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A Feola hay que mandarlo a escribir cien veces que esas cosas no se hacen

Aunque los tiempos que corren sean otros, y es poco probable que ocurran los desmadres del pasado, el flamante jefe del Ejército debería ser sancionado
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09 de abril de 2019 a las 05:04

A esta altura es una cuestión de coraje y, en estos casos conviene exagerar, de sobrevivencia democrática. Una vez más, y esto ya parece algo orquestado aunque no lo sea, desde la cúspide del Ejército se lanzan sin ningún pudor apreciaciones que huelen al más rancio fascismo dictatorial que gobernó el país durante 12 años. 

Ahora le tocó el turno al recién asumido jefe del Ejército, Claudio Feola, quien se negó a repudiar las decenas de desapariciones de personas ocurridas durante la dictadura porque no sabe “si están confirmadas”.

Feola dijo esto tras una crisis militar que le costó el cargo de comandante en Jefe del Ejército a Guido Manini Ríos, quien había considerado, entre otras cosas, que no merecía tomar estado público y que, aparentemente, no era deshonrosa la confesión del torturador José Nino Gavazzo acerca de que él mismo se encargó de matar y de tirar al Río Negro al militante de izquierda Roberto Gomensoro.

 

No sabemos si Feola es un cínico, si no quiso decir lo que dijo -con esa  versión se defendió en un comunicado de prensa posterior  a sus declaraciones- o si lo traicionó el subconsciente, pero sería increíble que desconociera las denuncias fundamentadas sobre decenas de desaparecidos –incluso las Fuerzas Armadas reconocieron esos hechos en un informe redactado en 2005- sino que se niegue a admitir los huesos tangibles de Julio Castro, de Fernando Miranda o de Ubagesner Chávez Sosa.

Este tipo de desbordes castrenses -ya sean razonados o por una pregunta mal entendida en cuya respuesta lo primero que surge es la reacción a no repudiar lo ocurrido en el pasado- deberían ser rechazados por parte del primero al último de los políticos.

Se dirá que estos son otros tiempos, que no son años de desacatos militares, que la democracia no corre riesgo por más que los militares declaren barbaridades y manejen a su antojo los Tribunales de Honor que de honor tienen muy poco. Eso de que “acá no hay peligro de golpe” también se decía en los albores de 1973. Es probable que hoy podamos decir sin temor a equivocarnos que no hay riesgo de tales desmadres. 

Pero, aunque sea por las dudas, aunque más no sea por un asunto de dignidad institucional, solo para que quede claro quién es el que manda, Feola debería ser sancionado, llamado al orden, alguito.

O por lo menos obligarlo a escuchar aquellos versos que escribió Joan Manuel Serrat en “A quien corresponda”:

Respetuosamente suplica se sirva tomar medidas/
y llamar al orden a esos chapuceros/ que lo dejan todo perdido
en nombre del personal.
Pero hágalo urgentemente/
para que no sean necesarios/
más héroes ni más milagros
para adecentar el local.
No hay otro tiempo que el que nos ha tocao/
acláreles quien manda y quien es el mandao/ Y si no estuviera en su mano poner coto a tales desmanes/, mándeles copiar cien veces que esas cosas no se hacen.

 
Ojalá que así sea.
 

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