Aceites corporales para romper tabúes

Emprender y llegar a ser exitoso no es tarea fácil; generalmente se requiere además de tener un proyecto innovador suficiente dinero para financiarlo y una dedicación casi exclusiva para que dé sus frutos. Fue así que Paula Lubchansky, licenciada en Relaciones Internacionales, convencida de que eso que rondaba por su cabeza desde hacía varios años era algo más que una buena idea, dejó su trabajo de lado y se metió de lleno en el mundo de los cosméticos corporales. Influenciada por un lado por su padre, quien trajo los derechos de las películas XXX a Uruguay, y su madre, dueña de spas y emprendedora en el área de la estética y belleza, decidió crear la línea de aceites íntimos Pink Lady, que hoy se encuentran en el mercado.
"Con mi madre buscábamos tratamientos en internet, los rediseñábamos, íbamos y le pedíamos a un asesor químico que nos los hiciera. Se le brindaban experiencias de belleza a las mujeres, hicimos los primer Day Spa y las mujeres se iban chochas", contó Lubchansky. Fue ese trabajo, que realizaba mientras estudiaba, el que inspiró su peculiar proyecto. "No tiene que ver con la sexualidad explícita, sino con la sensualidad, con permitirle a la pareja tener una experiencia distinta, cambiar la vida cotidiana en complicidad. Es un producto divertido. Cuido mucho la estética, porque la línea con lo erótico burdo es muy fina", explicó la joven emprendedora, que no tiene competencia local pues sus aceites son los únicos de fabricación nacional.
Los productos Pink Lady sirven para masajes, tienen efecto térmico, son comestibles, compatibles con látex y solubles en agua. Vienen en envase de vidrio o sachets y se pueden encontrar en tres diferentes fragancias: frutilla y champagne, frutos del bosque, y maracuyá. Si bien en un principio comenzaron vendiéndose en sex shops, desde hace algún tiempo lograron entrar a "lugares de compras habituales", como Tienda Inglesa, Farmashop y próximamente San Roque y estaciones de servicio, que era uno de los objetivos de la creadora. Los precios varían según el lugar, pero un frasco cuesta entre $ 490 y $ 530.

Apoyo institucional

Sin tener idea de cómo hacer un plan de negocios, Lubchansky se tiró al agua y comenzó a golpear puertas. Así, consiguió el apoyo de la Cámara de Industrias del Uruguay, de quien recibió mentorías y seguimiento y quien es hoy su institución patrocinadora frente a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), institución que apoyó económicamente su proyecto con un capital semilla de US$ 25.000, un 50% de su inversión total.
Por otro lado, participa del programa Más Emprendedoras de Endeavor y cuenta con el apoyo de C-emprendedor de la Dirección Nacional de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme) del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM). "Hoy hay una tendencia a emprender y eso ayuda a la gente que quizá no esté tan decidida. Yo creo que los límites te los ponés vos mismo en la cabeza. ¿Quién iba a pensar que iba a recibir apoyo de todas estas instituciones en un proyecto sobre sexualidad? En casa me tildaban de loca. Yo soy muy partidaria del dicho 'el que no arriesga, no gana'. Prefiero quedarme con la idea que lo intenté, fallé, pero aprendí un montón de cosas y seguro el próximo intento va a ser mejor, que decir 'qué hubiese sido de...'", reflexionó la emprendedora.