Pablo Neruda le dedicó un poema, Oda al tiempo, el cual dice en sus cuatro primeros versos: “Dentro de ti tu edad / creciendo, / dentro de mí mi edad / andando”. En su Arte poética, Borges escribió: “Mirar el río hecho de tiempo y agua / y recordar que el tiempo es otro río”. En su mejor poema, Nocturno de San Ildefonso, resumen de una vida, Octavio Paz reflexionó sobre el misterio del tiempo y la posibilidad de que en una noche determinada todos los ciclos temporales que caben en la vida humana coincidan en un instante único: “La verdad / es el fondo del tiempo sin historia”. Por encima incluso del amor y de la muerte, el tiempo es el más imponente misterio de la condición humana. Somos lo que él decide: una vida corta, mediana, o larga, depende. Creemos –hacemos el intento– que podemos dominar al tiempo y para eso hemos creado un intermediario inexacto en su aparente inexactitud: la cronología, la cual nos permite saber que ahora son las ocho de la mañana y no las diez de la noche.
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