Quienes defienden las pausas programadas insisten en que el cerebro humano no está preparado para estar concentrado en la misma tarea por varias horas seguidas.
Y desde un punto de vista médico, no es bueno estar muchas horas sentado en una silla. El horario flexible ha mostrado un impacto positivo en la vista, la espalda, la circulación sanguínea y los niveles de estrés.
La idea de hacer pausas laborales la han recomendado varios estudios psicológicos e incluso un consultor italiano, Francesco Cirillo, quien ha propuesto la idea de trabajar 25 minutos y descansar cinco.
Lo llamó la técnica del tomate porque utilizaba un reloj de los utilizados para cocinar, que tenía forma de tomate.
Pero en muchas profesiones esta técnica no puede seguirse a rajatabla. Por ejemplo, un cirujano no va a detener sus operaciones, ni un piloto va a parar un avión; lo mismo que un abogado o un vendedor, no le pueden decir a un cliente que no lo atenderán porque están en sus "minutos del tomate".
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