Técnicos y funcionarios del Ministerio de Ambiente concurrieron en la mañana de este lunes al arroyo Solís Grande –a la altura de Jaureguiberry casi en el peaje– a tomar muestras para determinar si el derrame de petróleo ocurrido en un caño de Ancap afectó el ecosistema de la zona.
La pérdida fue detectada en la mañana del sábado y reparada durante toda la jornada tras la intervención de Ancap, la Armada, el Ministerio de Ambiente y la Intendencia de Canelones.
Según supo El Observador por fuentes de Ancap, los cálculos primarios indican que el derrame fue de dos metros cúbicos. Se produjo debido a una pinchadura por corrosión debajo del soporte que cuelga del puente.
El oleoducto de Ancap tiene una extensión de 160 kilómetros. Bombea el petróleo que se descarga en José Ignacio hasta la planta de La Teja.
El punto donde se produjo la ruptura estaba identificado como “crítico”. Se preveía una inspección interna para evaluar su estado. “No debió haber ocurrido, se debió haber evitado”, dijo un informante de la petrolera, que relató que desconectar la abrazadera donde se produjo la corrosión y todas las del puente suponen una obra mayor y delicada que debe hacerse sobre la base de una inspección detallada.
Esa inspección comenzará en aproximadamente diez días. Se hará mediante una técnica denominada pigging que consiste en pasar una especie de pistón por todo el oleoducto para relevar el espesor centímetro por centímetro y las deformidades del cilindro. “Tiene geoposicionamiento por lo que la información permite ubicar precisamente cualquier anomalía en todo el caño”, agregó la fuente.
La última vez que realizaron tareas de este tipo fue en 2016. Habitualmente se hacen cada 10 años. En este caso se había resuelto hacerla en 2022 pero se atrasó por la pandemia y la parada de la refinería que obligó a utilizar intensamente el oleoducto para transportar gasoil desde José Ignacio.
El cangrejal, los humedales y el impacto ambiental
Tras la detección del derrame, la Armada y Ancap dispusieron una serie de medidas de contingencia: colocaron barreras de contención para “cercar la mancha” de petróleo y cerraron las válvulas del oleoducto para que las pérdidas fueran menores.
A su vez, dispusieron tareas de limpieza en toda la zona y el domingo a la mañana realizaron pruebas de presiones que resultaron satisfactorias por lo que el bombeo se retomó paulatinamente.
En paralelo a esto, la Intendencia y el ministerio comenzaron a recabar información acerca de los posibles impactos a nivel ambiental.
El “estado de situación” se plasmó en un documento técnico con fecha del sábado 30 –al que accedió El Observador– que detalló las actuaciones y las eventuales afectaciones.
El informe menciona que el derrame afecta la zona de humedales salinos o marismas de la cuenca baja del arroyo Solís Grande, en especial uno de los sitios de monitoreo del cangrejal.
“Estos humedales son ecosistemas estratégicos y esenciales para la regulación hídrica, la filtración natural de contaminantes y el mantenimiento de la calidad del agua”, dice el trabajo. Destaca que los humedales funcionan como barreras naturales contra la intrusión de agua salada y reducen el impacto de agroquímicos y sedimentos provenientes de actividades humanas.
A su vez, menciona que son ecosistemas “muy vulnerables” que se caracterizan por tener una “gran biodiversidad”. En especial, los cangrejales son “hábitats críticos para numerosas especies y cumplen un rol clave en la cadena alimentaria, aportando a la estabilidad de los ecosistemas locales”.
Si bien el derrame de hidrocarburos se produjo en la cuenca baja, el viento podría generar una movilización hacia la cuenca media donde también hay parches de humedales y cangrejales, que se encuentran en el Área de Protección Ambiental (APA) del arroyo Solís Grande, una zona de conservación que cuenta con una “biodiversidad única, ecosistemas diversos y alto valor cultural y patrimonial”, dice el documento.
También señala que la contaminación por hidrocarburos causa “daños graves” a ecosistemas vulnerables como humedales y marismas. “Afecta el agua, sedimentos, biota y actividades humanas como la pesca”.
“Pueden ser tóxicos y persistir en el medio ambiente y causar efectos a largo plazo. Pueden impregnar el tejido de especies de invertebrados que son utilizados para la alimentación humana o como carnada para la captura de otras especies”, agrega y resalta que en la zona hay cangrejos de juncal Neohelice granulata que son utilizados como carnada, junto al “muergo” o almeja navaja Tagelus plebeius, principalmente para la pesca de corvina negra.