El sábado 24, mientras miles de uruguayos se preparaban para disfrutar la nostalgia, la plana mayor del gobierno inauguraba en la cabecera del puente sobre el Río Negro la rehabilitación de dos tramos de la ruta 6.
Era un “día muy importante” –como lo definió el presidente Luis Lacalle Pou– porque suponía cumplir con un compromiso que había asumido en el 2010 cuando aún no era precandidato, pero –además– por la historia del puente sobre el que estaban.
“Por razones obvias me crié escuchando hablar de este puente”, dijo antes de contar una anécdota que involucraba a su padre, el expresidente Luis Lacalle Herrera que también estaba en la reinauguración.
El recuerdo era que Lacalle Herrera había pasado en un vuelo, visto los pilotes y llamado a su ministro de Transporte, Wilson Elso Goñi, para decirle que ‘no podía ser’ que estuvieran ‘tirados por ahí’. “Hace treinta años, un mes y catorce días se inauguró el ‘puente del 329’”, dijo Lacalle Pou levantando varios aplausos.
El presidente no necesitó darle más contexto a la obra porque lo había hecho minutos antes José Luis Falero. El actual ministro señaló que hace 30 años Lacalle Herrera había tenido una “visión” que “muchos no entendieron”.
“Miraba mucho más allá de este período de gobierno. Se dijo que era un ‘puente fantasma’, pero faltaba voluntad política de unir comunidades. Esta no es una obra cualquiera y por eso hay tanta gente”, expresó.
Concretamente, las obras –que se realizaron en el departamento de Durazno– consistieron en la reconstrucción de 82 kilómetros de ruta desde Casa Sainz hasta el famoso puente, que conecta el departamento con Tacuarembó y es el más largo del Uruguay ya que se extiende por más de dos kilómetros.
Antes, el camino era de tierra empedrada por lo que su uso era bajo. La reparación tuvo un costo de US$ 30 millones y Falero anunció que a la brevedad comenzarán los trabajos del lado de Tacuarembó para llegar hasta Vichadero (Rivera).
Obra emblemática
Aunque menciona que cada obra que el gobierno hace es importante porque supone beneficios para la comunidad, al inicio de su administración Lacalle Pou escribió en un pizarrón de su oficina en el piso 11 de la Torre Ejecutiva algunas que considera “emblemáticas”.
Entre ellas ubicó al hospital del Cerro, el puente entre La Charqueada y Cebollatí en Rocha, y la refacción de la ruta 6.
En el gobierno señalaron a El Observador que será un “cambio sustancial” para los pobladores. Mencionaron, por ejemplo, que los ciudadanos de Vichadero se ahorrarán casi 100 kilómetros en los viajes a Montevideo, que se descongestionará la ruta 5 –altamente transitada– y que tendrán “más cerca” el hospital de Tacuarembó, referencia regional.
A su vez, destacaron que la zona es una cuenca agrícola, ganadera y forestal que podrá desarrollarse a partir de mejores accesos y mayor cercanía.
“Me decía recién un vecino que se iban a ahorrar más de 150 kilómetros, más de dos horas, no solo por el tema productivo, sino por los gurises que van a la escuela”, dijo Lacalle Pou en la inauguración.
El mandatario defendió la inversión señalando que antes hubo “algo de ignorancia” por no hacer la ruta y aseguró que además del encuentro de comunidades generará “desarrollo económico” y “prosperidad”.
“Siempre digo que para querer hay que conocer y conocer no es solo pasar. Conocer es ver más que mirar, escuchar más que oír. Es mirar a los ojos y preguntar a un vecino cuál es su situación” agregó y planteó que todas las veces que recorrió la zona le hablaron de “la ruta”.
“Mañana voy al pizarrón, agarro el marcador y pongo el tic. Tarea cumplida”, cerró.
La historia del puente
La intención de construir un puente sobre el Río Negro que uniera Durazno con Tacuarembó se arrastra desde 1936 cuando Gabriel Terra era presidente. En ese entonces, el gobierno comenzó la obra pero fue detenida debido a que la segunda guerra mundial afectó el transporte de materiales desde Europa.
Las tareas se retomaron en 1983 cuando AFE hizo un llamado para terminar de construirlo, pero en 1985 la empresa pública hizo un estudio de rentabilidad de las líneas férreas en el país que mostró que algunas no eran rentables y decidió suspenderlas. Entre ellas estaba la que pasaría por el puente.
En 1992, el gobierno de Lacalle Herrera decidió transformarlo y pasó de ferroviario a carretero buscando desarrollar la zona, pero la ruta nunca se construyó como tal, por lo que el puente quedó casi sin uso.