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Casavalle nos interpela

Lo que debería ser un motivo de orgullo para todo Uruguay terminó opacado por detalles que no van al centro de la obra en cuestión
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24 de febrero de 2024 a las 05:01

El pasado lunes, con la presencia del presidente de la República Luis Lacalle Pou y de todo el gabinete, se inauguró en Casavalle, el Centro de Referencia de Políticas Sociales. El centro “Aparicio Saravia”, que así se llama el nuevo establecimiento, estará ubicado en las inmediaciones de la avenida Aparicio Saravia, en la zona de Casavalle, en un edificio donde anteriormente funcionaba una unidad militar, que fue cedido por el Ministerio de Defensa. Tendrá 24.000 metros cuadrados y atenderá a  residentes de los barrios Piedras Blancas, Marconi, Casavalle, Jardines del Hipódromo, Las Acacias, y Manga, abarcando unas 100.000 personas.

Las 16 instituciones públicas que se asentarán en dicho centro albergarán a 250 funcionarios estables. Y estarán, por supuesto, las oficinas de la UTE, de la Antel, la de OSE, y la del BROU. Las empresas estatales no pierden presencia. También habrá consultorios, oficinas del Ministerio del Interior y de Identificación Civil.

Se trata una obra muy importante para una de las zonas de la capital con más problemas de inseguridad pública, deserción educativa, pobreza, y desempleo. Una zona que estuvo muy abandonada hasta que el empuje privado, a través de liceos e instituciones educativas de excelencia, la puso en nuestra mira. Allí surgieron el Liceo Jubilar, el Liceo Impulso, el Centro Los Pinos que revolucionaron la zona, ofreciendo una salida educativa y laboral a mucha gente que vivía en la marginalidad y carecía de esperanzas de integrarse a la sociedad. El año pasado se agregó el Liceo Público 69, que pretende ir por el mismo camino.

Ahora el estado da un paso adelante en la mejora de la calidad de vida de las personas que viven en la populosa cuenca de Casavalle. Y ello debe ser celebrado. Sin embargo, lo que debería ser un motivo de orgullo para todo Uruguay terminó opacado por detalles que no van al centro de la obra en cuestión.

En el acto de inauguración también participaron otras autoridades del Poder Ejecutivo y los precandidatos y otras figuras del Partido Nacional (PN). La decoración elegida -los famosos globos “celestes y blancos”- fue cuestionada tanto por la oposición como por integrantes de la propia coalición de gobierno, que la interpretaron como propia de un “acto partidario”.

El senador y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, sostuvo que el uso de los colores del PN “fue un error” y “algo que no corresponde”. “Lo que correspondía ahí era la bandera nacional y nada más”. “Lo digo con honestidad, pero me parece que quien lo vistió de acto partidario se equivocó”. También surgieron críticas desde el Partido Colorado.

Más dura estuvo la intendenta de Montevideo y precandidata del Frente Amplio (FA), Carolina Cosse, quien reiteró su preocupación, expresada en otras oportunidades, de que el gobierno y el presidente  se involucren en la campaña, algo que, el caso del presidente y autoridades ejecutivas, está prohibido por la Constitución. Por algo renuncian ministros e intendentes.

El presidente tiene toda la legitimidad para inaugurar este y otros centros. Y seguramente inaugure muchas más obras públicas de aquí al final de su mandato. Bien por el país y bien por el presidente.

Pero ello no quita que haya que ser muy cuidadoso en la organización de estos actos. La presencia de precandidatos presidenciales de un solo partido, y más bien de un solo sector -el senador Gandini estuvo presente pero lejos del epicentro del acto- no es necesaria ni conveniente, salvo que sea un acto que convoque a todos los precandidatos por su condición de tales.

Tampoco es necesaria y, menos aún conveniente, la parafernalia partidaria. Como decía el senador Manini, lo único aceptable era “la bandera nacional” y punto. Estas obras las hace un gobierno pero pertenecen a todo el país y quedan para todo el país. Acierto del gobierno que decide y ejecuta, sí, pero acierto que pertenece al país y no a una colectividad política. Ni a la coalición de gobierno y menos aún a sectores de la misma. Es algo a cuidar cuando se ingresa en la campaña electoral, que promete ser dura y pareja.

Por otra parte, cabe celebrar que se preste atención a zonas carenciadas en tanto esto no se limite a dar un pescado por una vez en lugar de enseñar a pescar.

Parece ser que de la tarea importante -enseñar a pescar, que es la única manera de salir de la pobreza y la marginalidad- se están ocupando los privados con liceos y centros educativos de excelencia que demuestran, incluso, cuanto mejor podría estar la educación pública de nuestro país si la misma se gestionara con otro estilo, dedicación y competencia.

Algunos dirán que los liceos privados reciben financiamiento público, vía las donaciones de empresas que se descuentan de impuestos. Es verdad. También es verdad que son los impuestos de todos los que financian la educación pública y no por ello se obtienen mejores resultados. Al menos en estos casos se sabe que el dinero de los contribuyentes está bien aprovechado. Y se sabe que la idea de Ernesto Talvi, de construir 136 liceos públicos de gestión privada en zonas carenciadas de Montevideo y del resto del resto del país era y sigue siendo una idea válida. Es una idea renovadora que puede ayudar a miles de jóvenes a encontrar un camino para salir de la marginalidad e insertarse en la vida laboral y social. Es una idea que, si tiene éxito, también combate al crecimiento de la droga y del narcotráfico y de la inseguridad.

Obras como la que se inauguró el pasado lunes y otras que deberían plantearse como políticas de estado en el área educativa -algo muy difícil por la oposición de los gremios docentes a los que ninguna reforma les viene bien, ya sea la de Rama, la que intentaron Mujica y Vázquez, y la del actual gobierno- son necesarias para el país. Es que la buena educación es vital, y eso ya está probado hasta el cansancio en la teoría, pero sobre todo en la práctica, recupera valores, abre horizontes, encauza conductas, une familias, derrota a la droga.

Lo importante de la inauguración del pasado lunes es demostrar como la acción complementaria del sector público y del sector privado pueden solucionar problemas de larga data. Es preciso ahora potenciar esa colaboración para erradicar la violencia, la droga y abrir un futuro a los jóvenes de la zona.

Casavalle nos interpela. ¿Seremos capaces de dar respuesta a esos problemas o seguiremos jugando a la política menor de quién hizo esto o quién hizo lo otro?

 

 

 

 

 

 

 

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