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22 de mayo 2025 - 10:26hs

El ex senador y exvicepresidente de la República Hugo Fernandez Faingold murió este miércoles, según informó el diputado colorado Conrado Rodríguerz en su cuenta de X.

Abogado de profesión, fue vicepresidente de la República entre 1998 y 2000, tras la muerte de Hugo Batalla, quien había sido elegido en ese período en la fórmula presidencial con Julio María Sanguinetti. Fernandez Faingold era el siguiente en la línea de sucesión.

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Fue una figura importante del Foro Batllista en las década del 1980 y 1990. En 1985, tras la restauración democrática, había sido ministro de Trabajo del primer gobierno de Julio María Sanguinetti,

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Fue candidato presidencial en las elecciones de 1989, en la que cosechó una votación minoritaria. En 1998 volvió a ser propuesto como candidato, y finalmente quedó por el camino en una pre elección interna del batllismo, en la que se impuso Luis Hierro López, quien luego perdió en las elecciones internas oficiales ante Jorge Batlle y terminó yendo como vice.

Su rol en las negociaciones por la crisis de 2002

En 2002, cuando se desató la crisis económica y financiera bajo la presidencia de Jorge Batlle, era el embajador en Estados Unidos, cargo en el que se mantuvo hasta 2005. Como tal fue parte clave de las negociaciones con la Casa Blanca para el préstamo puente de US$ 1.500 millones que permitió reabrir los bancos tras el feriado bancario, evitando un corralito como de Argentina.

Tras eso se fue alejando paulatinamente de la política partidaria, y siguió trabajando como consultor político.

En 2023 Cámara de Senadores aprobó por unanimidad otorgarle una pensión graciable, en un acuerdo entre todos los partidos y a pedido del Poder Ejecutivo.

El senador colorado Germán Coutinho explicó entonces a los legisladores presentes que Fernández Faingold estaba “gravemente enfermo" y se encontraba "en una situación económica que no le permite afrontar los costos del cuidado y atención médica que su estado requiere".

En esa misma entrevista Fernández Faingold amplió acerca de las negociaciones en Washington, especialmente luego de la negativa del FMI a darle el préstamo especial que pedía Uruguay. “En el FMI nos miraban con sorna, tan así que el señor Aninat nos dice, ‘vayan y planteen en la Casa Blanca, pero no le van a dar pelota, miren el libro de Taylor’. Y hubo un momento en que efectivamente los planteamientos que hicimos no tuvieron eco ni en el Departamento del Tesoro ni en el FMI’”.

“Cuando nuestra respuesta fue que regresaríamos a Uruguay y que se establecería el feriado bancario para tratar de reordenar las cosas desde adentro, el Subsecretario Taylor nos dijo que lo pensáramos porque el feriado bancario era una cosa muy seria que podía tener consecuencias a largo plazo para Uruguay”, agregó

“En el ínterin habíamos estado hablando también con varios asesores económicos del Presidente Bush que se encontraban en lo que se llama el Ala Oeste o West Wing de la Casa Blanca, planteando el tema de nuestras opciones desde el punto de vista político, no el técnico. Cuando el equipo económico sintió que no había más qué hacer, saliendo de la Embajada para ir al aeropuerto con las valijas hechas, nos llaman por teléfono del Tesoro y nos dicen ‘por favor, volvamos a conversar porque el Presidente de los Estados Unidos ha decidido políticamente ayudar a Uruguay para no poner en peligro ni las instituciones ni las cosas que Uruguay ha conseguido”.

El recuerdo de Jorge Batlle sobre la llamada de Fernández Faingold

“Fue un vía crucis terrorífico. Una cosa muy prolongada que comenzó con la aftosa”, dice Batlle en referencia a una de las “siete pestes” que alguna vez dijo haber soportado durante su gestión. Sostiene que se pudo salir de aquella situación gracias a que en el gobierno “había un equipo tan bueno como el de Maracaná”.

“Éramos campeones mundiales. Al punto que ellos (los delegados uruguayos) probaron que los funcionarios tipo (el jerarca del FMI, el chileno Eduardo) Aninat -que me debía querer matar porque un día casi me provoca un infarto- no tenían razón. Y la gente nuestra sabía más, era mejor y tenía una fortaleza de espíritu que se los llevó por delante”, dice el ex presidente rememorando a quienes, desde los organismos internacionales, no le querían otorgar un préstamo a Uruguay para evitar la caída de todo el sistema financiero.

El "Maracaná económico" en Washington

Carlos Sténeri, por entonces representante financiero de Uruguay en Washington, también recordó esas negociaciones en entrevista con El Observador con motivo de los 20 años de la crisis.

los representantes del FMI dijeron a los uruguayos que la posición era no otorgarle asistencia financiera al país y que en pocos días más saldría una delegación del organismo hacia Uruguay para comenzar a elaborar un plan de salida como ellos entendían que debía hacerse. “No dijimos ni que sí no que no y nos fuimos. ´Marchamos`, pensé”, recordó.

Luego de ese almuerzo se decidió que Davrieux y Alfie volvieran a Montevideo. Para la tarde había pactada otra reunión con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. “Yo era el que me quedaba y le pedí al embajador Hugo Fernández Faingold que me acompañara. No se estilaba que un embajador participara de reuniones económicas, pero le pedí que viniera para al menos no ir solo”, contó Steneri a El Observador.

“Entramos entregados, pero no lo vimos con mala cara. Estaba como siempre”, relató. Taylor les dijo: “Hemos hecho todos los esfuerzos, pero la situación es complicada”.

Steneri y Fernández Faingold escuchaban esperando la estocada final. En Uruguay ya no quedaba plata, la corrida bancaria había sido fulminante y las reservas del Banco Central (BCU) se evaporaban. Un día antes, el 30 de julio, el presidente Jorge Batlle tuvo que decretar el feriado bancario que se extendió por cinco días. Con ese panorama sombrío en sus hombros, los dos seguían escuchando a Taylor. “Ustedes habían pedido US$ 2.500 millones, pero no es posible”, les dijo a modo de sentencia. Pero para el asombro de ambos continuó: “Concluimos que con US$ 1.500 millones ustedes cubren la cadena de pagos y las cajas de ahorro”.

Steneri sabía que eso era cierto. Los US$ 2.500 millones solicitados incluían los depósitos a plazo de 30 y 60 días. “Quedamos absortos”, rememoró. Taylor comunicó que los fondos se transferirían ese fin de semana para que el lunes 5 de agosto pudieran abrir los bancos.

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