Embed - De Petinatti al embajador de Trump: Orsi gana amigos fuera del FA y el núcleo duro protesta
“¿Qué hacés, querido? ¡Qué grande usted! Lo que no logra el Peti no lo logra nadie”. De un lado de la línea estaba el presidente Yamandú Orsi de gira a fines de setiembre por Nueva York para hablar en la ONU. Del otro, en Montevideo, lo estaba llamando el comunicador y conductor del programa Malos Pensamientos de Azul FM, Orlando Petinatti, -una de las figuras radiales más repudiadas por la militancia frenteamplista- quien fue atendido en exclusiva por el mandatario. Un día después, ya en un ámbito menos doméstico, Orsi valoró como “un amigo de verdad” a un funcionario del gobierno de Donad Trump y, más tarde, realizó un discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas que bien podía haber sido redactado por algún representante de la oposición uruguaya
Estos hechos y esas actitudes, entre otras, tal vez sirvan para explicar el porqué del escaso rechazo que la figura de Orsi recoge entre los votantes de la Coalición Republicana y por qué, pese a que la gran mayoría de los frenteamplistas le expresan su simpatía, en el núcleo duro de la izquierda más tradicional lo miran con recelo.
En torno a Orsi se ha construido, más allá de sus fortalezas y limitaciones, la imagen de un personaje dialogador y demasiado tibio para los sectores más militantes del FA, pero no para gran parte de los casi siempre moderados uruguayos.
En su intervención en la ONU, Orsi pareció describir su propia mansedumbre cuando describió a su país. “Vengo de una república situada al oriente del río Uruguay que el mapa, la historia y la cultura ubican en una pequeña esquina del sur del mundo. Un país pradera, con balcón al mar, donde la tranquilidad y hospitalidad de su gente es una de sus principales señas de identidad. Vengo de un país donde ya es práctica corriente que un presidente concurra a países vecinos acompañados por sus antecesores de otros partidos políticos.
Y habló de un país donde el presidente puede caminar sin custodia por la calle y de partidos que están dispuestos a alcanzar soluciones nacionales para las urgencias nacionales. “Soluciones a la uruguaya”, dijo. En esa medianía se movió también cuando habló sobre el conflicto en medio oriente y cuestionó a las partes sin nombrarlas y sin calificar de genocidio, como sí lo hace el Frente Amplio, a lo que está perpetrando el gobierno israelí en la franja de Gaza.
Para estupor de cierta izquierda, Orsi anunció luego que en Uruguay se instalará el Centro Adam Smith para la Libertad Económica que forma parte de la Florida International University (FIU). Y, según reconstruyó el semanario Búsqueda, el martes 23 durante un desayuno organizado por ese centro, se sacó de su solapa la escarapela celeste y blanca y se la colocó a Lou Rinaldi, futuro embajador de Estados Unidos en Uruguay y hombre cercano al presidente Donal Trump. “Es un amigo de verdad”, dijo Orsi sobre el diplomático.
Además, para mal de la izquierda más ortodoxa, Orsi recibe elogios por parte de figuras como el expresidente colorado Julio Sanguinetti quien para la militancia frenteamplista es un derechista recalcitrante. “Soy amigo de Orsi, de modo que no opino objetivamente porque le tengo aprecio y afecto. Es un buen presidente. Un presidente de concordia, de diálogo, que ejerce una función que es la de ser un factor de equilibrio y no de problema”, dijo Sanguinetti una de las tantas veces que elogió al exintendente de Canelones.
¿Cómo influye este comportamiento de Orsi en la percepción de aquellos que lo votaron y en los que apoyaron a la ahora oposición?
Las encuestas dice que al presidente no le va nada mal o, al menos, le va mejor que a su propio gobierno. Un sondeo de Opción realizado entre finales de julio y finales de agosto señaló que el mandatario cuenta con una simpatía de 50% y una antipatía del 15%. Las valoraciones intermedias llegan a 27% y un 7% no respondió. Cuando se evalúa su gestión, la aprobación es del 30%, la desaprobación del 21% y las valoraciones intermedias fueron de 43%. Es decir, según Opción la simpatía hacia Orsi supera por 20 puntos a la aprobación de sus actos de gobierno.
La empresa consultora señaló que si bien una parte “muy relevante del electorado oficialista no ha logrado conectar fuertemente con el actual gobierno”, sí mantiene “una visión muy favorable de su principal conductor (que alcanza el 85%), lo que constituye un activo político relevante”. Y observó que incluso dentro del electorado opositor la antipatía hacia Orsi es moderada (un 25%) en tanto que la simpatía es del 23% y los juicios moderados llegan al 42%.
Por su lado, un sondeo de Equipos arrojó que Orsi tiene una imagen positiva del 46%, un 28% de imagen neutra y un 21% de negativa. En tanto, la empresa Cifra señaló que la gestión de Orsi como presidente tiene una aprobación del 43%, un 33% de desaprobación y un 24% de valoraciones intermedias. Cuando se mide la simpatía, el presidente tiene un 58%, una antipatía del 29% y un 13% no se ubicó ni de un lado ni del otro.
No obstante estos números auspiciosos para su figura, entre los sectores más militantes del Frente Amplio existe un malestar al que el sábado 4 se le dio voz en un encuentro titulado “Por un Frente Amplio con el corazón a la izquierda”. Convocado a través de las redes sociales, reunió en un comité de base de la zona de Parque Rodó a unas cien personas algunas de las cuales criticaron la política exterior del gobierno –se lo cuestionó por no acusar a Israel de genocidio-. También reclamaron mayores impuestos al “capital” y acabar con los subsidios a los grandes inversores.
“(…) Nos hemos organizando para dar una batalla ideológica interna, tan necesaria como inevitable, responsable y fraterna, para evitar que el Frente Amplio profundice un derrotero hacia el centro del espectro político”, señalaron en una carta enviada al presidente Orsi.
¿Cuán representativas son estas expresiones del grueso de la opinión de los votantes frenteamplistas? Según consideró la empresa Cifra, “la mayoría de los votantes del Frente Amplio se alinean con el presidente que eligieron (…); no parece que las críticas ‘por izquierda’ tengan impacto en el grueso de los frenteamplistas”.
Así que, por ahora, en un país acostumbrado a líderes con una fuerte personalidad y una oratoria destacada, Orsi ofrece otra cosa. Sus declaraciones sin florituras y su estilo poco dado a la confrontación, no parecen incomodar a la mayoría de los uruguayos e incluso lo ayudan a despegarse de una gestión con diversos baches.
Orsi parece encarnar una manera de ser que trasciende lo político y que se mete en ese terreno menos inasible que es el de la confianza. Pero, a mediano plazo, el presidente enfrenta el desafío de encabezar un proyecto de gobierno con resultados más tangibles y menos efímeros que las simpatías de ocasión y las emociones pasajeras.