Eran actualmente tiene su casa en la otrora tranquila ciudad comunitaria de Tzur-Igal, un pueblo al oeste de la línea verde, a menos de un kilómetro de la ciudad palestina de Calquiria, ubicada en Cisjordania.
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Eran conversando de civil en su puesto de vigilancia
Desde el 7 de octubre está en el puesto de vigilancia, es reservista y trabaja en la zona con 40 voluntarios a los que puede llamar en cualquier momento.
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El día que lo conocimos, estaba previsto además un encuentro con las mujeres que vigilan en otro puesto cercano, pero no pudieron salir, porque poco antes se había producido “un evento”, como definen al interceptar alguna actividad sospechosa. Allí fueron detenidos 13 terroristas que planificaban un ataque contra Israel.
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Vivir a menos de un kilómetro de Cisjordania
Previo al 7 de octubre, más de 15.000 habitantes de Calquiria pasaban a diario a trabajar en Israel. Actualmente el número se redujo a menos de 1000, todos con los permisos necesarios. Según lo que relata Eran, cobran alrededor de 300 dólares por día, lo que les permite vivir cómodamente allí. Esa es una discusión que en su momento involucró a todo Israel, ya que una parte de la sociedad bregaba por el bienestar de sus vecinos para mantener la convivencia. Todo cambió tras el 7 de octubre. El pasaje desde la frontera de Gaza fue cerrado totalmente, y tras el brutal ataque a los kibutz y los testimonios de los secuestrados que regresaron en noviembre, gran parte de la población israelí entiende que la mayoría de los gazatíes están vinculados al grupo terrorista Hamás. Los videos que maneja el gobierno de Israel lo confirman. También los testimonios de los sobrevivientes indican que parte de quienes trabajaron en los kibutz brindaron información precisa sobre cómo se vivía allí, que fue usada para la masacre. “Los detalles que ellos sabían, lo puede saber solamente un familiar”, reafirma Eran y agrega: “recuerden que muchos de los que vivían allí pertenecían a las corrientes más pacifistas, entre ellos muchos latinos judíos que querían todo el tiempo ayudar a los palestinos y fueron los primeros asesinados”.
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El puesto de Eran a menos de un kilómetro de Calquiria
Desde el 7 de octubre también se reforzó la cerca de seguridad y para Eran “lo que más ayuda es el paso constante de las patrullas”, donde se combinan los que están en servicio regular y los que como Eran fueron llamados a volver tras el inicio de la guerra.
Si bien Eran ha participado de “algunos eventos”, cuenta que “en general, somos la segunda línea” y es el Ejército quien termina la intervención, casi cotidiana ya que “no hay un día sin alertas”. En general, el Ejército “responde en cinco minutos a nuestros pedidos” que es un buen tiempo. “Si nosotros tenemos que combatir de alguna manera va a ser breve” ya que después “van a venir los que son mejores que nosotros”.
“Yo no soy voluntario, soy reservista”, comenta y agrega: “Cuando estoy con uniforme pertenezco al ejército. Toda mi vida fui combatiente y después fui voluntario (sin salario). Me reclutan como reservista el mismo 7 de octubre a las 9 de la mañana”.
Las tres hijas de Eran son combatiente en el ejército, un destino similar al que tendrán sus nietos en algún momento. Es un ejército del que está orgulloso, al igual que del país donde vive: “Si hay algo malo en Israel, hay que cambiarlo”, es una de sus frases constantes.
Pese a haber vivido poco tiempo en Uruguay, saluda con mucho afecto cuando se cruza con alguno de sus compatriotas y quienes en algún momento han conversado con él, recuerdan que es un ferviente hincha de Peñarol, tan así que suelen llegarle presentes del equipo carbonero.
El pensamiento de Eran es claro en cuánto a dónde está parado Israel actualmente y cuáles deberían ser los pasos en el futuro: “Tenemos que de alguna manera terminar con Hamás, erradicarlo 100 por ciento no existe, es un cuento que los políticos cuentan, pero por lo menos de alguna manera, dejarlos sin fuerza”.
Obviamente menciona el tema de los 101 secuestrados que aun quedan en Gaza y que son un tema cotidiano en todo Israel. Además de las protestas que juntan más de 200 mil personas en la calle para exigirle al gobierno que “traiga a los secuestrados a casa”, todas las calles de todas las localidades de Israel tienen carteles que recuerdan esa herida que no permite que los israelíes puedan pensar en un futuro de paz.
En todas las calles de todos los barrios de todos lugares hay fotos de los secuestrados. Es un tema de conversación constante, con pocas esperanzas de que todos estén con vida.
La noticia de los últimos seis secuestrados que fueron asesinados por Hamás antes de que el ejército llegara a rescatarlos en setiembre y las durísimas condiciones en que estaban cautivos, fueron un golpe muy duro para la sociedad en su conjunto que sigue exigiendo el regreso pero que no tiene claro ni cuándo puede suceder ni a qué precio.
El hecho de que el actual líder de Hamás, Yahya Sinwar, cerebro de la masacre de octubre haya sido liberado en 2011 como parte de un acuerdo en el que más de 1000 prisioneros palestinos salieron a cambio del soldado Gilad Shalit, es un hecho difícil de olvidar y que hace sopesar el costo que tendría para el futuro de Israel volver a liberar palestinos para que los secuestrados vuelvan a sus casas.
“En mi opinión, lo primero es que salgan los secuestrados de ahí, es lo que más me interesa en este momento y que la gente que vivía en los kibutzin vuelvan a sus casas y en mi sueño que se escucha un poco políticamente incorrecto es que se vuelva a trabajar en conjunto, que puedan pasar palestinos a trabajar con los israelíes, porque tenemos que saber vivir juntos, la guerra no sirve todo el tiempo”, sentencia Eran.
Lo cierto es que a pocos días de cumplirse un año del ataque del 7 de octubre, la sociedad israelí está divida en algunos temas puntuales, gran parte enojada con el gobierno de Benjamín Netanyahu, pero con la convicción de que los secuestrados tienen que volver, para poder empezar a pensar en cómo salir nuevamente adelante.
Roni Kaplan
Otro uruguayo de primera línea en esta guerra es Roni Kaplan, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, quien suele informar en español desde su cuenta de X, @capitanKaplan. Igual que Eran, es reservista.
Kaplan explicó que hoy son tres los objetivos por el que trabaja el ejército: devolver a los 101 secuestrados, desmantelar a Hamás y restaurar la seguridad en cada una de las localidades de Israel.
Todos los días, Kaplan contesta a alguna cuenta relevante en las redes sociales, más que nada aquellas que hablan de un genocidio del ejército israelí en Gaza. “Lamentamos profundamente la muerte de civiles pero el responsable es Hamás, que usa a los civiles como escudos”, inmediatamente agrega: “Si supiese que el ejército israelí está haciendo un genocidio en Gaza, dejo el uniforme”.
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Sostiene que “mientras tengamos secuestrados estamos en el 7 de octubre" y confirma que es muy difícil saber su ubicación actual porque “los mueven todo el tiempo”.
“En estos 11 meses hemos desmantelado 24 de 25 batallones de Hamás en la Franja de Gaza, hemos eliminado al Jefe del Estado mayor conjunto de Hamás, Mohamed Deif y a una parte considerable de su liderazgo. Todavía está sobre nuestros hombros la responsabilidad de eliminar al actual líder de Hamás, Yahia Sinwar”, dice.
“Hemos también destruido una parte de los túneles de la Franja de Gaza y también del arsenal de cohetes de Hamás en Gaza. Falta todavía un tiempo para esto, estamos hablando de un grupo terrorista que se preparó 17 años para luchar contra Israel en lo que es en este momento la guerra urbana más compleja de la historia de la humanidad”.
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Pero no es Hamás y la Frontera de Gaza el único problema. Los ataques de Hezbolá en el norte del país complican aun más la situación ya que hoy hay más de 60 mil personas que no han podido volver a sus casas. “Queremos que vuelvan. Todo el norte de Israel está desolado. Para devolver a la gente a casa, Hezbolá se tiene que mover hacia el norte del río Litani (en el Líbano), de lo contrario los misiles antitanques y otros armamentos pueden afectar a la población”.
Para Kaplan acá sigue abierta la ventana diplomática pero si no funciona “vamos a tener que hacerlo por otros medios, incluida la posibilidad de que sean los medios bélicos”.
“Estamos luchando por la seguridad de nuestra población, de nuestra ciudadanía, de nuestras familias y creo que también el mundo occidental”, entiende Kaplan.
A falta de días para cumplirse un año de la masacre de octubre, Israel también discute lo que hacer ese día, mientras que crecen las voces de oposición a un acto oficial que actualmente propone el gobierno.
(Todas las notas fueron realizadas en el marco del programa de liderazgo en Israel dictado por el centro Histadrut)