Opinión > Opinión / Eduardo Blasina

Bienvenido, Roger Waters

En el enfrentamiento campo gobierno, en el final somos todos lo mismo
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25 de febrero de 2018 a las 05:00
A favor de avanzar dialogando, a favor de no dejar caer a las exportaciones, a favor de que no se discrimine a alguien porque es propietario de tierra, o de una industria, o de una empresa de servicios, porque estoy a favor de que no se discrimine a nadie, a favor de que el Uruguay puerto se reconcilie con el Uruguay ganadero, a favor de cuidar las praderas naturales y de explicar que producir la carne más deliciosa del mundo no es sentarse a tomar mate abajo del ombú hasta que el novillo esté gordo, sino que es muchísimo más que eso. A favor del diálogo siempre, la arenga de "nos vemos en las urnas" y la salida de los productores autoconvocados del diálogo me causa una profunda desazón.

Nos vemos en las urnas es una buena definición de la uruguayez democrática. Pero las frases son su texto y su contexto. Y esa desafortunada coincidencia de unos y otros en el desafío futbolero puede ser muy negativa para la oportunidad uruguaya. Más que civismo, fue bravucoeneada de hincha. Igualó en la pasión y en la sinrazón.

En contra de todas las faltas de respeto, en contra de que el presidente pierda los estribos, tanto como de que se le grite algo hiriente a un presidente electo democráticamente, escudado en la muchedumbre, sea del partido que sean unos y otros, en contra de la berretización de debates que son de fundamental importancia, veo que el diálogo de trabajo está al borde de romperse. Las condiciones de competitividad de Uruguay, que es de lo que hay que hablar, se construyen pensadamente, no puede ser quiero todo y lo quiero ya.

Estoy a favor de las ideas de nuestro visitante ilustre de este año, don Roger Waters. La necesidad es derribar los muros absurdos. Tiremos debajo de una buena vez la pared campo/ciudad. Esto no puede ser Peñarol contra Nacional, derecha o izquierda, nos vemos en la cancha y te voy a ganar. Esto debe ser cruzar una etapa complicada de nuestro intento de desarrollo. Somos caros, por donde se lo mire. ¿Cómo hacemos para competir en esas condiciones? Pensamos entre todos como resolver los desafíos del presente, o jugamos para la tribuna haciendo cálculos electorales? O identificamos formas de recuperar dinamismo exportador, bajar costos racionalmente, abrir más velozmente mercados, ahora, o lo haremos más tarde y de una manera más dolorosa.

Lo que está en juego no puede ser quien gana y quien pierde votos en el relato televisivo, de cara a un lejano balotaje. Lo que está en juego es como bajar el déficit fiscal y a la vez encontrar recursos y maneras para devolver dinamismo al sector agroexportador. Para las urnas ¡faltan 21 meses! Mucho tiempo para ya estar en campaña, poco tiempo para dejarle a quien gane un país con un déficit fiscal en baja y unas exportaciones e inversión en suba. No se quien va a ganar la próxima elección, pero quiero que le vaya bien.

¿Queremos bajar el déficit fiscal y también bajar el precio del gasoil, la nafta y la energía eléctrica? Si el gobierno entiende que es necesario y los productores entienden que no se logra de un día para el otro, se puede elaborar un diálogo constructivo. ¿Cómo generar un shock de inversión? ¿Cómo recuperar el stock ovino? ¿Cómo sostener en el mediano plazo a una industria cárnica a la que se le van cada vez más terneros en pie? ¿Cómo potenciar a la cadena arrocera que es de las mejores del mundo? ¿Cómo superar una sequía con tipo de cambio tan bajo a la vez? Todo eso ¿va a quedar para después de las urnas?

Mientras tenemos que resolver eso, la discusión va por muy otro lado. La cercanía de las elecciones atenta contra la razonable búsqueda de las medidas posibles.

Mientras en la cancha de la actividad económica hay problemas, lo único que parece importar es la movida del ajedrez o provocar el rugido de la tribuna propia. El resultado para la economía puede ser un país dividido, creciendo en base a consumo, con exportaciones estancadas, y un presidente que reciba los problemas actuales pero agravados.

¡El diálogo es tan frágil! Parecía ser un buen comienzo de la mesa de trabajo, el presidente concurriendo, los productores saludándolo con corrección a la entrada, una sesión de trabajo relativamente normal, con anuncios de un segundo conjunto de medidas concretas. Lo que empezó como un juego ganar/ganar, o al menos así fue percibido por algunos ruralistas y técnicos del gobierno que participaron de la reunión de trabajo, sin cámaras, terminó como un juego perder/perder, con malos modales en la vereda, una especie de show triste pero con alto rating para la televisión y el posterior comentario en las redes. Terminando con una prolongada discusión de tono subido entre un colono aparentemente frenteamplista y el presidente, con posterior ventilación de la deuda del colono.

Hay pocas razones para la alegría, excepto la esperanza de que el diálogo no esté definitivamente muerto, que la mesa de trabajo pueda reanudar su labor velozmente y analizar los temas de energía y otros, que se pueda seguir avanzando en alivios a la gente que está atravesando una sequía.
Volviendo a Roger Waters, puede que predomine el Us and Them, de su disco El lado oscuro de la Luna. Aunque, como dice la misma canción, ellos y nosotros, en el final somos todos lo mismo, arriba y abajo, pero al final es todos alrededor.

Es un momento crucial de la historia de Uruguay, puede cicatrizar la grieta histórica campo/ciudad o puede agravarse. Podemos sostener una moneda relativamente fuerte y mantenerse el crecimiento económico. Faltarían más medidas y más apertura de mercados, así como algunas señales simbólicas en términos de "el Estado socio de los privados, sean del campo o de la ciudad".

Los uruguayos podemos dar un ejemplo al mundo de solucionar los problemas a través del diálogo sincero e inteligente, aún desde la discrepancia o podemos hacer la campaña electoral más larga y usar este tema para ello, lo que creo sería un juego perder/perder. Lamentablemente veo más chances de este segundo escenario, veo más energía puesta en el esfuerzo por optimizar el resultado en las urnas, que en las reformas que requiera el desarrollo económico de largo plazo. De lo que se trata es de armar un rompecabezas complejo, de desactivar un problema que puede ser más grave en el futuro. Es decir, hay que insistir en el pedido de que se encauce un juego ganar/ganar. Las urnas están a más de un año y medio de distancia. Posterguen la campaña por favor. No construyan una pared, justo en el año de un gran acontecimiento cultural.

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