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14 de agosto 2024 - 5:00hs

La aceleración del cambio tecnológico, la renovación de los vínculos entre espacio y tiempo y su reestructuración, son las principales condiciones que pueden llevar a que las personas aspiren a teletrabajar. Sociólogas expertas en el mundo del trabajo se encargan de estudiar este fenómeno que creció durante la pandemia por covid-19, aunque se venía gestando desde antes.

La instalación del teletrabajo en el Uruguay: justificaciones, críticas y demandas de reconocimiento” se titula el proyecto de las doctoras en Sociología María Julia Acosta y Mariela Quiñones que fue financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República. Con el fin de diagnosticar y analizar este proceso, Acosta y Quiñones hicieron análisis cuantitativos de base de datos y entrevistaron a referentes de recursos humanos, trabajadores y representantes sindicales para conocer las justificaciones que “lo respaldan como una forma válida de trabajo”.

El proyecto da cuenta de “un cambio de paradigma en el trabajo” y explica cómo esta nueva modalidad “resignificó” la realidad de muchas personas. El relevamiento, según la investigación, tuvo como referencia “las tres principales dimensiones que dan identidad a la definición de teletrabajo”, es decir, el uso de tecnologías, el espacio y el tiempo.

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Los especialistas detectaron que para muchas personas el teletrabajo es “una estrategia de acción válida para afrontar los retos que plantea la aceleración tecnológica y el cambio social subyacente”. De esta forma se tiene presente la aparición de nuevas tecnologías y la exigencia de los trabajadores para aprender a usarlas. Las sociólogas explican el concepto de “aceleración” como el aumento significativo de la cantidad de información que el trabajador tiene que producir, recibir e intercambiar, además de la velocidad con la que tiene que hacerlo.

Regulación de la práctica

En Uruguay el teletrabajo no contaba con el respaldo legal, que llegó en la pandemia: en agosto de 2021 se aprobó la ley Nº19.978, que promueve y regula el teletrabajo en el sector privado. “Esto representa un quiebre histórico en la forma de organizar el trabajo en el país”, expone la investigación. Allí se abordan dos aspectos clave para la gestión de esta modalidad de trabajo: por un lado, los mecanismos de coordinación y control del trabajo; por otro, la gestión de la emergencia de conflictos, producto de la diferenciación entre teletrabajadores y trabajadores presenciales.

Entre los cambios registrados, para coordinar actividades o informar lo que sucede dentro de la organización de forma fluida y eficaz, se empezaron a usar plataformas como Zoom y Meet. El control tiene relación con la duración de la jornada laboral, ya que el trabajador puede interrumpir sus actividades para realizar otras tareas personales y es necesario evitar la sobrecarga de sus compañeros.

La investigación afirma que en las organizaciones conviven varias culturas del trabajo, que se estructuran en torno a diferentes conceptos de tiempo y formas de entender el trabajo. Es por esto que el teletrabajo trae nuevas formas de desigualdad: no todos los trabajadores pueden acceder a él debido a que se encuentran sujetos a dinámicas y criterios de evaluación o valoración muy diferentes. Aquellos trabajadores que sostienen el teletrabajo son quienes desarrollan su actividad como “resolución de problemas”, la que opera independientemente del espacio y del tiempo en que se realice; por ende, quienes trabajan bajo esta lógica tienen más probabilidades de cambiar de modalidad.

“En Uruguay ya existía una población de trabajadores que teletrabajan, pero tenían un perfil bastante distinto al que terminó incluyéndose en la pandemia”, comentó Acosta. Los trabajadores independientes, aquellos que trabajan por cuenta propia y de manera informal, fueron los primeros en implementar esta modalidad, luego las organizaciones se vieron obligadas a ponerla en práctica y, de esta manera, los trabajadores dependientes también comenzaron a trabajar de forma remota. La investigación detalla que este último es el perfil de una persona que cuenta con estudios de nivel terciario y que realiza mayormente tareas intelectuales en sectores de enseñanza, actividades financieras, profesionales y científicas.

Pros y contras del teletrabajo

Esta nueva forma en la que se organiza gran parte de la sociedad tiene sus ventajas y desventajas. Desde el punto de vista de los trabajadores, evitar el desplazamiento hacia el lugar de trabajo es la principal ventaja, ya que implica el ahorro de tiempo y dinero. También son bien valoradas las “nuevas posibilidades de gestión del trabajo” y la autonomía con la que cuenta el trabajador para la distribución de tiempos entre las tareas a realizar.

Si bien el teletrabajo puede ser positivo en cuanto a “flexibilidad y aumento de la productividad”, también puede llevar a una “mayor carga de trabajo, falta de límites y problemas de salud mental”. Requiere disponibilidad permanente por parte del trabajador, ya que la información que circula y que llega a través de la tecnología lo “invade” durante su jornada laboral, pero también en su vida cotidiana y los límites entre ambos escenarios se difuminan. La investigación deja en evidencia que muchas personas extienden su tarea más allá de sus horarios establecidos y fuera del tiempo remunerado. En consecuencia, esta forma de organización del trabajo puede aumentar los niveles de estrés y ansiedad al exigir una constante persecución de cumplimiento de plazos.

La investigación identifica dificultades del trabajador para terminar su tarea y remarca lo importante que es garantizar los derechos laborales y la protección de los trabajadores, así como regular adecuadamente el teletrabajo para evitar la vulneración de derechos.

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