Dólar
Compra 37,95 Venta 40,35
15 de diciembre 2025 - 5:05hs

Ya es conocida la deriva que llevó al Partido Colorado, ese que fue el nombre del poder en Uruguay durante más de cien años, a convertirse en una colectividad secundaria que acompaña al gobierno de turno como socio minoritario, o que ejerce la oposición con escasas chances de volver a mandar.

Embed - ¿A dónde va el Partido Colorado?: el titánico desafío de volver ser gobierno

La crisis del 2002, el crecimiento de la izquierda que se llevó buena parte de las banderas batllistas, y la consolidación del nacionalista Luis Lacalle Pou como líder del bloque anti-Frente Amplio, entre otras cosas, empujó a los márgenes al partido responsable de casi todo lo bueno y de casi todo lo malo que se ha hecho desde el poder político en la historia de este país.

El desafío que se le ha presentado cada cinco años desde 2004, desplazar a la izquierda del poder o, al menos, convertirse en la principal fuerza opositora en lugar del Partido Nacional, encuentra ahora a los colorados sumidos además en una disputa interna por el liderazgo que enfrenta a los senadores Pedro Bordaberry y Andrés Ojeda.

Más noticias

En los últimos años 20 años, los colorados marcharon mayormente como aliados minoritario de los blancos, junto a quienes cogobernaron sin demasiados sobresaltos bajo la administración de Luis Lacalle Pou (2020-2025). Tanto que Ojeda, candidato presidencial colorado en las elecciones de 2024, manifestó muchas veces su admiración por el líder nacionalista, lo que hacía prever que el romance blanqui-colorado continuaría desde la oposición tras la victoria del Frente Amplio en las pasadas elecciones.

Pero las cosas empezaron a cambiar cuando Bordaberry regresó a la actividad política y consiguió una bancada parlamentaria poderosa a través de un discurso que no ocultó sus críticas con la pasada gestión multicolor.

Y en la discusión del Presupuesto presentado por el gobierno de Yamandú Orsi, los colorados dieron más señales de que la cohesión interna no será necesariamente una de sus principales señas de identidad. Es así que en Diputados Unir para Crecer, el sector de Ojeda, rechazó el proyecto, en tanto que el de Bordaberry, Vamos Uruguay, se dividió casi a la mitad llegada la hora de la votación. Los blancos votaron a favor y en bloque. En el Senado, el sector de Bordaberry le dio los votos a la iniciativa y el de Ojeda se los retaceó.

El sector de Ojeda tiene tres senadores y cuatro diputados, en tanto que el grupo de Bordaberry consiguió dos senadores y 13 diputados. Bordaberry reivindica el peso de su sector en el Parlamento, y Ojeda tiene mayoría en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del que es secretario general.

Son dos centros de poder, y cada cual juega su juego en la cancha que más le conviene. Los que están con Ojeda dicen que Bordaberry ningunea al CEN, y del lado de Bordaberry relativizan el poder de ese órgano de conducción.

Esto quedó en evidencia, por ejemplo, en agosto pasado cuando el CEN emitió una declaración en la que adelantó que el proyecto de eutanasia –luego aprobado en ambas cámaras- contaría “con el voto favorable de la amplia mayoría de la bancada de diputados” colorados. Horas después, Bordaberry –que a diferencia de Ojeda está en contra de la ley de “muerte digna”- aclaró a través de un comunicado de Vamos Uruguay que el partido no se había expedido “ni en apoyo ni en rechazo de la iniciativa” y reivindicó la “libertad de acción” de sus legisladores.

Bordaberry ha dicho públicamente que el poder del CEN tiene sus limitaciones. “La conducción política corresponde al CEN, pero las orientaciones gubernamentales y parlamentarias competen a la Agrupación Nacional de Gobierno” donde, dijo, Vamos Uruguay, “es mayoría”.

A Bordaberry y a Ojeda también los separa su visión acerca del futuro de la Coalición Republicana. Ojeda cree que blancos y colorados deberían comparecer bajo ese lema común ya en las internas de 2029; Bordaberry lo considera un paso apresurado que no le conviene electoralmente a los coaligados.

Una de las claves de la resurrección colorada pasa por la forma en la que se relacionará con el Partido Nacional encabezado por Luis Lacalle Pou. Los líderes colorados deben ser capaces de mantener con el expresidente blanco una relación civilizada sin que su partido aparezca, como ha aparecido en varias oportunidades, como un mero furgón de cola del tren nacionalista.

A la vez, en apariencia, Ojeda representa una oposición más dura al gobierno del Frente Amplio, en tanto que Bordaberry es de la idea de que hay que andarse con moderación sin perder la firmeza. “Algunos reclaman una oposición dura, ruidosa, inmediata. Nosotros elegimos ser una oposición firme, seria, pero sobre todo útil. No venimos a gritar, venimos a construir”, dijo el líder de Vamos Uruguay.

Más allá de esas diferencias, los colorados deberán lidiar con la idea generalizada entre blancos y frenteamplistas de que el pase de mano del poder seguirá definiéndose entre ellos. En ese sentido, en un reciente documento de la Vertiente Artiguista, este sector del Frente Amplio dio por hecho que el candidato de la Coalición Republicana en un eventual balotaje en 2029 “si no sucede un hecho imprevisto” será Luis Lacalle Pou

Lejos están los días en los que el caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate afirmaba que en Uruguay había un solo partido, el Nacional, porque, decía, “Partido Colorado es el nombre que los orientales dan al gobierno”. También parecen haber quedado atrás los tiempos en que los colorados daban cuenta de su habilidad para zurcir problemas internos en contraposición con su rival histórico, pródigo en luchas fratricidas en las que se sumió hasta finales del siglo XX.

Al Partido Colorado lo aguarda, entonces, el enorme desafío de trascender el recuerdo de glorias pasadas y de acercarse, aunque más no sea un poco, a los días en los que el poder llevaba su marca indeleble.

Temas:

partido Colorado Pedro Bordaberry Andrés Ojeda

Seguí leyendo

EO Clips

Te Puede Interesar

Más noticias de Argentina

Más noticias de España

Más noticias de Estados Unidos