El viernes 11 de enero el capitán de la Guardia Republicana Washington Pereyra estaba en su casa cuando lo llamaron porque en Pocitos había una situación con rehenes. En 2016 él y su grupo de negociadores formados por el FBI habían tenido que atender 100 llamadas, en 2017 fueron 80 y 82 en 2018. En general, maridos o hijos desquiciados que tomaban de rehén a su esposa o a su madre. Camino a Pocitos le fueron dando más información y allí cayó en la cuenta: se encaminaba hacia la negociación más trascendente desde que hace un lustro se formó el grupo negociador de la Guardia Republicana. Pereyra recibió a El Observador en la sede de la Republicana y se disculpó: fotos de su cara mejor no. Cuestiones de seguridad.
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