Dos policías patrullaban las calles de Toledo cuando sobre las 00:30 horas de una fría madrugada de julio, fueron advertidos por radio sobre una rapiña que acababa de ocurrir a pocos kilómetros de donde se encontraban. A continuación, recibieron la orden de buscar a los dos hombres que armados con una escopeta de caño recortado huían en moto con el botín del robo.
En determinado momento, los efectivos vieron a dos personas que viajaban a toda velocidad en su moto y cuyo aspecto coincidía con la descripción que minutos antes había detallado la voz metálica de la radio. Los dos policías salieron detrás de ellos pero ordenarles que se detengan, los sospechosos se tiraron de la moto, y en lugar de quedarse quietos voltearon hacia donde estaba uno de los efectivos, dejando entrever un arma. En ese momento, uno de los efectivos sacó su arma de reglamento y le disparó en la pierna de uno de los sospechosos.
La bala dañó su arteria femoral y el sospechoso murió desangrado. Ante la Justicia, el policía declaró que disparó porque vio que el supuesto delincuente estaba por desenfundar su escopeta recortada y quiso proteger la vida de su compañero. Pero a pesar de que efectivamente se pudo ver que el muerto llevaba consigo un arma, la Justicia no pudo relacionarlos con la rapiña que había motivado la persecución, y el policía acabó siendo procesado con prisión por un delito de homicidios.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá