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A 77 años de Hiroshima y Nagasaky, Japón es el tercer país en poderío militar del planeta

El primer ministro FumioKishida anunció este fin de semana un aumento del presupuesto militar. "Fortalecer nuestras capacidades defensivas es el desafío más urgente en este severo entorno de seguridad", dijo
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15 de diciembre de 2022 a las 05:03

Entre enero y abril de 1945, Japón había sufrido bombardeos más destructivos que todos los países europeos bajo dominio nazi. Estados Unidos, desde el ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, libró una guerra en las islas del Pacífico contra el Reino de Japón, aliado estratégico de Adolf Hitler, sin poder doblegar al disciplinado y temerario ejército japonés.

Las defensas niponas y su poderío militar hacían imposible a Washington ganar la guerra sin recurrir a sus bombarderos pesados que azotaron enclaves militares y población civil en las islas de Japón. Rendidas las fuerzas del Tercer Reich en Europa a principios de mayo de 1945, los días del Japón liderado por el emperador Hirohito parecían terminados.

El presidente de Estados Unidos, Harry Truman, en una decisión sin precedentes, ordenó lanzar dos bombas atómicas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaky, el 6 y el 9 de agosto de ese 1945. El 15 de agosto, se produjo la rendición incondicional de ese imperio. Terminaban sus pretensiones de expansión y ocupación en la Manchuria china, en Corea y todo el sudeste asiático.

Además, su economía estaba destruida y su población reducida, especialmente por la pérdida de hombres en acciones bélicas. Las sanciones militares fueron muy estrictas para evitar el rearme y dejar a Japón como un factor que no gravitara en la geopolítica mundial de la Guerra Fría.

Pasados 77 años, Japón tiene una economía poderosa y un poderío militar considerable. Pese a ser un territorio pequeño ocupa el puesto tres en su PIB anual, después de Estados Unidos y China. Además tiene el quinto lugar en sus fuerzas militares considerando distintas capacidades. Lidera Estados Unidos, Rusia, China e India, luego está Japón, pese a que no tiene armas nucleares como los cuatro países precedentes. Los datos surgen del informe 2022 del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (International InstituteforStrategicStudies,IISS), con sede en Washington, que pondera 50 factores para determinar la fuerza militar de una nación. 

Esta semana, antes de que termine 2022 y 77 años después de no haber librado ninguna guerra, Japón anunciarála mayor revisión de su política de defensa en décadas, aumentando su gasto, reorganizando su comandancia militar y adquiriendo nuevos misiles para enfrentar las crecientes amenazas, según escribe Sara Hussein para la agencia AFP.

Esta nueva política, que será detallada en tres documentos de defensa y seguridad el viernes, reformulará la estrategia de un país cuya constitución posterior a la guerra ni siquiera reconoce oficialmente a las fuerzas armadas.

"Fundamentalmente, fortalecer nuestras capacidades defensivas es el desafío más urgente en este severo entorno de seguridad", dijo el primer ministro FumioKishida el fin de semana. "Vamos a incrementar urgentemente nuestras capacidades de defensa en los próximos cinco años", añadió.

El giro responde a los temores de Tokio ante el creciente poder militar de China y su influencia en la región, pero también a los ensayos de misiles de Corea del Norte. Por último, Kishida menciona la influencia que tiene en el mundo y en Japón la invasión rusa de Ucrania.

Un aspecto clave de la nueva política es el compromiso de impulsar el gasto militar al 2% del PIB para 2027 para situar a Japón en línea con los miembros de la OTAN, con quien mantiene una cercana relación pese a no ser miembro. Esta partida adicional financiará proyectos como la adquisición de lo que Japón llama "capacidades de contraofensiva", es decir, poder atacar plataformas de lanzamiento amenazantes, incluso preventivamente.

Hasta ahora, Japón había evitado adquirir este tipo de arsenal ante la discusión de si violaban la cláusula constitucional que limita su poderío militar a la autodefensa. Los documentos de la nueva estrategia insistirán, según la prensa, que Japón sigue comprometido con su "política de seguridad orientada a la autodefensa" y "no se convertirá en una potencia militar".

Parte de estas nuevas capacidades procederán de los 500 misiles de crucero Tomahawk que Japón considera adquirir a Estados Unidos como recurso de seguridad mientras desarrolla sus propios misiles de largo alcance.

Mayor desafío estratégico

Japón también anunció planes para desarrollar aviones de combate de nueva generación junto a Italia y Reino Unido y estaría planeando la construcción de nuevos depósitos de municiones y el lanzamiento de satélites para ayudar a dirigir hipotéticos contraataques. Los cambios afectarán la organización militar: el diario Nikkei asegura que las tres ramas de las Fuerzas de Autodefensa se unificarán en una sola comandancia en los próximos cinco años.

La presencia de estas fuerzas en las islas más meridionales de Japón va a aumentar y se triplicarán las unidades con capacidad de intercepción de misiles balísticos, según la prensa local.

Los documentos, incluido uno sobre Estrategia de Seguridad Nacional, apuntarán a China para justificar el cambio de política. El partido de gobierno nipón quería clasificar a China como una "amenaza", aunque bajo presión de su socio minoritario de coalición se conformará con calificarla como "una grave preocupación" y el "mayor desafío estratégico" de Japón. De todos modos, supone un gran cambio respecto a la última actualización del documento en 2013, en el que Tokio abogaba por buscar "una alianza estratégica mutuamente provechosa".

La preocupación respecto al gigante asiático se agravó desde las enormes maniobras militares desplegadas por Pekín alrededor de Taiwán en agosto, durante las que algunos misiles cayeron en la zona económica exclusiva de Japón. Se prevé también que la nueva política nipona deje de abogar por la cooperación y la mejora de relaciones con Rusia y la defina como un desafío.

Japón se unió a sus aliados occidentales en la aplicación de sanciones contra Moscú debido a la guerra en Ucrania. Este giro en la política de defensa probablemente moleste a Beijing, que habitualmente evoca la beligerancia japonesa durante la primera mitad del siglo pasado para criticar a Tokio. También puede causar turbulencias domésticas a pesar de que los sondeos apuntan a un mayor apoyo a reforzar las capacidades de defensa.

"Para los responsables de la política de defensa de Japón, estos acontecimientos no representan una resurgencia militarista, sino el último paso en una lenta y gradual normalización de su posición en defensa y seguridad nacional", dice James Brady, vicepresidente de la consultoría Teneo.

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