y calidad.

Con el trabajo pasa igual que con los zapatos… el mercado ajusta siempre y en la ley de oferta y demanda la plusvalía no tiene lugar.

Trabajo y salarios

Si queremos, como queremos todos, que en Uruguay haya más trabajo con mejores salarios, debemos lograr que aumente la demanda de trabajo.

Para eso se precisa más inversión, que vendrá si hay buena productividad y buena rentabilidad para esa inversión. Así ha funcionado y muy bien en los países que han tenido brillante éxito económico (justo aquellos donde Marx pronosticó erróneamente la ruina de los trabajadores que los llevaría a la revolución), hacia donde van los trabajadores de acá, cansados de reclamar en vano por el falso concepto de la plusvalía.

Si los trabajadores ganan 100 en una industria que vende a 1.000, pero hay cola de trabajadores esperando para hacer ese trabajo por 90, es que hay baja demanda de trabajo o existe una situación macroeconómica que por altos costos, impuestos, baja productividad de factores, altas tasas de interés, exceso de trámites y regulaciones, etcétera, hace que esa industria pagando 100 y vendiendo a 1.000 sea escasamente o no rentable y no tenga incentivos en invertir más en equipos y capital humano para mejorar, por ejemplo, la productividad del trabajo.

Eso no se arregla reclamando plusvalía y presionando a los empresarios para que paguen más ahora por las buenas o por las malas; actuar así no es parte de la solución sino parte del problema.

Este tema está candente, porque en la actualidad se están dando muestras del avance de acciones que estriban en esta idea errónea de la plusvalía.

Frigoríficos y Conaprole

El caso de la FOICA y sus paros es uno: ese sindicato cree en la plusvalía, reclama más sueldo y menos trabajo. Hay otro sindicato de la carne, SOFRI, que cree en la productividad y trabajar en acuerdo con la empresa y no en contra de la empresa. Para un mismo puesto un operario de FOICA gana $ 70.000 y uno que trabaja a productividad en SOFRI logra $ 160.000.

Pero claro, el de SOFRI se esfuerza, trabaja más y rinde más, sin preocuparse de ideologías antiguas ni de plusvalías.

En el sector lácteo, el futuro ministro de trabajo comentó en el sindicato de la industria láctea que había menos trabajadores pero se producía más que antes, a ver a dónde iba esa ganancia (o sea, preguntó: ¿qué pasa con la plusvalía?).

El dirigente gremial Justino Zavala le contestó con altura y con razón: hace 10 años que la producción está estancada y hay menos puestos porque la leche se destina al producto más básico, leche en polvo. Pero es cierto que hay 1.000 tamberos menos y la mayoría de los que quedan y trabajan sin aflojar sea de madrugada, con lluvia, helada o feriados recibe menos que el sueldo de un empleado del montón de Conaprole, cooperativa que tiene sus balances a la vista de todo el mundo y paga de los mejores sueldos del país. O sea… ¿los trabajadores en los tambos no importan nada, pero los trabajadores industriales sí? ¿Qué tiene que ver la plusvalía en la lechería? Conaprole se “apropia” de la plusvalía de sus trabajadores? ¿En serio esta será la visión del futuro ministerio de trabajo para conducir las negociaciones colectivas?

En realidad, entre esa manera equivocada de pensar y actuar de algunos sindicatos y el marco macroeconómico que tenemos que nos da un país caro con baja productividad del trabajo se está empujando a la producción nacional hacia la mala dirección: en vez de agregar valor y vender más trabajo uruguayo en el exterior a buen precio avanzamos en la dirección de transformar al Uruguay en una gran estancia con 50.000 peones.

Exportamos la soja en grano, los troncos sin siquiera descortezar, la leche en polvo, la carne con hueso o aún el ganado en pie y suma y sigue. ¿Eso es lo que quieren los trabajadores pensando en la plusvalía? Por ahí no van los tiros.

También es preocupante que una institución de arbitraje como el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social sea conducido bajo la guía de discutir el errado concepto de la plusvalía.

Por el bien de los trabajadores y del Uruguay entero debemos hacer lo que han hecho los países exitosos, donde sus trabajadores progresan mucho y rápido: dar un marco macroeconómico serio, estable y competitivo, ayudar a las empresas a competir con costos sensatos (a todas las empresas, no solo a las gigantes con zona franca propia), trámites livianos, impuestos razonables y buenos servicios públicos, mejorar el capital humano con buena educación para los trabajadores , abrir mercados externos diversificados sin aranceles agobiantes, costos de la energía baratos, buena logística de carreteras, puertos y aeropuertos, buenas comunicaciones y conectividad.

Así llegarán inversiones en todos los sectores, aumentará fuerte la demanda de trabajo de calidad a niveles de salario real crecientes en forma sostenible (no por un rato por el prepo de una negociación pesada que termina con la empresa cerrada o reduciendo puestos como vemos a cada rato, o produciendo lo que precisa menos personal como la leche en polvo).

Si la plusvalía domina la escena laboral en el gobierno entrante, estamos liquidados.

Presidente Orsi, ministro Oddone, les toca marcar la cancha de una, ¡por favor!

Temas:

La Tribuna del Agro plusvalía Luis Romero Álvarez frigoríficos

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