Diego Aboal, director del Instituo Nacional de Estadística.

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El INE busca dejar de "golpear puertas" y llegar a 2030 con un censo basado en registros

El director del instituto Diego Aboal explicó los avances que implicará la nueva metodología que se pretende aplicar
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29 de mayo de 2021 a las 05:01

Por Fabián Cambiaso.

El Instituto Nacional de Estadística proyecta que el Censo a desarrollar en 2023 sea el último realizado mediante el tradicional puerta a puerta, ya que el organismo empezará a preparar el terreno para una nueva modalidad que buscará aplicar a partir de 2030. El director del organismo Diego Aboal afirmó que el instituto comenzará a "sentar las bases iniciales" con la meta de llegar a elaborar para ese año un censo basado en registros administrativos de la población y en entrevista con El Observador detalló los avances y las características de la nueva metodología que pretende aplicar para no solo dejar de golpear puertas sino también tener la información año a año. Según dijo, sin depender de proyecciones estadísticas, el proceso permitirá "saber todos los años cuántos somos en Uruguay" a partir de datos concretos de nacimientos, muertes, migraciones, y también dará mayor precisión sobre otros indicadores demográficos. A continuación un resumen de la entrevista.

¿De qué se trata el censo a partir de Registros Administrativos? 

Básicamente consiste en tener la misma información que vos querés tener en un censo, por ejemplo variables vinculadas a las personas, el nivel educativo, o el sexo, la tenés a partir de registros que esas personas dejaron en el sector público. Por ejemplo cuando se fueron a registrar para obtener la cédula, o cuando pasaste por el sistema educativo. Si vas a los registros de la Administración Nacional de Educación Pública o de la Universidad sabés cuántos años de educación tiene. Muchos países están yendo hacia eso: las variables que usualmente se obtenían una vez cada diez años, tenerlas todos los años de toda la población. Una de las grandes ventajas es que, una vez que lo ponés a rodar, tenés información todos los años y ya no requerís hacer operativos masivos cada diez o quince años. 

El Censo 2023 va a ser un censo tradicional, de ir y golpear puertas, pero queremos usar esta oportunidad para contrastar datos que ya existen en el sector público con los que surjan del censo y así ir aproximándonos a la elaboración de un registro de población que nos permita, de aquí a diez años, no tener necesidad de hacer un censo de golpear puertas en todo el país que, a veces, arroja variables más difusas que un registro administrativo. Por ejemplo, en educación, una cosa es que vos le preguntes a un referente de una casa cuántos años de educación tiene toda su familia. Otra es que vayas al registro y sepas exactamente cuántos tuvo. Pero además de la exactitud hay un tema de oportunidad. Vas a tener algo que todos los años te va a permitir saber cuántos somos en Uruguay. Hoy el INE tiene una proyección, que se hizo en 2013, de que somos 3.540.000 personas. Ahora ¿somos eso realmente? No lo sabemos. Con un censo basado en registros de nacimientos, muertes, migraciones, podés tener aproximaciones mucho más finas que una proyección que se hizo hace ocho años atrás con muchas cosas que ocurrieron en el medio. 

¿El Censo 2030 podrá hacerse enteramente de esta manera? 

La idea es ir hacia allí. Algunos países, como paso intermedio, han recorrido un camino mixto. Fueron a las casas por información que es difícil recoger de los registros, y la complementaron con lo que sí es posible recoger de los registros. Veremos cuánto podemos avanzar pero, al menos para algunas variables, queremos comenzar a hacer un seguimiento anual. Algo que hoy no lo tenemos. Uno de esos ejemplos es que el número de población lo podamos volver a computar a partir de nacimientos, fallecimientos o buenos registros de migración. 

¿Qué fiabilidad puede tener este nuevo método en relación a aspectos que puedan percibirse en forma presencial?

Parte del trabajo hacia 2023 es, a partir de los registros que hay hoy, como los del Sistema Integrado de Información del Área Social (SIIAS) del Ministerio de Desarrollo Social, comenzar a ver qué nivel de calidad tiene esa información comparándola con los datos del golpear puertas. Será un primer ejercicio para ver qué brecha tenemos y, a partir de eso, lograr un censo con muy buena calidad y basado en registros. Estamos en las bases iniciales pero moviéndonos fuertemente hacia la obtención de esa información. 

¿Sería previsible que los resultados cambien demasiado con respecto al método tradicional? 

En los registros administrativos hay información de muy buena calidad. Claramente no es lo mismo que alguien te diga que su hermano tiene nueve años de escolaridad que ir a los registros del liceo y ver que llegó a cuarto año. En Uruguay tenemos deficiencias en materia de registros de migración. Es un gran debe del país. Allí, el INE necesitará trabajar con los organismos que producen esa información para que los registros sean mejores. De todos modos, no es que no hagas ningún relevamiento de campo. Usualmente lo que se hace son algunas encuestas extendidas que te permiten contrastar la información. 

¿Qué diferencias existen entre ambos sistemas en cuanto a los recursos humanos utilizados? 

Encuestar a una persona por el método tradicional te cuesta, más o menos, cinco dólares. Generar la misma información a través de registros administrativos es algo así como diez centavos de dólar. Es 50 veces menos. España hizo el censo 2021 con una oficina de 15 personas. Obviamente le llevó 10, 15 años llegar a hacer el primer censo basado en registros, pero lograron una línea de base y estas mismas personas, todos los años, te hacen un censo. Es fantástico. Otro ejemplo: hoy no sabemos con certeza cuánta gente vive en los departamentos. Hay proyecciones, pero de hace 8 o 10 años, y hay que tomarlas con mucha precaución. A través de los registros, vas a tener todos los años información muy aproximada. Eso para las políticas públicas es muy potente. 

¿Será necesario algún cambio normativo para llevar adelante todo este proceso? 

Probablemente se requiera para algunas cosas, pero se puede hacer muchísimo con la normativa actual. La ley que regula al INE (16.116) obliga a todas las personas e instituciones a proporcionarle información. Obviamente el INE no puede divulgarlas en forma individual, solo utilizarlas a nivel estadístico.

¿Hay un nivel uniforme en las oficinas públicas en cuanto a los registros? 

Es heterogéneo. En el contexto latinoamericano, Uruguay está en una excelente posición para hacer uso de registros administrativos. Si el INE logra los planes que tiene, nos va a colocar, en lo estadístico, al nivel de los países nórdicos. Ya tenemos buenos registros. 

¿En qué situación está el INE en cuanto a recursos humanos y materiales? 

Como el resto de los organismos públicos, tuvimos un recorte del 20% en lo vinculado a gastos no salariales. También tenemos la limitante de que cada tres vacantes solo se puede llenar una. Además, cuando yo asumí, el INE ya tenía 74 vacantes en cerca de 300 funcionarios. Por ahora venimos cumpliendo porque mejoramos los procesos y ganamos en eficiencia. Ahora, el algún punto, vamos a necesitar llenar vacantes y que llegue más gente. Creo que, si vamos por este camino del uso intenso de los registros administrativos, necesitaremos 30 o 40 personas más. 

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