El alto costo de la energía es un problema para la producción agropecuaria<br>

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Bajen los costos por favor

Columna de opinión publicada en El Observador Agropecuario
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18 de agosto de 2017 a las 05:00

Por Carlos María Uriarte (*), especial para El Observador

Mientras Sendic, Maduro, la Rendición de Cuentas y Corea del Norte se llevan la atención de la opinión pública, el tema que nos ahoga todos los días sigue muy vigente: lo caro que es vivir y producir en Uruguay.

Si bien en los últimos tiempos se han obtenido resultados nacionales alentadores en cifras referidas al control de la inflación, al crecimiento del PIB, al mantenimiento del grado inversor y una mejora en la actividad industrial, no ocurre lo mismo a nivel de las cuentas familiares, ni con los trabajadores, ni con la mayoría de las empresas. Es sobre ellos sobre quienes más pesa el esfuerzo de esta recuperación.

Por eso no debemos engañarnos, porque gran parte de esta recuperación no fue debida a gestiones del Estado, sino a una excelente temporada turística, y a un clima anormalmente benévolo que le devolvió con creces a la producción agropecuaria lo que le quitó el año pasado. Circunstancias coyunturales, que ojalá vuelvan a repetirse. Pero aún sigue sin corregirse el tema de fondo.

El crónico alto déficit fiscal es la causa principal de los males que estamos viviendo. Nuestro altísimo costo de vida y de producción es debido principalmente a un Estado que gasta más de lo que puede.

Desgraciadamente aún no se visualiza un esfuerzo significativo del gobierno para cambiar esta realidad. Basta con analizar el Presupuesto Nacional actualmente en estudio en el Parlamento, que a pesar de todo propone un nuevo aumento del gasto público financiado por más impuestos. No importa cuán justas sean las razones, porque estas siempre existirán, lo que importa es tener el valor y coraje para decir basta.

El incremento en las tarifas públicas, el costo de los combustibles y los aumentos de los impuestos han sido (y aun lo son) parte de la solución para enfrentar dicho déficit. Lo cual ha sido una pesada carga para los uruguayos generadores de recursos genuinos.

Otra herramienta ha sido el manejo arbitrario del valor del dólar por parte del gobierno de turno, una pesada carga para el sector exportador.

Como las cuentas igualmente no dan, nos seguimos endeudando irresponsablemente. Como en el pasado, para solucionar el presente se sigue comprometiendo el futuro de las generaciones venideras.

Comparándonos con nuestros vecinos tenemos un nivel de endeudamiento expresado como porcentaje del PIB solo superado por Brasil, y es casi el doble que el de Venezuela.

Estamos convencidos de que Uruguay tiene en el agro el camino más real para generar más trabajo y recursos genuinos para todos los uruguayos. Pero para que lo haga es fundamental darle el marco imprescindible, a saber: no podemos ni debemos exportar más ineficiencias. Hay que bajar el costo país.

Segundo: se necesita una regla fiscal efectiva que limite la arbitrariedad del gobierno de turno para aumentar sus gastos y/o endeudamiento.

Tercero: se necesita un Tribunal de Cuentas con poder punitivo, para que sus observaciones sean realmente tenidas en cuenta, y así los responsables y así los responsables de las ineficiencias se hagan cargo de ellas.

Cuarto: se necesita un valor del dólar americano competitivo, que refleje fehacientemente lo que con él sucede en nuestros principales socios comerciales.

Quinto: se necesita bajar los precios de la energía para todo el sector productivo, y que su costo simplemente refleje el resultado genuino de la gestión de UTE.

Sexto: se necesita dar alivio financiero a todo productor que lo necesite.

Séptimo: se deben reducir al mínimo los impuestos a la tierra, sustituyéndolos por otros que reflejen la capacidad contributiva de lo que sobre ella se haga.

La política económica actual ha sido perversa con el sector productivo y exportador. Lejos de fortalecer a quien precisa, ha puesto sobre sus espaldas, costos que le quitan competitividad, y lo desmotivan.

Por eso la cuestionamos, y porque nos envuelve en un círculo vicioso cuyas consecuencias las sigue pagando el pueblo trabajador, y en especial aquellos que no tienen un sueldo fijo a fin de mes.

(*) Ms. Agric, Sc., ex presidente de la Federación Rural

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