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9 de diciembre 2025 - 15:48hs

Cada año sobre diciembre, miles de personas terminan su carrera universitaria y son ensuciados con huevo, engrudo y serpentina. Lo mismo le pasó el jueves a Martina, Bruno y María Belén, con la salvedad de que ellos fueron los tres primeros egresados de la carrera Ingeniería Ambiental en Uruguay.

Los tres cursaron la carrera en la Universidad Católica del Uruguay. Si bien en el país ya hay ingenieros que trabajan o se especializaron en el área ambiental, Martina Cabillón, Bruno Marín y María Belén Quintas son los primeros tres en completar una carrera universitaria bajo esta denominación.

También existen otras carreas similares con otras denominaciones como Ingeniería Agroambiental en la Universidad Tecnológica (UTEC) o la Licenciatura en Gestión Ambiental del Centro Universitario Regional del Este (CURE).

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La directora de la carrera Ingeniería Ambiental, la ingeniera industrial Silvia Bentancur, junto con las autoridades de la universidad empezaron en 2019 un proceso para abrir una nueva carrera. Un año más tarde la nueva ingeniería fue aprobada por el Ministerio de Educación y Cultura, y en 2021 inició la primera generación con alrededor de 15 estudiantes.

Los tres primeros egresados de la carrera de Ingeniería Ambiental en el laboratorio
Los tres primeros egresados de la carrera de Ingeniería Ambiental en el laboratorio

Los tres primeros egresados de la carrera de Ingeniería Ambiental en el laboratorio

"El ingeniero de por sí resuelve u optimiza problemas" y la nueva especialidad "tiene su foco integral en el ambiente", contó Bentancur desde un laboratorio de la universidad. Esta rama se centra en la "gestión de los residuos", "abastecimiento del agua", "calidad del aire" y "el cambio climático", señaló la directora de la carrera en diálogo con El Observador.

Los primeros tres egresados desarrollaron su proyecto de grado en una granja de cría de gallinas y cerdos en el departamento de Florida, donde evaluaron el potencial de generación de biogás a partir de los residuos producidos por estos animales.

El trabajo fue realizado con la tutoría del ingeniero Martín Pratto, docente de la Universidad Católica y del magíster Guillermo Zinola de la UTEC. Este último facilitó el acceso a los equipos de la sede de Durazno de esta institución, con el fin de analizar la producción de biogás a partir de los efluentes de la granja.

El objetivo del proyecto es aprovechar el metano generado para "producir energía eléctrica o utilizarlo directamente para calefaccionar los galpones de gallinas o cerdos", indicó Bentancur.

"La idea central es tratar los residuos para reducir su impacto ambiental. Si estos efluentes se vierten sin un tratamiento adecuado, generan efectos negativos en el suelo y en el agua. Y, como beneficio adicional, es posible producir energía, integrándose en un esquema de economía circular”, señaló la directora.

Esta tesis se enmarca, además, en un proyecto más amplio en el que participa Latitud–Fundación LATU y financiado con fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), orientado a mejorar la planta de tratamiento de aguas residuales y a recuperar nutrientes a partir de estos efluentes.

Sacó fotos para la universidad como parte de su beca y hoy trabaja en el Ministerio de Ambiente

Martina Cabillón en el laboratorio
Martina Cabillón en el laboratorio

Martina Cabillón en el laboratorio

Martina Cabillón tiene 26 años y trabaja en el Ministerio de Ambiente. Antes había cursado Ingeniería en Alimentos, pero luego se cambió de carrera porque no le satisfacía del todo.

Estudió primero ingeniería en la Universidad de la República y luego se cambió a la universidad privada, donde obtuvo una beca en la que debía trabajar cierta cantidad de horas en la institución.

Aficionada a la fotografía, Martina devolvió las horas de beca fotografiando al equipo de fútbol femenino de la universidad y digitalizando fotos de la institución, entre otras actividades. Cuando la joven arrancó en la institución privada, volvió a escoger Ingeniería en Alimentos antes de cambiarse finalmente Ambiental y obtuvo créditos que luego le serían útiles.

Antes de recibirse, participó de un viaje de egresados –aunque ella no lo estaba– y voló con otras 100 personas al sudeste asiático. Cuando Martina vio que su tesis estaba "encaminada", se anotó al viaje, vendió rifas para financiarlo y afirmó que fue "la última" en inscribirse.

El conflicto de las papeleras de Botnia como motivación y la vez que no le podía sacar el olor a desechos a su auto

Bruno Marín, Martina Cabillón y María Belen Quintas
Bruno Marín, Martina Cabillón y María Belen Quintas

Bruno Marín, Martina Cabillón y María Belen Quintas

Bruno Marín también tiene 26 años y al igual que Martina inició en otra carrera, luego se cambió a la nueva Ingeniería y utilizó los créditos de su anterior estudio. En su caso, primero estudió por dos años Ingeniería Industrial en la Universidad Católica.

El conflicto entre Uruguay y Argentina por la instalación de la planta de celulosa de Botnia en Fray Bentos, es una de las cosas que Bruno más recuerda de cuando tenía siete años y a la larga fue un motor para elegir esta carrera.

"De chico siempre me acuerdo de lo que fue el conflicto de Botnia, como había gente que estaba a favor por temas económicos y gente en contra por impactos ambientales", contó.

"No estaría en contra de un proyecto grande para Uruguay, pero sí en ser la parte mediadora entre lo que es la industria y el desarrollo, y lo que pueden ser los impactos", agregó el ingeniero, quien trabajó en el Ministerio de Transporte durante el gobierno de Luis Lacalle Pou.

Una vez recibido, Bruno contó que una de las anécdotas que junto a sus compañeras no podrán olvidar es cuando le llevó días sacar el olor a desechos de cerdo y gallina de su auto, tras un trabajo práctico de su tesis.

Los tres fueron en el auto de Bruno hasta la granja en Florida y de allí se trajeron en tanques este material para evaluar "la posible generación de biogas".

"Fuimos con mis compañeras a hacer muestreo de lo que era el afluente porcino y la gallinaza, era fin de noviembre de 2024 y había 35°C en la sombra. Creo que me quedó 20 días el olor en el auto, lo llevé a lavar dos veces y no se le iba", recordó el hoy ingeniero ambiental.

Desde un principio se inscribió a la carrera y cursó los últimos meses embarazada

María Belén Quintas, Martina Cabillón y Bruno Marín en su "huevada" a las afueras de la Universidad Católica del Uruguay
María Belén Quintas, Martina Cabillón y Bruno Marín en su

María Belén Quintas, Martina Cabillón y Bruno Marín en su "huevada" a las afueras de la Universidad Católica del Uruguay

A días de ser mamá, María Belén Quintas, fue la otra ingeniera ambiental que se recibió la semana pasada. A diferencia de Martina y Bruno, Belén se inscribió desde el inicio en esta carrera.

"No me gustaba tanto la idea de meterme en un laboratorio y esta carrera te da la opción de estar más en el campo", dijo la joven sobre la carrera Ambiental por encima de las otras ingenierías. Casi todo este 2025 cursó la carrera junto con su embarazo y ahora espera por la llegada de Mateo.

"El grupo me re apoyaba. Cuando no podía ir por los controles del embarazo siempre estaba el que me pasaba los apuntes", recordó Belén. Sus compañeros la sumaron al proyecto de tesis y según ella, desde entonces fueron "como hermanos", debido a que se veían mucho en las clases y en el laboratorio.

La joven vive en Colón junto a su pareja, por lo que tenía cerca de una hora de viaje cuando iba a la universidad en ómnibus. Además, ya trabaja en CSI Ingenieros dentro de la parte ambiental.

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