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Caso Maldonado: ministra se transforma en "botín de guerra"

Patricia Bullrich en el ojo de la tormenta; oposición quiere su renuncia
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11 de septiembre de 2017 a las 05:00
Está en el manual de cualquier aprendiz de político: sacar a un ministro ha sido siempre uno de los mayores logros de un opositor ante un gobierno. Significa infligir un daño de imagen y exponer una debilidad del presidente de turno, que queda desprestigiado ante la opinión pública, al quemar un funcionario "fusible" como única forma posible de contener una crisis.

Lo sabía bien Cristina Fernández de Kirchner, para quien echar a un funcionario cuestionado era algo inconcebible. Aun con aquellos seriamente criticados desde fuera y desde dentro de sus filas, siempre hacía cuestión de elogiar en público y ratificar su continuidad.

Así ocurrió con figuras que, a fuerza de ser defendidas, terminaron siendo emblemas de su gobierno, como Guillermo Moreno o Julio de Vido.

Y luego, en la vereda de enfrente, el kirchnerismo ya se fijó tempranamente el objetivo de apuntar contra ministros de alto perfil: no por casualidad, la consigna "Chau Aranguren" fue el centro de la estrategia opositora cuando el debate más caliente pasaba por el reajuste de las tarifas públicas.

Ahora, queda cada día más claro que la nueva protagonista de esa puja clásica es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

De hecho, el caso Santiago Maldonado parece ir perdiendo gradualmente su foco policial para transformarse en una pulseada política en torno a la continuidad de la ministra y su responsabilidad por el "encubrimiento" a las responsabilidades de la Gendarmería en la desaparición del joven.

El hashtag "BullrichRenuncia" fue instalado en Twitter y es uno de los tópicos más fuertes en las redes sociales en estos días.

El tema cobró más fuerza a partir del cambio de carátula en la causa judicial: al denominarse "desaparición forzada", el caso pasa explícitamente a implicar una culpa estatal.

Y el discurso del hermano de Maldonado, en el acto de Plaza de Mayo, dio la señal final: la pregunta "¿Dónde está?" pasó a ser sustituida por el pedido de que Bullrich diera "un paso al costado".

Por si faltaba un complemento para esta consigna, los incidentes posteriores al acto, con la siembra de sospecha sobre si hubo policías que iniciaron los desmanes, aportaron el ingrediente político que faltaba.

Una enemiga ideal

En la agenda política de la oposición, y especialmente del kirchnerismo, Bullrich pasó a ser una pieza codiciada. Como aspiración de mínima, se aspira a desprestigiar a la ministra y, por "propiedad transitiva", al resto del gobierno de Mauricio Macri.

Y, como objetivo de máxima, forzar su renuncia antes de las elecciones del 22 de octubre, lo cual implicaría una victoria política: supondría un cambio en la agenda pública justo cuando el gobierno, que antes prefería no hablar de economía, empieza a tener buenos resultados para mostrar.

La propia expresidenta dio pistas al respecto: el día en que anunció su ajustada victoria tras el escrutinio definitivo de la provincia de Buenos Aires, llamó a su militancia a cambiar la estrategia.

Así como en las PASO el foco estuvo en los costos sociales del ajuste económico, para esta nueva etapa habría que instalar una "campaña ciudadana" con foco en los derechos humanos y los valores republicanos.

"Debo admitir que hacía mucho tiempo que no sentía esta naturalización del mal en las instituciones de la democracia argentina. No quiero que Argentina vuelva a ser un país donde el que piensa diferente tiene miedo", planteó la exmandataria.

Y escribió en las redes sociales: "Si la ministra tiene otras hipótesis sobre la desaparición de Santiago Maldonado, ¿por qué miente a sabiendas? ¿A quién está protegiendo?".

La "hipótesis" en cuestión refiere a una frase de Bullrich en la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, en la cual, durante una conversación informal, la ministra dijo que nada podía descartarse, incluyendo que "se le haya ido la mano a algún gendarme" en una acción represiva.

Luego, desde el oficialismo se relativizó el sentido de esa frase y se acusó a la oposición de sacarla de contexto, para presentarla como si fuera la hipótesis principal que se maneja en el gobierno.

¿Apoyo genuino o calculado?

La condición de Bullrich como "trofeo de guerra" no sólo queda evidenciada por la estrategia adoptada por parte de la oposición, sino también por la forma en que el gobierno salió a defender a la funcionaria.
Aunque corrió la versión de que hubo críticas internas sobre el accionar de la ministra, la realidad es que, a la hora de las declaraciones públicas, todo el macrismo decidió apoyarla. Por caso, en su presentación ante el Congreso, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, afirmó que en el gobierno están "muy contentos con el trabajo que lidera" Bullrich.

La frase no se refería únicamente al caso Maldonado, sino, sobre todo, a los avances "en el combate contra el narcotráfico y la reforma en las fuerzas de seguridad".

En definitiva, el mensaje entre líneas del gobierno parece claro: Bullrich se convirtió en una funcionaria efectiva en el combate al crimen organizado, su accionar deja en evidencia la falta de resultados de la gestión kirchnerista y es por eso que se la persigue políticamente.

Esto a su vez plantea un debate entre los analistas: ¿es positivo para el gobierno defender a una funcionaria cuestionada por un tema de derechos humanos, con el argumento de su accionar en el plano de la lucha antinarcos?

Muchos creen que es un error político. Como Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas, para quien el macrismo "se expone a pagar un costo por renunciar a tener una agenda de derechos humanos".

"Es evidente que Macri tomó la decisión de defender a Bullrich pase lo que pase. Creo que lo hará incluso si se llegara a probar que Maldonado fue desaparecido por la Gendarmería. En ese caso se trataría de plantear el tema como una cuestión de responsabilidades individuales de los involucrados y no como un problema institucional", agregó.

Desde ese punto de vista, en la dinámica de la pelea por sostener a Bullrich, el riesgo del macrismo es caer en una estrategia comunicacional que puede ser interpretada como una justificación de "excesos" en el accionar policial. Algo así como "reprimen mapuches pero descubren droga".

Falta la respuesta a la gran pregunta: ¿tendrá el caso Maldonado un impacto traducible en votos?
Las encuestas no lo reflejan, o al menos no todavía. Es posible que eso refuerce la postura del macrismo de cerrar filas en torno a la ministra.

En todo caso, lo que nadie duda es que en las próximas semanas esta pelea se agudizará. La oposición ya decidió que es buena estrategia política que Bullrich sea la cara del gobierno.

A diferencia de lo que ocurre con la economía, que hoy no está a cargo de funcionarios conocidos masivamente como en los viejos tiempos, en el área de la seguridad hay alguien de alto perfil.

Para el kirchnerismo, ese es otro motivo para sacar fichas del tema de la deuda externa y apuntar más a los derechos humanos.

El rostro de Bullrich es ampliamente conocido y se le puede hacer "memes" en las redes sociales, gracias al gusto de la ministra por participar en los operativos vistiendo uniforme militar. En términos de comunicación política, un blanco ideal.

El gobierno toma distancia de la Gendarmería

Luego de respaldar fuertemente, por más de un mes, a la Gendarmería en la polémica desaparición del artesano Santiago Maldonado, varios integrantes del gobierno argentino tomaron distancia de esa fuerza federal en un caso que complica al Poder Ejecutivo.

El ministro de Justicia, Germán Garavano, afirmó la semana pasada que no pone "las manos en el fuego por nadie" en el marco de la investigación por la desaparición de Maldonado, visto por última vez el 1° de agosto durante una acción de la Gendarmería (policía militarizada) contra una protesta de una comunidad mapuche en el sur de Argentina.
Garavano indicó que se trata de "un hecho muy grave" en el que "hay que estar abierto a cualquier hipótesis". En el mismo sentido, se había expresado el jefe de Gabinete, Marcos Peña, ante el Congreso: "No damos por sentado que fue Gendarmería, tampoco que no lo fue".

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