¿Quién decide si María se va, o no se va?

El reclamo de "María no se va" se fue generalizando con mucha gente que sentía la necesidad de adherir a una campaña que le parecía justa, pero que en los hechos significaba sustituir al Poder Judicial por una plaza pública en la que poco importan las pruebas y los argumentos. Vale más el que canta más fuerte.

Y el sistema político estuvo ausente en la defensa de uno de los tres poderes del Estado.

María es una uruguaya que se fue a vivir a España donde conoció a Pablo, con quien se casó y tuvo una hija en abril de 2012 (cuyo nombre comienza con "N"). Periódicamente madre y hija viajaban de vacaciones a Uruguay, con el permiso firmado por Pablo como padre.

Así ocurrió en abril de 2016, aunque estando en Montevideo, María decidió no volver a España.

El padre de la niña inició acciones para que su hija fuera restituída a su país. María declaró ante la Jueza de Familia del caso, que su decisión de no volver, era porque durante el vuelo Madrid-Montevideo, comprendió que "N" había sido abusada por su papá. Eso fue por un dibujo que la niña de 4 años le hizo en el avión. Y a raíz de eso, comenzó a buscar otros indicios y chocó con una amarga situación.

A través de su defensor de oficio, Pablo rechazó la acusación. El informe de Servicios Sociales Español negó que hubiera denuncias de violencia doméstica en ese matrimonio, y agregó que la pediatra tratante de "N" nunca "observó indicador alguno de violencia" en la niña.

La defensa aclaró que el disparador de denuncia por violación era un dibujo hecho por la niña en el avión, que se limita a "un hecho relatado por la madre de cuya exstencia ninguno de los testigos pudo afirmar haber visto directamente".

Los abogados de María presentaron informes forenses, sicológicos, que no logran confirmar que la niña haya sido abusada, aunque en base a ciertos dibujos reportaron signos de que haya experimentado violencia.

La jueza del caso entendió que correspondía la restitución de la niña a España, para que la investigación pudiera realizarse con las dos partes. Lo único que quedaba probado es que María había incumplido las condiciones del viaje, que vino con un permiso por un tiempo y no volvió. Sobre las denuncias nada podía probarse.

Los abogados de María apelaron el fallo, pero el Tribunal de Apelaciones integrado por tres juezas, ratificó que la niña "N" debía volver a España, ya que no encontró pruebas sobre abuso y porque entendió que no había motivos para no cumplir el Convenio de La Haya, aunque dispuso medidas de protección para cuidar a la chica.

En el medio, María denunció agresiones de su marido a través de correos y mensajes telefónicos.

¿Qué hay de todo esto? Una víctima: la niña. Y dos versiones. María dice que Pablo abusó de "N" y que no puede volver a vivir con él, ni que siga el contacto padre-hija.

Pablo dice que María miente y que nunca le hizo nada a "N". ¿Qué resolvió la jueza y el Tribunal de Apelaciones? No creyó ni en María ni en Pablo, porque no se trata de creer o no creer, ni de especular. Dijo que como María se quedó ilegalmente en Uruguay, y como hay una controversia que no se puede resolver en Montevideo, corresponde que la Justicia de España lo haga.

Allá hay otras posibilidades de investigar. Por ejemplo, mientras María dice que Pablo estuvo internado por adicción a las drogas, Pablo dice que fue por una hernia de disco. Eso puede chequearse allá. Y así otros asuntos.

El caso es durísimo. La vida de "N" ya fue afectada y lo principal es cómo sigue su vida.

Ahora; ante una controversia tan compleja, ¿qué pretenden los que presionan a la Justicia, que acusan a los jueces de entregar una niña a los brazos de un violador, cuando saben que no es así? Porque la sentencia no es entregar la niña al padre, sino habilitar un juicio allá, mientras seguiría con su madre

Si Pablo está mintiendo, deberá pagar caro haber cometido un delito tan repugnante. Y "N" construirá su vida con su madre. Si Pablo está diciendo la verdad, María estaba confundida o miente. Y si no se atiende esta posibilidad, también "N" será castigada, porque se le negó la verdad. Algún día se enterará que fue manipulada para separarla del padre, y que lo condenaron públicamente por una aberracción que no había cometido. Será tarde.

¿Cuál será la verdad? Hoy solamente Pablo y María la saben. Está claro que uno de los dos ha hecho un daño irreparable a una niña que tenía 4 años cuando se inició todo. La Justicia uruguaya no tiene elementos para decir que Pablo abusó de su hija. La Justicia española podrá tener otros elementos.

La dura decisión de resolver el drama cae sobre la Justicia, en un proceso con garantías. Eso no resuelve con campañas mediáticas ni presiones a los jueces.

Faltó defensa del sistema político al Poder Judicial, como falta apoyo cuando se considera su Presupuesto. Faltó entender la gravedad que implica que la sociedad pueda asimilar que "se cobra al grito", o que los conflictos no se resuelven con las reglas dadas, sino con pancartas y descalificaciones por redes.

Muchos callan por el riesgo a exponerse a las salpicaduras del enchastre, para que no les digan: "¿cómo te atreves a defender a un abusador de niños?". Y canjeando la acción del Poder Judicial por la imposición de organizaciones puntuales, se construye una sociedad débil, una democracia averiada, que no se compadece con la rica historia uruguaya. Y si cuando se pierden las garantías de un juicio justo, es tarde para entender las causas del deterioro que lo produjo.