Opinión > OPINIÓN CARINA NOVARESE

Aylan, el terror y el olvido que siempre llega

La imagen de un niño ahogado nos pegó en todos los sentidos, pero su efecto duró poco. El terror también afectará a los refugiados
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18 de noviembre de 2015 a las 12:38

No fue el viernes. Ni el sábado, ni siquiera el día después. Recién el lunes, tarde en la noche, resurgió el recuerdo –incómodo y punzante- de un niño sirio ahogado en las playas de Turquía. El pasado viernes 13, 129 personas murieron víctimas del terrorismo, que es lo mismo que decir víctimas de la sinrazón y el odio, pero también víctimas de la falta de esperanza. Y el viernes 13 de noviembre, una fecha que ahora recordaremos con un acrónimo tan banal como doloroso (13-N), olvidamos por enésima vez la imagen de ese niño de tres años que desde que murió sin razón y sin sentido –aunque por cierto, en busca de una esperanza- nos había pinchado los sentidos una y otra vez y nos había obligado a darnos cuenta de que había emigrantes que intentaban desesperadamente salir del infierno.

Aylan

Pero el olvido había comenzado mucho antes de los ataques terroristas en Francia. Empezó al día siguiente o unos pocos días después de que Aylar muriera, cuando los medios dejamos de publicar una fotografía que generaba demasiada pena y culpa como para seguir mirándola diariamente.

Cuando la pena y la culpa se entremezclan es fácil mirar para el costado. Nos pasa todos los días, con demasiadas cosas: una guerra en un país lejano, la violación de mujeres, niños y "diferentes" en países donde no se respetan sus derechos, un inicio de genocidio en zonas en las que los lores de la muerte prevalecen o una bomba que hace saltar en mil pedazos más vidas que las que físicamente destruye.

Y también nos pasa con otras cosas acá en casa y que, paradójicamente, hasta parecen más fáciles de "olvidar": un niño de pocos años caminando solo por la calle con la túnica sucia y la moña desecha (siempre me preguntó con angustia ¿cómo cruzará solo la calle?), una mamá casi niña arrastrando un carrito de bebé maltrecho, el hombre que vive en la calle y desvaría y tantos más.

Paris ataques
La ilustración del artista Jean Jullien se hizo viral en las redes durante las repercusiones del ataque

El horror que vivió París el viernes 13 afectó a cientos de familias y entristeció al mundo entero, o al menos a la enorme mayoría de la civilización occidental, oriental y si existiera extraterrestre seguro que también. Pero otra víctima, tal vez inesperada de esa tragedia, son los migrantes que siguen llegando de a miles (330.000 cruzaron el Mediterráneo, según datos de Acnur y Alemania proyecta recibir 800.000 solicitudes de asilo en 2015), desde Siria, Libia, países africanos y algunos otros puntos en que la tierra parece infierno.

El problema es que ahora son de nuevo culpables sin que el 99,999999% de ellos haya hecho nada malo. Y todo esto debido a que uno que los acompañaba no huía de nada sino que buscaba la muerte. Está casi confirmado que uno de los terroristas de París llegó a la ciudad haciendo el viaje de los migrantes, "disfrazado" como uno de ellos.

La culpa

Durante muchos días luego de la muerte sinsentido de un niño que se transformó en la cara más dura de una odisea compleja y a menudo mortal, Europa y el mundo pensaron en los refugiados, hablaron de los ellos y hasta hicieron –hicimos- algo de mea culpa.

Los cabeza de gobierno pusieron caras serias y dijeron que algo había que hacer, aunque tal vez la única que hizo mucho fue una mujer considerada de hierro, poco afecta a las sonrisas y cortesías largamente asociadas al canon de la femineidad sesgadamente entendida: la alemana Angela Merkel.

Durante semanas, a la luz de la horrible fotografía de un niño sirio ahogado, el mundo aceptó una realidad de esas incómodas que no nos cuesta mucho dejar de lado para no sentirnos tan poco humanos.

Lesbos Refugiados Migrantes
Refugiados y migrantes llegan a la isla griega de Lesbos después de cruzar el Mar Egeo.
Refugiados y migrantes llegan a la isla griega de Lesbos después de cruzar el Mar Egeo.

Cuando, entre periodistas y amigos discutimos si debía usarse esa imagen tan dolorosa, nunca dudé de que Aylar lograría –incluso desde su horrible muerte- lo que no habían logrado largas filas de emigrantes a pie cruzando un continente. La imagen de Aylar se convertiría en el mejor as bajo la manga, tal vez el único -es tremendo decirlo así- de un grupo desorganizado de almas que casi no tiene representantes pero que lucha con uñas y dientes por vivir.

. Su imagen, la reproducción en píxeles de una vida perdida, lo logró por unos días e incluso semanas. Pero el olvido llegó rápido y los medios jugamos un papel vital: nos olvidamos de Aylar antes que nadie.

El Observatorio Europeo de Periodismo, un instituto suizo, realizó un estudio para medir cuántos periódicos mostraron las fotos y cómo fue la cobertura posterior del tema refugiados. Una de las conclusiones de este reporte da pena, aunque no tanto como la muerte y el miedo de Aylar y de los que huyen, respectivamente. "Los diarios de países europeos occidentales se mostraron más empáticos hacia los migrantes y refugiados inmediatamente después que las fotografías del niño ahogado en una playa turca fueron publicadas, a principios de setiembre; pero en el rango de una semana la mayoría había regresado a su posición editorial original".

. La "simpatía" generada por la muerte de un niño se disipó en días. Lo escribo, lo leo y me da vergüenza. La simpatía generada por la muerte de un niño....

Lo que este instituto consideró que eran "historias humanitarias positivas sobre los migrantes" aumentaron significativamente luego de que la foto se publicó una y otra vez en medios y redes sociales. Pero rápidamente todo volvió al nivel "pre Aylan". "Esto demuestra que esta corriente de cobertura empática no implicó un cambio a largo plazo en la opinión de los medios, sino –como algunos analistas han sospechado- una reacción emocional a corto plazo ante la historia de Aylan Kurdi", dice el reporte.

No se me ocurre casi nada más hipócrita que lo que hacemos los medios, los seres humanos, yo misma –integrante de ambas categorías, doblemente culpable- todos los días. Mirar, entender el problema, horrorizarse con sus consecuencias...y mirar para el costado. Olvidar.

Ya vendrán los que me dirán que un medio de comunicación no puede publicar o mostrar todos los días noticias sobre todos los horrores que inundan un mundo que en tantos sitios se ha vuelto inmundo. Y no es cierto. Hoy podemos hacerlo. Tenemos un universo infinito llamado internet y herramientas de uso sencillo. Simplemente no hemos aprendido a elegir bien nuestras batallas.

Si a la débil memoria humana (¿será en sí misma un método de supervivencia?) le sumamos la locura de ciertos grupos fundamentalistas a quienes no les importa matar porque antes no les importa morir, Aylan y lo único bueno que pasó luego de su muerte, la conciencia sobre los refugiados, se disipó. Hoy, pensando en las injusticias que pueden pasar de aquí en adelante con los refugiados tras estos ataques, recordé de nuevo cada faceta de esa foto y la cara dulce de un niño pequeño que no debió morir. Mañana, ¿me habré olvidado?

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