Melina fue la quinta trabajadora de la salud que murió por coronavirus

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Melina Grahan Bell, la enfermera que “quería salvar el mundo” desde un CTI y murió a causa del covid-19

Después de tres semanas de internación Melina Grahan Bell murió en el CTI del Hospital Policial, donde trabajaba como enfermera
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13 de marzo de 2021 a las 05:00

Marzo de 2020, 21:00. Los aplausos llegan desde ventanas y balcones, por unos minutos es lo único que resuena en las calles de Montevideo. Como un ritual, a las nueve de la noche los uruguayos asoman las manos para agradecer la entrega del personal de salud ante la reciente emergencia sanitaria. En los informativos hablan de la “primera línea de batalla” y Melina Grahan Bell no pensó en bajarse de ese frente ni por un momento. 

Melina era de esas personas que encontró su vocación y puso en ella todo el amor que fue necesario para tratar a sus pacientes. Se recibió de enfermera con 19 años, durante ocho se especializó en cuidados intensivos y esperaba seguir estudiando para convertirse en nurse.

Melina trabajaba en los CTI del Hospital de Clínicas y Policial

“Siempre quiso ser enfermera, le encantaba. Le gustaba y tenía esa cosa humana de querer salvar a los demás, ella sufría cuando no podían salvar a alguien. Yo siempre decía que ella quería salvar el mundo"

Actualmente trabajaba en los CTI del Hospital de Clínicas y Policial, fue en alguno de estos lugares donde en enero se contagió de covid-19. Un mes después Melina murió bajo los cuidados de sus compañeros del Hospital Policial.

El domingo 10 de enero Melina volvió del trabajo con dolor de cabeza, tomó un analgésico y se acostó a dormir. En la madrugada a Cynthia Grahan Bell le sonó el teléfono. Era su hermana. “Melina estaba volando en fiebre y tenía todos los síntomas de covid, me pidió que me llevara a la niña porque no quería exponer más a la hija”, recordó.

Melina tomó un taxi sanitario y fue a hacerse un hisopado, el martes el resultado regresó positivo. Era el segundo hisopado que se hacía desde el comienzo de la pandemia.

"Era súper amorosa, tenía un gran corazón, siempre se preocupaba por los demás. Excelente compañera, excelente hermana e hija" 

Dolor corporal, fiebre, tos, falta de aire, dolor de cabeza. Melina convivió con todos los síntomas del coronavirus y estuvo varios días aislada en su casa. Su hermana actuó como cree que lo haría cualquiera por un ser querido: la ayudó en todo lo que pudo. Con alcohol, tapabocas y mucha precaución, caminaba algunos pasos desde su casa hasta la de Melina para llevarle la comida a pesar de que ella le pedía que no entrara para no contagiarla. "A mí no me importaba, era mi hermana", comenta. Cuatro días después le diagnosticaron neumonía y decidieron trasladarla luego de que Cynthia llamara dos veces al médico porque veía que su hermana tenía mucha dificultad para respirar. 

“La trasladaron en un principio para la Española pero había cuatro horas de demora para ingresarla, entonces se resolvió que la trasladarían al Policial”, explica Cynthia. Durante la primera semana le recetaron antibióticos, le hicieron todos los estudios, pero la neumonía se hizo bilateral y el 21 de enero ingresó a CTI. El 3 de febrero murió. 

"Los compañeros del policial la cuidaron, me queda ese consuelo. No pudimos estar nosotros pero ella estaba con gente que conocía. Pero no es lo mismo tener a tus afectos, a su hijita que no la pudo abrazar. Yo les súper agradezco y se los dije, sé que ellos lucharon por ella e hicieron hasta lo último para salvarla. Pero no se pudo.

Melina tenía 32 años y una niña de 5. “Llegué a leer en algunos lados que mi hermana era asmática, que era hipertensa, que era diabética: nada de eso. Las únicas dos patologías que ella tenía era la obesidad y el hipotiroidismo”, afirma Cynthia. 

El avance de la enfermedad

Melina fue el contacto del grupo familiar. Su hermana, su madre y su hija de cinco años también tuvieron la enfermedad

Su madre, Celeste Espíndola, recibió un golpe duro del que todavía se está recuperando. Como una mujer de 65 años con patologías cardíacas, "la pasó muy mal" y a la segunda semana la internaron en Casa de Galicia.

"A mi madre se la llevaron a las 6:30 de la tarde y la ingresaron a las tres de la mañana. Todo es tiempo estuvo esperando en la ambulancia, adentro de una cápsula que te meten para aislarte"

Cada una hora Cynthia llamó con la esperanza de que su madre hubiese ingresado a la mutualista, pero la respuesta era siempre la misma: "todavía no". Así, nueve veces. Cuando la ingresaron pasó directamente a cuidados intensivos. Ella también estaba enferma. "A mí me hicieron el hisopado el viernes de la primera semana por tener contacto con mi hermana y me dio negativo, pero el domingo amanecí con los síntomas", recuerda. El siguiente hisopado fue positivo.

Melina con su familia

Cynthia se aisló con sus sobrinas. La hija de Melina resultó positivo al covid y la hija de otra de sus hermanas no se contagió, pero estaba conviviendo con ellas por lo que tuvo que mantener el aislamiento de forma preventiva. "Candelaria vio a su mamá yéndose en ambulancia y se puso muy mal, después la íbamos llevando con videollamadas y ella entendió que la mamá estaba enferma. Pero era muy difícil. Para mi otra sobrina también, porque son niñas y se supone que los niños no tienen que ver esas cosas tan tristes", dice Cynthia.

"Fue todo una situación de caos. En esos momentos es que te das cuenta que te hace falta un abrazo de alguien, hablar con alguien, y no podés. Es muy difícil estar aislado y que te pase todo lo que te pasa"

El aislamiento hace todo más difícil, tanto en una casa como en la cama de un hospital. "Espero nunca tener que volver a vivirlo, porque por lo menos hemos tenido pérdidas y uno ha estado rodeado de familia y la sobrelleva con amor. Pero estar solo es horrible. También para mi hermana y mi madre que también estaban solas", dice Cynthia.  

Consecuencias de la enfermedad
Las marcas de la enfermedad no quedan en la cama del hospital. En el caso de Celeste, la madre de Cynthia y Melina, ahora está aprendiendo a convivir con diabetes, un tratamiento con insulina y las consecuencias de una neumonía. Tanto ella como su hija, Cynthia, todavía arrastran el cansancio, la agitación y la falta de aire. El objetivo ahora es poder caminar, al menos, 15 minutos al día. 

Un mensaje de despedida y el gesto del personal sanitario

Cynthia guarda los últimos mensajes de su hermana en su teléfono, aunque todavía no puede volver a leerlos. 

Cuando el paciente es un trabajador de la salud, que convive con la enfermedad todos los días, la internación puede ser todavía más difícil. Sabés exactamente cuál es tu situación y qué puede pasar con cada cambio en tu cuerpo. "Ella y nosotras más o menos también sabíamos cómo era todo porque al trabajar ahí ella nos contaba cómo era todo el proceso, por eso capaz que uno era más consciente de las cosas", dice su hermana y agrega: "Cuando me dijo que la iban a pasar a CTI a mí se me rompió el corazón, pero siempre tratando de decirle que iba a estar bien, que iba a estar mejor, mejor cuidada". Esa misma tarde Melina le dijo que sus pulmones estaban comprometidos y la iban a intubar. En ese momento se despidieron de una forma que Cynthia no le desea a nadie, a través de una conversación por Whatsapp. 

Cuando Melina murió, su foto empezó a recorrer las redes sociales acompañada de mensajes de despedida. En ese momento su madre estaba internada en cuidados intensivos y Cynthia agradece a los funcionarios de Casa de Galicia que le permitieron darle la noticia personalmente antes de que se enterara por alguien más.

"Que te digan que tu hija falleció y vos estando sola en un hospital es horrible. Ahí está la parte humana que yo agradezco, porque pedí por favor que me dejaran entrar a verla, que yo le quería decir a mi madre"

Para ese entonces Cynthia ya tenía el alta de la enfermedad, por lo que contaba con inmunidad. Con todos los protocolos y el equipamiento médico pasó a ver a su madre y le dio la noticia. "Creo que esa es la parte que tiene que prevalecer porque no somos solo biología, también tenemos sentimientos y que se lo dijera otra persona no era válido", cuenta. 

Primera línea

Melina fue la quinta trabajadora de la salud que murió a causa del coronavirus. El 1 de abril de 2020 falleció el médico Juan José López Lerena, el 24 de noviembre murió un enfermero de 55 años de la mutualista Corporación Médica de Canelones, el 15 de diciembre murió Enrique Soto, exvicepresidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y jefe de cardiología del Casmu y el 23 de enero falleció el médico Roberto Martinoni.

Posteriormente, el 26 de febrero, murió Silvana Hernández; una enfermera que trabajaba en la mutualista Comet y en Salud Pública.  

Una sola palabra puede causar dolor

Pandemia. Solo escuchar esa palabra a Cynthia le genera dolor. "Te transporta a lugares oscuros", explica. Cuenta que desde que se contagiaron ya no mira informativos y no quiere enterarse de noticias relacionadas al avance del coronavirus.

Todo pasó muy rápido.

"Te arrebatan a tu ser querido de un día para el otro porque yo tenía a mi hermana viva, sana y trabajando hasta el 10 de enero. Se me enfermó de un día para el otro y nunca más se pudo recuperar", dice Cynthia y enfatiza que cualquier pérdida es difícil de enfrentar, pero es más difícil cuando no podés acompañar a tu ser querido. El día que la internaron, el jueves 14 de enero, fue el día que la vio por última vez.

"Literalmente que salíamos a  trabajar y a casa, entonces que te pase esto cuando vos te cuidás es espantoso. Entonces ahora me sigo cuidando mucho más de lo que me cuidaba antes: llego, me saco la ropa, la meto a lavar, pero te queda todavía ese temor de perder a otro ser querido por esta misma enfermedad".

Melina es una de las 689 personas que en un año murieron como consecuencia de una pandemia inesperada. Cada una tenía una historia y su hermana enfatiza la importancia de recordarlo: "Atrás de esos números hay historias de vida, hay personas jóvenes como mi hermana, que quería vivir, que quería cuidar a su hija, que amaba su trabajo y hay familias que quedan incompletas".

*Esta nota forma parte de la serie Vidas rotas por el covid-19: las historias detrás de los números 

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