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Empresarios del cannabis usan cuentas personales para burlar trabas del sistema financiero

Los emprendedores de la industria del cannabis buscan asociarse para ponerle presión al gobierno
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18 de septiembre de 2018 a las 11:33

Un auto Fórmula 1 o haber ganado el primer mundial de fútbol son los dos ejemplos que un grupo de emprendedores de la industria del cannabis medicinal usaron para ilustrar la “revolución” global que constituyó la aprobación de la ley que habilitó la producción y distribución de cannabis en diciembre de 2013 por parte del Parlamento uruguayo.

Para estos empresarios, que el 5 de setiembre participaron de una actividad organizada por el Centro de Innovación y Emprendimientos (CIE) de la Universidad ORT,  Uruguay es el lugar ideal para desarrollar la industria del cannabis que proyecta un movimiento de US$ 50 billones de dólares a nivel mundial.

“Uruguay tienen lo que se necesita para ser un jugador dominante en esta industria global: marco normativo, talento y condiciones para ser uno de los principales productores de cannabis medicinal del mundo”, dijo Andrea Kruchik Krell de la empresa YVY que fue una de las convocantes de la actividad.

Sin embargo, estos emprendedores advierten la falta de decisión política al más alto nivel –que se traduce en trabas burocráticas- para terminar de implementar la norma que contempla los usos medicinales e industriales del cannabis.

“Esto tiene un carácter épico. Somos los primeros que legalizamos. Tenemos una ley que es como un Fórmula 1, pero que después te dicen que puede ir hasta primera. Y ves que todos los demás están calentando los motores y van a salir a 800 por hora. Y vos vas a 40 por hora. Y decís: por favor déjenme poner segunda, tercera o cuarta si no me pasan todos y vamos a ver la polvareda de los que van adelante”, dijo Eduardo Blasina de Cannabis Medicinal Uruguay.

Los empresarios coinciden que con la regularización, Uruguay se puso a la cabeza de esta nueva industria . El ser punta de lanza provocó el interés de inversores nacionales y extranjeros. “Está de moda, es la industria con más dólares volando sin destino en el mundo”, resumió Mercedes Ponce de León, empresaria del sector y moderadora de la actividad. En la intervención de cada uno de los emprendedores apareció la convicción de que son muchos los que quieren invertir sus dólares en proyectos vinculados al cannabis en Uruguay.

“A la semana que se dijo que se iba a hacer esto, yo tenía en la oficina un broker canadiense que trajo un dossier de papeles y me decía que tenía US$ 50 millones para invertir”, contó el exsecretario de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, que estaba entre el público que participó de la actividad.  

La oportunidad luce tan seria que ya se empezaron a acercar a la industria empresas farmacéuticas o de envasado “mainstream” como Constellation Brand o Heineken, que producen a gran escala.

Pero a medida que el tiempo pasa, no se solucionan las trabas burocráticas y otros lugares que van recorriendo la senda de la regularización despegan –algunos estados de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Australia, Sudáfrica, Perú o Colombia por nombrar algunos que se mencionaron-, los emprendedores advierten que se irá perdiendo esa ventaja comparativa de pegar primero.

“Todavía seguimos bien adelante en la cabecera. Hay tiempo, el mercado es gigante y hay lugar para todos. Necesitamos más gente que se la juegue”, dijo Felipe Llodrá, cofudnador de Flora.

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Por eso los empresarios coincidieron en la necesidad de organizar el ecosistema del cannabis medicinal de Uruguay, sumar voluntades y abrir la cancha para transformarse en un grupo de presión. “La única forma que se vayan todas las trabas que hoy hay es que seamos más”, dijo Ponce de León. La conformación de una asociación civil o de una Cámara de Industrias del Cannabis ya está en camino.

“Este es el momento público de plantearnos hasta donde va nuestra valentía de desarrollar esta industria”, dijo Marco Algorta (Canapur), que está “remando contra los obstáculos” para desarrollar un proyecto de cannabis medicinal en Juan Lacaze que crearía 680 puestos de trabajo, destinaría US$500 mil para investigación científica con Udelar y Pasteur y más de US$ 50 millones de inversión de origen canadiense.

Algorta entiende que es el momento de ir a fondo en una industria que tiene el potencial de “ocupar tantos puestos de trabajo como la lechería”.

Trabas

Uno de los principales obstáculos que enfrentan estos empresarios está en las trabas impuestas por el sistema financiero, a raíz de la prohibición de la Reserva Federal de los Estados Unidos de avalar cualquier operación que refiera al negocio del cannabis.

Los emprendedores, de todas maneras, buscan la forma de sortear este obstáculo. “Como todo en esta industria hay que ser creativo y hay que buscarle la vuelta. Mucha gente usa cuentas personales”, dijo Kruchik. Y Algorta ratificó. 

“Desde Uruguay no podemos hacer mucho”, agregó Algorta quien dijo que una opción era que se aprobara una norma como  el Memorando Cole en Estados Unidos que estableció la “no persecución” de quienes trabajan con el cannabis. Es eso o esperar a que los cambios tengan su efecto y que la banca de primera línea –como el Banco de Montreal- empiece a trabajar con dinero que provenga del negocio del cannabis.

Un segundo problema que todos detectan es la falta de “conocimiento” para producir a escala industrial dada la limitada experiencia que hay en el mundo. Blasina reclamó que hay una actitud científica de “demorar lo más posible” la investigación en el tema y ejemplificó con el caso de un estudiante en la Facultad de Agronomía que se graduó como el mejor de su generación, se ganó la posibilidad de hacer un posgrado en lo que quisiera y al elegir el tema cultivo del cannabis fue vetado. “Debería haber una cátedra de cultivo de cannabis”, manifestó aunque sabe que esto es difícil que se concrete.

Blasina entiende que, más allá de la ley, en Uruguay hay un prejuicio social y que es necesario hacer un “click cultural”. El ingeniero agrónomo dijo que Uruguay debe decidir si “va para adelante o no” porque hasta ahora “no genera convicción”. Los emprendedores del cannabis reclaman su derecho a ser una industria más.

Licencias otorgadas

En 2017 se otorgó recién la primera licencia para Fotmer S.A., una empresa que recibió permiso para producir diez toneladas de flores de cannabis por año para hacer investigación científica. Otros cinco proyectos académicos recibieron autorizaciones y declaraciones de interés desde entonces.

También en 2017 se otorgó una licencia de industrialización para Medicplast S.A., quien puso en mercado el primer producto médico –un aceite- que se hace con derivados del cannabis: epifractán. Esa misma empresa desarrolló este año una crema hidratante en base a derivados del cannabis. En ambos casos la materia prima se importa desde Suiza lo cual eleva los costos del producto.

Justamente el acceso es uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los pacientes, dijo Ponce de León. Las diferentes alternativas que presenta el “mercado gris” de sustancias y aceites hechos en situaciones no controladas ni estandarizadas puede “generar muchísimos problemas sanitarios para los pacientes”, detalló.

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En tanto, hay una vía legal de acceso a productos farmacéuticos a través de un recurso que se presenta ante el Ministerio de Salud Pública cuando el paciente necesita de un producto que no existe. En este marco se permite la importación libre de impuestos. Muchos optan por el aceite conocido como Charlotte Web producido por CW Botanicals (de Colorado, Estados Unidos). Otros optan por los tres tipos de aceite y los comprimidos por un laboratorio de origen suizo-alemán. En todos los casos se trata de productos de alto costo por lo que dificulta darle continuidad al tratamiento.

En materia de producción de cáñamo en variedades no psicoactivas se otorgaron diez licencias a empresas que tienen 1200 hectáreas habilitada para la producción. La empresa BCDB, con capitales uruguayos y argentinos, ingresó en el mercado del cáñamo cuatro años atrás y hace uno y medio que tiene sus casi 4000 plantas a la altura de Neptunia.

Es la compañía que le suministra el cáñamo a la yerbatera para que Consentina y La Abuelita se presenten como yerbas con “agregado de cannabis no psicoactivo”. La empresa tienen otros 25 productos en elaboración que incluyen desde barras de cereales y miel hasta alfajores con cáñamo. Pero si las demoras de salida al mercado siguen tan lentos como hasta ahora la empresa analiza en mover sus operaciones hacia Estados Unidos.

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