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27 de noviembre 2025 - 12:03hs

Para la temporada final de Stranger Things, millones de fans se sumergirán por última vez en el "Mundo del Revés" (Upside Down) para presenciar un enfrentamiento épico contra Vecna, quien amenaza la ciudad de Hawkins y al mundo entero.

Pero ¿qué despierta nuestra fascinación colectiva por este universo oscuro y lleno de terror?

La respuesta reside en principios psicológicos y filosóficos que explican por qué nos atrae no solo el entretenimiento, sino también la información. Comprender por qué millones de personas se sumergen voluntariamente en el aterrador mundo del "Mundo del Revés" revela profundas verdades sobre la naturaleza humana y nuestra relación con el miedo.

Desde historias de fantasmas hasta documentales sobre crímenes reales, nuestra obsesión por lo macabro proviene de un sesgo hacia la negatividad: la tendencia a reaccionar con mayor intensidad a la información negativa que al contenido positivo o neutral.

Este sesgo hacia la negatividad evolucionó como un sistema de alerta: nuestra respuesta de lucha o huida ante las amenazas. Hoy, como ya no nos enfrentamos a tigres dientes de sable, esta alerta se ha transformado en un impulso de búsqueda de emociones fuertes para acceder a contenido aterrador por su intensa excitación.

Esto explica por qué los espectadores se sienten a la vez asustados y cautivados por escenas como los traumáticos flashbacks de Once (Millie Bobby Brown) o los salvajes ataques del Demogorgon.

Mural de Stranger Things durante el evento para fans de la serie en Los Ángeles. Los 5 protagonistas aparecen sobre un fondo rojo
Getty Images
La serie sigue a un grupo de amigos adolescentes en Hawkins, Indiana, que se ven envueltos en eventos sobrenaturales.

Nuestros cerebros están programados para responder al peligro, incluso en escenarios imaginarios. Las investigaciones sobre la psicología del terror muestran que quienes buscan estimulación tratan de encontrar activamente estímulos negativos para aumentar su excitación.

Por otro lado, estudios transculturales sobre la curiosidad por temas morbosos revelan que esta atracción se manifiesta en diversas culturas humanas y se basa en mecanismos psicológicos estables, más que en mecanismos culturales específicos.

"Stranger Things" explota con maestría las cuatro dimensiones de nuestra curiosidad mórbida: explorar villanos (como Vecna ​​y el Dr. Brenner), presenciar violencia (de las criaturas del Revés), experimentar horror corporal (a través de las infecciones del Azotamentes) y enfrentar amenazas paranormales (las que acechan a Hawkins).

Sistema de recompensa

Esta profunda interacción explica el enorme atractivo global de la serie.

Investigaciones de neuroimagen que emplean herramientas de escaneo cerebral como la resonancia magnética funcional (RMf), que rastrean el flujo sanguíneo y la actividad neuronal en tiempo real, indican que ver contenido perturbador activa el sistema de recompensa del cerebro.

Esta respuesta neurológica explica por qué la serie resulta a la vez aterradora y profundamente satisfactoria: nuestros sistemas de recompensa refuerzan los beneficios psicológicos de enfrentar el miedo a través de mecanismos ficticios, permitiéndonos practicar la resiliencia emocional y la evaluación de amenazas sin consecuencias reales.

Todo el plantel de Strager Things en el cine donde se estrenó la quinta temporada.
Getty Images
Desde su estreno en 2016, Stranger Things se consolidó como un fenómeno cultural global.

Un aspecto popular de Stranger Things es su ambientación: los Estados Unidos de los años 80. Esta elección añade una resonancia psicológica más profunda a lo que el filósofo francés Jacques Derriera denominó "hauntología".

La hauntología sugiere que todos estamos "atormentados" por dos fantasmas. El primero es un retorno al pasado social, esa idea de que antes todo era mejor.

El segundo fantasma representa el anhelo de un futuro que promete redención y la creencia de que un cambio significativo sigue siendo posible.

Presencia y ausencia

Estos dos fantasmas crean una situación entre la presencia y la ausencia, donde los rastros persistentes de pasados ​​sin resolver continúan acechando y moldeando el presente.

La ambientación de "Stranger Things" en los años 80 sirve como un regreso deliberado a una época idealizada, donde los problemas sociales, económicos y culturales no resueltos del pasado acechan el presente.

Los actores de la serie se toman un selfie todos juntos durante la presentación oficial de la quinta temporada
Getty Images
Stranger Things llegará a su fin con la quinta temporada, en un final por partes.

El pueblo de Hawkins, donde se ambienta la serie, se presenta como un pueblo idealizado con valores tradicionales y estabilidad económica. Pero bajo esta fachada, la serie desmantela sistemáticamente el mito de la inocencia estadounidense de los años 80 al revelar el trauma psicológico inherente a la vida suburbana perfecta.

Por ejemplo, el "Mundo del Revés" (una dimensión alternativa oscura y decadente que refleja la nuestra) funciona como una manifestación psicológica de lo que el psicólogo Carl Jung denominó la "sombra": esos aspectos reprimidos de la conciencia individual y colectiva que la sociedad se niega a reconocer.

El Laboratorio Hawkins, que opera en secreto bajo la superficie del pueblo, representa el lado oscuro del progreso científico estadounidense durante la Guerra Fría, donde los niños se convierten en sujetos de investigaciones científicas.

El abuso sistemático de Once a manos del Doctor Brenner (interpretado por el actor Matthew Modine) expone cómo la autoridad institucional puede perpetrar traumas intergeneracionales mientras mantiene fachadas de cuidado benévolo.

Stand de Stranger Things de Netflix en la Gamescom 2023 con una furgoneta blanca con el nombre de Hawkins.
Getty Images
La serie es conocida por sus referencias a la cultura popular de los años 80, como películas, música y moda.

En definitiva, "Stranger Things" es tan adictivo porque explora múltiples capas psicológicas a la vez.

El ingenioso uso que hace la serie de nuestra negatividad natural y la curiosidad por lo morboso mantiene a los espectadores enganchados emocionalmente desde el principio, mientras que su marco hauntológico añade una resonancia más profunda al animarnos a afrontar los traumas ocultos tras nuestras historias culturales favoritas.

Esta combinación -donde las señales de recompensa de nuestro cerebro se encuentran con la reflexión genuina- ayuda a explicar por qué tantos de nosotros volvemos una y otra vez al misterioso mundo de Hawkins.

Se convierte casi en una forma de terapia compartida, permitiéndonos superar los miedos a la traición institucional, las heridas de la infancia y las rupturas sociales a través de historias sobrenaturales que nos hacen sentir seguros.

De esta manera, "Stranger Things" demuestra que nuestro amor por el terror ficticio tiene un propósito real: nos permite practicar la resiliencia a la vez que criticamos los mismos sistemas que generan nuestras ansiedades cotidianas.

La perdurable popularidad de la serie sugiere que los espectadores captan instintivamente esta doble función, buscando no solo entretenimiento, sino también significado en un mundo donde la frontera entre monstruos y horrores sociales se ha vuelto sorprendentemente difusa.

*Edward White es candidato a doctorado en Psicología por la Universidad de Kingston.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

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FUENTE: BBC

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