El sueño de Agustín no tenía matices, era claro y conciso: ser alcalde de la localidad de Sauce, en Canelones. Agustín Cabrera, de 20 años, es el más chico de dos hermanos, el otro es 14 años más grande que él.
Sus padres no buscaron tener el segundo hijo, pero mucho menos esperaban que naciera sin su brazo derecho y con el izquierdo incompleto. Pero cuando llegó, en medio del miedo, lo que no faltó fue el amor.
Los médicos se dedicaron a estudiar durante varios meses su funcionamiento corporal, prestando atención al desempeño de sus órganos. Tras decenas de exámenes, la familia de Agustín quedó con la tranquilidad de que su hijo no se iba a morir a los meses, aunque sabían de antemano que lo criarían siempre con el miedo a que algo le pasara.
Agustín divide su vida en dos, porque durante los primeros 10 años caminaba, jugaba al fútbol, corría –más lento que el resto de sus amigos, según dice– con relativa normalidad y se divertía con sus amigos de la escuela en Sauce.
En 2014, se cayó y se quebró el fémur, que en las palabras del novel alcalde “es un huesito chiquitito que empezó a joder”. Por aquel entonces caminaba con mucho dolor, pero los médicos le repetían a su madre tal cual loro: “Madre, su hijo está sano”.
Pero para Agustín el dolor es el límite. “Yo siempre les digo a los médicos, si me quieren sacar todo, abrir de punta a punta no tengo problema si estoy dormido, pero el dolor es mi límite. No lo aguanto”, cuenta en diálogo con El Observador.
En aquel entonces, Agustín seguía caminando con una molestia que de a poco se estaba volviendo insoportable mientras que no encontraba una respuesta clara por parte de los profesionales.
20250520 Entrevista a Agustín Cabrera, alcalde electo de Sauce.
Foto: Inés Guimaraens
Un día tenía que hacerse una placa y le aclaró al médico que él no podía hacerse el estudio parado, que se iba a acostar porque no aguantaba el dolor. “Si querés hacela así, yo de otra manera no puedo”, le dijo.
Horas más tardes, gracias a aquella acción por casualidad, se dieron cuenta de que lo que estaba roto era el fémur. A raíz de eso, pasó tres meses en total reposo y luego volvió a intentar caminar, pero ya era tarde porque el dolor no lo dejaba ni siquiera dar un paso.
Trató de varias maneras recuperar la movilidad, pero no pudo y decidió que lo mejor era optar por una silla de ruedas. El duelo, el de dejar de caminar, lo hizo mientras vivía todo lo que le pasaba.
“No te voy a decir que no me costó, había días tristes sí, pero no me iba a quedar llorando un año encerrado. No era una alternativa”, cuenta.
A su familia sí le costó un poco más, asegura. A su padre, al que define como una persona de gran corazón pero poco expresiva, le dolía ver a su hijo postrado en una silla de ruedas a los 10 años. Su madre, en tanto, se sobrepuso al dolor y se dedicó a incentivarlo a seguir adelante.
Agustín acudió a la Teletón en donde en una de las tantas instancias que tenía la dedicaban a hablar de episodios de discriminación a raíz de su discapacidad. Recuerda que siempre se sentía por fuera de ese tipo de charlas, porque “gracias a Dios” a él nunca le tocó vivir ninguna situación de este tipo.
“Sí las miradas un tanto raras, pero que miren tranquilos nomas. A veces viene algún niño chico y me queda mirando pero son cosas que uno no tiene que prestar demasiada atención”, aconseja y asegura que su grupo de amigos es el mismo desde la escuela.
El bicho de la política
Agustín estudia Derecho y comenzó a militar desde hace varios años en el Partido Nacional. Salió electo alcalde, bajo el lema de la Coalición Republicana, la primera vez en su vida que votó. “Todo una señal”, bromea.
Aquel sueño de pequeño, que hoy es un hecho, tuvo más razón de ser cuando se dio cuenta de cómo los vecinos de Sauce lo ayudaban y le daban cariño. “Quiero devolver parte de ese cariño”, dice Agustín y cuenta que de las primeras ideas que impulsará será la accesibilidad en veredas.
También tiene planes más ambiciosos, como recuperar el Parque Artigas, que fue designado como jardín botánico desde 1986 pero “tiene todas las palmeras comidas por el picudo rojo y lo que cae de esas palmeras queda todo ahí, nadie lo junta”, cuenta el joven alcalde con la clásica tonalidad de los canarios.
Sabe que no todo se puede, porque los municipios tienen potestades limitadas pero está confiado en que podrá trabajar codo a codo con la intendencia para cumplir los objetivos trazados en campaña.
20250520 Entrevista a Agustín Cabrera, alcalde electo de Sauce.
Foto: Inés Guimaraens
En la recta hacia las elecciones, que ganó por 2.171 votos, tuvo tragos amargos. Por ejemplo, su competido y correligionario, el nacionalista González Mesa, les pidió a los vecinos de Sauce que no votaran a Agustín por “lástima”.
El joven alcalde recuerda el episodio y se ríe. “Voté por primera vez, no tengo trayectoria ni pública ni privada. ¿Qué me van a decir? ¿Que no me voten por lástima? Yo tengo una lista enorme de cosas para decirles, pero preferí callarme”, responde.
Lo que sigue no será sencillo y deberá fusionar su rol de alcalde con su condición de estudiante en Montevideo. Este semestre utiliza un transporte especial que la Intendencia de Canelones ofrece durante, máximo, tres veces por semana, sin embargo, los próximos meses tomará más materias y tendrá que viajar de lunes a viernes.
Se propone seguir con la carrera que terminará en poco más de dos años. “Yo digo que dos años en cinco, es posible. Va a ser un campañón, difícil, pero se puede. Siempre se puede”, dice con una sonrisa en su cara, mientras se acomoda los lentes.