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Estados Unidos tiene un vasto sistema de centros de detención repartidos por todo el país, que albergan a más de 20.000 niños migrantes. Una investigación especial de la BBC descubrió denuncias de que mantienen las salas a bajas temperaturas, de la existencia de enfermedades, negligencia, piojos y suciedad, a través de una serie de entrevistas con niños y personal de los centros.
Era medianoche en el Río Grande, el imponente río que forma la frontera entre Texas y México, y las luces comenzaron a destellar en el lado mexicano. Se podían escuchar voces en la oscuridad. Aparecieron unas figuras, se metieron en una pequeña balsa y comenzaron a cruzar el río.
Cuando la balsa apareció en el lado estadounidense, los rostros de los migrantes se hicieron visibles. Más de la mitad de ellos eran niños. Durante marzo y abril, más de 36.000 niños cruzaron a EE.UU. sin la compañía de un adulto. Este fue un récord en los últimos años.
Muchos niños que viajan solos emprenden su viaje con la esperanza de reunirse con uno de sus padres que ya se encuentra en EE.UU. Más del 80% de ellos ya tiene un familiar en el país, dice el gobierno estadounidense.
El presidente Joe Biden ha abierto la frontera a los niños no acompañados que buscan asilo, flexibilizando un poco la política del expresidente Trump de rechazar a los migrantes por la covid-19.
Los niños treparon por las orillas, exhaustos. Dos primos jóvenes se tomaron de la mano. Otro joven, Jordy, de 17 años, dice que había huido de Guatemala por temor a las bandas violentas que operan allí.
Pero esta noche, estaba asustado por lo que podría esperarle en los centros de detención de migrantes en EE.UU. Dice que había escuchado historias acerca de ellos. "Nos meterán en una nevera y nos harán preguntas", aventura.
Las llamadas "neveras", notorias entre los migrantes, son cuartos o cubículos extremadamente fríos en las instalaciones de procesamiento de migrantes de la Patrulla Fronteriza de EE.UU.
A Jordy le dijeron que se uniera a una fila con otros niños. Los guardias de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, por sus siglas en inglés) les estaban quitando los cordones de los zapatos y los cinturones a los niños, un proceso generalmente reservado para los presos para evitar que intenten quitarse la vida.
Jordy y los otros niños fueron trasladados en autobús por la noche. Debían unirse a más de 20.000 niños migrantes que están detenidos en EE.UU., en una serie de extensos campamentos en todo el país. Al menos 14 de estos centros son nuevos.
A fines de marzo, el CBP publicó perturbadoras imágenes que mostraban condiciones de hacinamiento dentro de una instalación particular que opera en Donna, Texas: una masa de enormes carpas blancas que se ciernen sobre la pequeña ciudad. La instalación fue diseñada para albergar a 250 personas, pero albergaba a más de 4.000 en su momento de máxima ocupación.
A los periodistas no se les ha permitido hablar con los niños que están adentro. Por eso, hemos estado rastreando a los niños que han sido liberados, para averiguar sobre las condiciones en los sitios de detención de EE.UU.
Ariany, de diez años, que cruzó sola a EE.UU., pasó 22 días detenida esta primavera, la mayoría de ese tiempo en el campamento de Donna. Estaba hacinada en un cubículo de plástico, al igual que muchos otros niños, desde pequeños hasta adolescentes, envuelta en una manta de emergencia plateada.
"Teníamos mucho frío", dijo. "No teníamos dónde dormir, así que compartíamos colchonetas. Éramos cinco niñas en dos colchonetas".
Ariany finalmente se reunió con su madre, Sonia, a fines de marzo.
Había pasado los datos de contacto de su madre a funcionarios estadounidenses que pudieron localizarla. Sonia había huido de Honduras hace seis años con su hijo debido a la violencia de las pandillas, dejando a Ariany, que era demasiado joven en ese momento para hacer el viaje, con su hermana mayor.
Cindy, de 16 años, también detenida en Donna esta primavera, cuenta que había 80 niñas en su cubículo y que ella y la mayoría de los niños estaban mojados debajo de las mantas, debido a las tuberías que goteaban.
"Todos nos despertamos mojados", explica. "Dormíamos de lado, todos abrazados, para mantenernos calientes".
Varios niños, entre ellos Ariany y Paola, una joven de 16 años que también fue liberada de Donna, le dijeron a la BBC que les daban comida vencida, podrida o no cocida correctamente.
Nos dijeron que muchos niños se pusieron enfermos.
"Algunas niñas se desmayaron", contó Jennifer, que tenía 17 años en el momento de su detención.
Algunas niñas de Donna podían ducharse una vez a la semana, pero otras dijeron que no se ducharon durante varias semanas seguidas. Paola tenía dificultades para vivir con la suciedad.
"Comencé a sentir que me picaba la cabeza y me di cuenta de que no era normal. Me revisaron la cabeza y me dijeron que tenía piojos".
Con los niños comiendo y durmiendo en espacios reducidos, los cubículos rápidamente se volvieron insalubres. Ariany, de diez años, dice que los guardias amenazaban a los niños si no mantenían limpias sus abarrotadas habitaciones.
"A veces nos decían que si estábamos haciendo mucho lío, nos iban a castigar dejándonos allí más días", recuerda.
Por la noche, dicen los niños, las carpas se llenaban con el sonido del llanto.
"Todos llorábamos, empezando por los más pequeños. Había bebés de dos años o de un año y medio, llorando porque querían a su madre", cuenta Cindy.
Paola dice que trató de ayudar a los más pequeños, pero también le preocupaba que ella misma nunca pudiera reunirse con su madre.
"Lloraban frente a mí, y yo solo trataba de consolarlos y decirles que algún día saldríamos de allí, aunque a veces dentro de mí tenía dudas, porque [el personal] no me pedía el número de mi mamá, su dirección, y yo también me sentía mal ", dice.
Y entonces, un día, Cindy comenzó a sentirse enferma. Dio positivo por covid-19, al igual que un número sorprendente de niños migrantes detenidos.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) informa de más de 3.000 casos de coronavirus entre niños migrantes solo en Texas desde el año pasado. No se sabe cuál es el número total de casos en los nuevos centros de detención de emergencia en todo el país.
Finalmente, Cindy, sin que le dijeran a dónde iba, fue trasladada con otros 40 niños con covid en autobús, luego en avión y voló a 2.400 km de distancia hasta San Diego, California.
Fueron llevados a un nuevo lugar de detención, un centro de convenciones con capacidad para casi 1.500 niños y con endebles camas de campamento.
Cindy cuenta que la mantuvieron alejada de los niños sanos, en una sección llena de niños con covid. Dice que las condiciones allí eran mejores que en Donna, pero que todavía debieron pasar varios días hasta que pudo ducharse.
¿Quiénes son los niños?
Todos los días, salen vuelos de las ciudades fronterizas estadounidenses cargados de niños.
"Algunos días, estimamos que cientos de niños están siendo transportados por todo el país en estos vuelos", señala Thomas Cartwright, de Witness at the Border, una organización que registra los vuelos.
En las últimas semanas, las autoridades sacaron a unos 3.000 niños de las instalaciones de la Patrulla Fronteriza en Donna, transportando a muchos a una nueva red de centros de detención infantil en todo el país administrados por HHS, incluido el sitio al que Cindy fue trasladada en San Diego.
Existen al menos 14 de estas instalaciones, conocidas como Sitios de Admisión de Emergencia (EIS, por sus siglas en inglés), en bases militares, centros de convenciones o estadios en las principales ciudades de EE.UU. Estos son una parte de una red de 200 centros de detención para niños migrantes repartidos en 22 estados.
Esto significa que Donna está mucho menos atestada de gente ahora, (el campamento alberga a unos 300 niños). La instalación se está ampliando, dado que que continúa la afluencia de migrantes a través de la frontera.
Uno de los nuevos Sitios de Admisión de Emergencia es el centro de conferencias Kay Bailey Hutchinson en Dallas, que tiene 2.270 camas plegables instaladas en un sistema de cuadrícula en un gran salón. En su momento de mayor ocupación albergaba a cientos de adolescentes de entre 13 y 17 años.
El personal que trabaja en el centro de Dallas dice que ha tenido que firmar acuerdos de no divulgación que especifican que no pueden hablar sobre lo que sucede adentro.
Pero algunos acordaron hablar con nosotros bajo condición de anonimato.
"Los niños siempre se quejan de no tener lo suficiente, de no comer lo suficiente", dice uno de los empleados.
También dijo que el salón de convenciones estaba frío, que los niños tenían una manta delgada cada uno y que estaban obligados a permanecer junto a sus camas de campaña casi todo el día.
"Los niños han estado allí durante 45 días seguidos sin luz solar, sin recreación afuera, sin aire fresco, sin nada", agrega.
Cuenta que a los niños solo les daban 30 minutos de recreación dos veces por semana en una sala interior y que muchos habían estado en el centro de convenciones durante semanas.
"Todos están deprimidos. Escuché el otro día que varios estaban contemplando el suicidio debido a las condiciones aquí".
"Están siendo tratados como presos, como presos", añade. "Es inquietante que este centro no haya podido cumplir con los estándares mínimos de cuidado de menores no acompañados".
En respuesta a las denuncias de negligencia de los niños migrantes en los nuevos centros de detención, el Departamento de Salud y Servicios Humanos señaló: "A los niños se les proporciona un ambiente seguro y saludable con acceso a alimentos nutritivos, ropa limpia, camas cómodas, educación, actividades recreativas y servicios médicos".
"El EIS de Dallas (Sitio de Admisión de Emergencia) proporciona los estándares de atención requeridos", dice el comunicado.
"Toda la administración está trabajando en conjunto para reducir el tiempo que los niños están bajo custodia federal al hacer de las reunificaciones nuestra principal prioridad", agrega, señalando que la cantidad de niños bajo el cuidado del HHS se ha más que duplicado.
Los niños son liberados con regularidad, pero para muchos es un proceso muy lento. El tiempo promedio de detención en los centros de emergencia es de un mes.
El Sitio de Admisión de Emergencia más grande es una instalación con tiendas de campaña en la base militar de Fort Bliss en El Paso, Texas, que alberga a más de 4.500 niños en el abrasador desierto. Tiene una capacidad para más de 10.000.
Una fuente interna le ha dijo a la BBC que algunas de las carpas contienen entre 500 y 800 niñas y niños que duermen en largas filas de literas.
La fuente señaló que cientos de niños están en aislamiento por covid y que ahora hay tiendas de campaña designadas en el sitio para la sarna y los piojos, de los cuales también hay brotes.
Las fuentes dicen que las condiciones de vida son insalubres y que ha habido al menos un informe de abuso sexual en la tienda de las niñas. Un documento oficial indica que los niños menores de 6 años pueden ser enviados a Fort Bliss.
El HHS no respondió a una solicitud de la BBC para responder a estas acusaciones.
Amy Cohen, una psiquiatra que vive al otro lado del país en Los Ángeles, tiene más de 30 años de experiencia trabajando con niños traumatizados.
Ella dice que las supuestas condiciones en los campamentos podrían ser extremadamente dañinas para quienes están adentro.
"Incluso después de semanas en estas condiciones, muchos niños corren un mayor riesgo de desarrollar enfermedades psiquiátricas importantes más adelante en la vida, un mayor riesgo de abuso de sustancias y un mayor riesgo de suicidio", explica.
Cohen considera que estos niños migrantes podrían ser aún más vulnerables porque muchos fueron separados en la frontera de un miembro de la familia que no era su padre o madre, o alguien en quien confiaban como miembro de la familia.
También dice que los padres se vieron obligados a tomar la decisión de separarse de sus hijos, porque las familias que son rechazadas a menudo envían a sus hijos solos al otro lado de la frontera, en lugar de arriesgar su bienestar en ciudades peligrosas a lo largo de la frontera mexicana.
Allí, dice, son vulnerables a la violación, el tráfico y la agresión.
"Así que estos padres, cuando se dan cuenta de que no pueden proteger a sus hijos, terminan sintiéndose obligados a enviar a sus hijos solos al otro lado del río para preservar sus vidas".
Cohen dice que aunque los guardias fronterizos ya no separaban físicamente a los niños de sus padres biológicos, como había sucedido durante un tiempo bajo la llamada "política de tolerancia cero" del expresidente Trump, el proceso de separación familiar fue profundamente dañino psicológicamente.
"Entrevisté a niños que fueron separados de sus padres bajo la política de 'tolerancia cero' del gobierno de Trump ... y entrevisté a muchos niños que ahora han sido separados de tías, tíos y hermanos... Estoy viendo exactamente el mismo trauma en estos niños ahora como el que vimos en esos niños entonces".
El CPB le dijo a la BBC que, según la ley federal, cualquier niño que llega sin un padre o tutor legal se considera no acompañado y debe ser transferido al HHS sin el pariente adulto.
Una orden de salud pandémica ha hecho que un gran número de adultos y familias todavía están siendo rechazados en la frontera, y Biden ha instado a los migrantes a no hacer el peligroso viaje.
Pero el gobierno de Biden ha permitido que los niños menores de 18 años no acompañados y, más recientemente, un pequeño número de familias con niños pequeños, ingresen a EE. UU. mientras se procesan sus reclamos.
Además, la semana pasada se anunció que EE.UU. también procesará a 250 solicitantes de asilo al día que se consideren particularmente vulnerables.
Muchos niños viajan para reunirse con su familia, impulsados por un rumor generalizado de que Biden ha dado grandes pasos para dar la bienvenida a los inmigrantes y revertir la represión migratoria de su predecesor.
La republicana Beth Van Duyne, representante del Congreso por Texas, dijo que la política de Biden de permitir que los niños crucen la frontera solos es la culpable de la crisis.
"[La administración] está incentivando absolutamente la separación de familias", argumentó.
"Ninguno de estos centros está equipado para cuidar a los niños", agregó Van Duyne, quien ha visitado al menos dos de los centros de detención del estado.
Pero la congresista demócrata Sylvia R. Garcia, que ha visitado varios sitios, dice que el gobierno ha dado pasos importantes para mejorar las condiciones de los niños.
"Sí, hay [problemas], pero les digo que, según lo que estoy viendo y los que he visitado, a la administración le está yendo mucho mejor que antes cuando comenzó el aumento, porque no estaban preparados para semejante cantidad y no tenían las instalaciones, y ahora las tienen".
El núcleo del problema es que la cantidad de niños migrantes que llegan al país., ya sea con sus familias o solos, ha aumentado constantemente durante la última década y EE.UU. no tienen un sistema eficiente para reunir a los niños migrantes con sus familiares en EE.UU., dicen los críticos.
"Los niños que llegan a EE.UU. están siendo traumatizados innecesariamente debido al fracaso de larga data de EE.UU. para construir un sistema moderno de gestión de fronteras que reconozca las tendencias migratorias del siglo XXI", señala Warren Binford, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Willamette.
Ariany, la niña de 10 años que estuvo retenida en las carpas de Donna durante semanas, hizo dibujos más tarde cuando estaba en otro refugio, de corazones y flores.
"Los hice porque estaba triste", nos cuenta. Nos mostró las palabras que había escrito en español en su dibujo. "Dice: 'Te amo, mamá. Los amo a todos'".
La madre de Ariany dice que su hija, que alguna vez fue una niña alegre y sociable, ha cambiado desde que estuvo detenida. "Es muy callada, apenas habla. No soporta niños cerca de ella en este momento".
"Los niños que más nos preocupan son los que se quedan callados", explica Amy Cohen, especialista en trauma infantil. Ella dice que el peligro, particularmente para los niños más pequeños, es que "el trauma pasa a la clandestinidad, se asienta como las minas terrestres bajo la superficie".
Ahora Ariany tiene pesadillas. "Tiene mucho miedo de irse a dormir. Se despierta llorando, gritando", cuenta su madre Sonia.
Paola dice que lloraba cuando llegaba a casa a cualquier hora del día y de la noche, y también tenía dificultades para dormir.
"No creo que nadie en este país ... merezca ser tratado así".
"A veces pretendía ser fuerte, porque en esta vida hay que ser fuerte. Pero este tipo de cosas nos deja el corazón marcado, porque aunque lo superemos, siempre lo recordaremos".
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