Se habló mucho de política. Pero de esa política partidaria que suele enardecerse en los años preelectorales. Hubo muchas acusaciones. Pero ninguna probada e, incluso, alguna de ellas quedó desnuda en su falsedad. Se tiraron números como para hartar a cualquiera pero ninguno de ellos alcanzó para dejar cerrado el debate sobre el alcance de la inseguridad pública. Dentro de esas carencias y excesos transcurrió la interpelación que ayer le realizó el diputado colorado Fernando Amado (Vamos Uruguay) al ministro del Interior, Eduardo Bonomi.
Pero siguió de largo acusando a los dirigentes liderados por Pedro Bordaberry y a los medios de comunicación de participar de una especie de campaña para desprestigiar al Uruguay justo en la época que precisa las divisas de los veraneantes.
“(Los dirigentes de Vamos Uruguay) mostraron una irresponsabilidad y pobreza intelectual alarmante. Generaron alarma social sin tener en cuenta el cargo que ejercen”, dijo Bonomi.
Por su parte, Amado recordó que ni siquiera el vicepresidente Danilo Astori se salvó de que lo robaron y calificó de “muy mediocre” las declaraciones del jerarca acerca de que la sacó barata porque no salió nadie lastimado.
Bonomi reconoció que iba a responder la alusión con una “chicana política”. “En el 86 le robaron a (el ministro del Interior, Antonio) Marchesano. Y después se robaron una persona de una comisaria”, dijo en alusión al secuestro de Eugenio Berríos durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle.
Amado arremetió fijando su vista en la esposa de Bonomi, la diputada Susana Pereyra, quien se acomodó en una de las bancas. “Vino a acompañarlo como barra brava”, señaló. Y luego opinó que Bonomi “se mudó” a Parque del Plata y no volvió a su barrio a ver cómo siguen las cosas.
Al final, –antes de que se aprobara una moción de apoyo al ministro– y no queda muy claro a santo de qué, los parlamentarios terminaron hablando de los comunicados 4 y 7 de las Fuerzas Conjuntas de 1973 y de la participación de Juan María Bordaberry en el golpe de Estado de ese mismo año. Las joyas (no) robadas
El mediático robo a las joyas del italiano Lapo Elkmann en una mansión de La Barra –que ganó varios títulos en todo el mundo– en realidad no existió, dijo el ministro Eduardo Bonomi en la interpelación. “Las joyas nunca entraron a Uruguay”, dijo el secretario de Estado. De ser así, lo hecho por Ashkenazi y Elkhann Agnelli podría configurar simulación de delito.