Mundo > Más protestas que votos

Argelia: el presidente electo Abdelmadjid Tebboune ya está "desligitimado"

Apenas 39,93% de los argelinos acudieron a las urnas el jueves, el nivel más bajo de participación en comicios pluralistas en la historia del país
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14 de diciembre de 2019 a las 05:03

Las protestas masivas del jueves en las calles de las principales ciudades de Argelia era lo menos que uno esperaría de un día de elecciones  —que debería ser una fiesta popular— en la que Abdelmadjid Tebboune resultó electo presidente con más del 58% de los votos.

Pero todo tiene una explicación: el mandatario electo proviene del riñón de un régimen político muy cuestionado, encarnado por Abdelaziz Buteflika que en abril pasado abandonó el gobierno después de 20 años, presionado por el movimiento Hirak que desde entonces exige el desmantelamiento del conjunto del “sistema político”, en el poder desde la independencia en 1962.

Pilar del régimen, el alto mando del ejército asumió abiertamente el poder desde la dimisión de Buteflika y se empeñó en elegir rápidamente un sucesor para salir de la crisis político-institucional en la que se encuentra sumido el país.

El ganador de la contienda electoral fue jefe de gobierno de Buteflika y la mayoría de sus competidores eran aliados del cuestionado expresidente. Para los manifestantes, las elecciones presidenciales en Argelia solo son útiles para regenerar a un  grupo de políticos que se quieren perpetuar en el poder.

Desde antes de las elecciones, el movimiento Hirak lideró una campaña contra los comicios que consideró un “fiasco” electoral. Aunque la victoria del exjefe de gobierno de Butefilka fue acogida con gritos de “el pueblo y el ejército, con Tebboune” en la sede de campaña del político en Argel, la jornada de ayer estuvo signada por las protestas callejeras.

En el momento de la proclamación de los resultados, lo partidarios de Hirak bajaron en masa por las calles de Argel tras el rezo del viernes, por 43ª vez desde el comienzo de las protestas el pasado 22 de febrero. Desde entonces, cada viernes, los argelinos salen a las calles para pedir una completa renovación de las estructuras políticas.

En Twitter, el hashtag del día fue “El #Hirak continúa”, que sirvió para lanzar una campaña política bajo el lema “Tebboune no es mi presidente”.

La señal más elocuente del arraigo popular de Hirak fue la abstención electoral.

Solo el 39,93% de los argelinos acudieron a las urnas, “el nivel más bajo de participación en unas elecciones pluralistas en la historia del país”, anunció Mohamed Charfi, presidente de la Autoridad Nacional Independiente de las Elecciones (ANIE) a la televisión pública.

El alcance de la abstención, la más alta en la historia democrática de Argelia, supera en casi 11 puntos porcentuales la de 2014, cuando Buteflika fue reelegido por cuarta vez. La baja participación electoral y las masivas protestas desde antes incluso de las elecciones, explican la interpretación de que Tebboune asumirá el gobierno ya desgastado y deslegitimado.

El presidente “ya está desacreditado. No será reconocido por la opinión pública y tendrá un verdadero problema de legitimidad electoral”, estimó la historiadora  Karima Dirèche, directora de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) en Francia. Dijo que Hirak lidera una  “guerra de desgaste” que continuará en el próximo período de gobierno.

El futuro presidente, explicó la historiadora, “se verá obligado a gobernar con lo que ha producido el Hirak:  “oposiciones y contrapesos que se han ido estructurando”.

Para peor, el presidente electo, que sufrió insultos y protestas durante la campaña de 22 días, ya ha enfrentado algunos percances que empañaron su imagen. Omar Aliat, responsable del financiamiento de la campaña de Tebboune, ha sido encarcelado por cargos de corrupción. Y el hijo de Tebboune fue interrogado por un caso de drogas, según informó la televisión nacional de Argelia.

Argelia es uno de los países más jóvenes del mundo, con dos tercios de la población menor de 30 años. Una cuarta parte de esos jóvenes no tienen trabajo, lo que llevó al descontento con los políticos, a lo que se sumó la falta de transparencia de los gobernantes desde la independencia. (Agencias internacionales).

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