Agro > TRIBUNA / CARLOS MARÍA URIARTE

¿Quién se anima?

¿No habría que empezar por ajustar los salarios políticos y corregir ineficiencias y gastos extra del Estado?
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14 de septiembre de 2018 a las 05:03

Mientras el Uruguay urbano está sufriendo las anunciadas consecuencias de la sequía (caída del empleo y de la inversión), el Agro está nuevamente en un momento de toma de decisiones importantes, las que decididamente influenciarán fuertemente en la vida de los uruguayos en 2019, año de elecciones.

¡Difícil momento para hacerlo!  ¡Cuántas incertidumbres! ¿Qué va a pasar con el dólar? ¿Cuánta soja y arroz sembraremos? ¿Qué hacemos con los terneros enteros?

Son algunas de las decisiones que los productores deberemos tomar en estos días. Pero quienes deberían preocuparse por dar el marco adecuado para la toma de estas decisiones están en otra, decididamente abocados a las próximas elecciones.

Muy pocas respuestas efectivas han habido a los reclamos del sector. El Uruguay productivo sigue solo con sus problemas, y dependiendo de sí mismo.

Nuestros problemas de competitividad se han agravado, ¡estamos muy caros! Los avatares de la región, y la descoordinación de nuestras políticas macroeconómicas, exacerbaron el desalineamiento del valor dólar con respecto a nuestros socios comerciales. Estamos 30% más caros que nuestro promedio histórico con Estados Unidos y un 20% más caros que competidores directos como Nueva Zelanda. Salvo que sea forzado desde afuera, lo más esperable es que se dé un ajuste al alza de la cotización, pero seguro no será de la magnitud que el sector exportador y el turismo precisan. Por lo que es dable esperar que sigamos caros.

El endémico déficit fiscal sigue siendo la madre de todos nuestros males y, hasta tanto no se lo corrija, los trabajadores del Uruguay, de hoy y del futuro, están condenados a pagar sus efectos negativos.

Asusta que haya quienes aún alientan el aumento de la carga impositiva a la población como salida a esta situación. Seguro son los que tienen el sueldo seguro a fin de mes. ¿No habría que empezar por ajustar los salarios políticos y corregir ineficiencias y gastos extras del Estado?

En lo externo, además de los problemas de competitividad, debemos agregarle el costo de los aranceles que Uruguay paga para vender sus productos. También aquí lo político/ideológico ha primado, nosotros mismos nos creamos las trabas.

También el Mercosur por barreras políticas/ideológicas no nos ha dado los resultados esperados y merece una urgente adecuación a los momentos actuales. El Mercosur nos debe unir y proteger, pero no encerrarnos.

En lo interno, tenemos un país fracturado y dividido, que a pesar de que debe dar una dura batalla en los mercados internacionales sangra internamente y se debilita.

Vemos la irresponsabilidad de ciertos sindicalistas, que a pesar de representar una minoría de los trabajadores de las empresas comprometen su viabilidad, generando desempleo.

Pero la vida continúa y el país precisa una vez más del Agro, para generar recursos que produzcan empleo y alienten la inversión.

Por suerte no todas son malas noticias, las que no dependen de nosotros son bastante alentadoras. Los mercados para nuestras carnes siguen firmes, el desafío está en mantenerlos dinámicos. Competitividad y productividad son la palabras claves.

Para la agricultura el panorama no es tan claro en el tema precios, pero lo que sí es claro es que las cuentas de la chacra se pagan con chacra. Por lo que habrá que volver a plantar para seguir vivos. Al parecer es muy probable que el clima sea benévolo con la producción agropecuaria. Dato que no es menor, y que nos alienta. Ojalá seamos capaces de concretar un sistema de seguros por rendimiento y precio, tal cual lo manejan los productores del norte.

Las medidas a tomar para darle un marco adecuado a la producción nacional son claras y todos las saben, pero es muy probable que su implementación tenga un costo político alto.
Por eso, al decir de Jean-Claude Juncker (ex primer ministro de Luxemburgo), “todos sabemos lo que hay que hacer, lo que no sabemos es cómo ser reelectos luego de hacerlo”. Triste semejanza de nuestra realidad.

Es el momento de que cada uno, desde dónde pueda, defienda el país que quiere para sus hijos. Con razón y sin tregua, sin ofender, ni temer.

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