Mundo > Ley del silencio

China, la NBA y la Premier League: la otra guerra comercial

El régimen de Beijing utiliza su enorme poder económico en el deporte de Occidente como un arma para acallar voces disidentes y críticas a su política de derechos humanos
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22 de diciembre de 2019 a las 05:00

El pasado mes de octubre un directivo del cuadro de la NBA los Rockets de Houston desató una gran crisis con el gobierno de China por la mera publicación de un tuit en el que el hombre apoyaba las protestas por la democracia en Hong Kong. “Lucha por la libertad, apoya a Hong Kong”, era todo lo que decía el escueto mensaje de Daryl Morey, que poco después tuvo que borrar asediado por las inesperadas ramificaciones del caso.

Inmediatamente el gobierno chino suspendió las transmisiones televisivas de la NBA. Las empresas paraestatales retiraron prestas sus patrocinios. Los grandes anuncios con las estrellas de los Houston Rockets en las paredes de las ciudades chinas fueron pintadas totalmente de negro, y la página web del equipo fue bloqueda de los servidores chinos de internet.

El episodio le costó a la NBA cientos de millones de dólares en pérdidas, y el propio comisionado de la célebre federación, Adam Silver, tuvo que salir a dar unas declaraciones un tanto vergonzosas, en las que “lamentaba” los comentarios “decepcionantes e inapropiados” de Morey. Con ello logró que se restablecieran las transmisiones de los partidos, excepto aquellas en las que juegan los Rockets, que hasta el día de hoy no se transmiten en la televisión china.

Las estrellas de la NBA, que normalmente son muy vocales sobre una gran cantidad de temas políticos y sociales, han guardado un silencio atronador sobre este asunto, salvo aquellos jugadores que inexplicable, o tal vez explicablemente, han salido en defensa de China, en contra de los dichos de Morey. Algunos de ellos lo han hecho de un modo bastante humillante, por cierto, y hasta han dado un poco de vergüenza ajena. Pero la televisión china –que es lo mismo que decir, el régimen comunista chino—  no ha dado por cerrado el episodio, y advierte que un caso así no se puede repetir. Como si se tratara de un acto de traición o algo por el estilo.

La última semana le tocó el turno a la Premier League, la liga de fútbol de Inglaterra, que también factura miles de millones de dólares en China. Los chinos no se andan con chiquitas. Después de que el crack del Arsenal Mesut Ozil criticara en su cuenta de Instagram el trato inhumano que el gobierno chino da a la población musulmana Uighur en la región de Xinjiang, se desató el infierno en China.

La condena del régimen otra vez fue inmediata. El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, dejó claro que el club Arsenal, o tal vez toda la Premier League, podrían ser “penalizados” en China del mismo modo que lo fueron la NBA y los Rockets de Houston. Y en cuanto a las críticas de Ozil respecto de las condiciones en Xinjiang, simplemente dijo que el futbolista era un hombre engañado por las fake news.

El problema es que la brutal represión y graves violaciones a los derechos humanos en Xinjiang, donde un millón de Uighures (musulmanes de etnia turca) han sido recluidos en campos de concentración, las ha reportado la ONU, organizaciones como Human Rights Watch y medios como The New York Times, The Guardian o la revista Foreign Policy. Difícilmente toda esa cobertura pueda ser tachada ahora de fake news como alegremente sugiere el gobierno chino.

Ozil, que es alemán pero de ascendencia turca, y de fuertes vínculos con la nación del Asia Menor, denunció esos abusos del régimen chino en un post que pasó desapercibido en todas partes menos en China. La Televisora CCTV (estatal) canceló el domingo pasado la transmisión del partido entre el Arsenal y el Manchester City. Los comentaristas en todos los medios estatales han crucificado a Ozil, y la Asociación de Fútbol China se ha declarado “indignada y decepcionada” de los dichos del jugador. 

Todas las páginas y enlaces de internet referentes a Ozil han sido bloquedas de los servidores chinos, y el editor del Global Times (el diario chino que se edita en inglés para el mundo, órgano del Partido Comunista), Hu Xijin, acusó en un tuit al futbolista de llamar a una yihad global. El periodista ha tenido luego el tino de borrar su incendiario post; pero la presión sobre el Arsenal y el linchamiento público de Ozil no han mermado un ápice.

Sin llegar a los niveles de humillación que se han visto en la NBA, el Arsenal se ha desmarcado de los comentarios de Ozil, declarándose una institución “apolítica”. “Debemos dejar muy en claro que esa es la opinión personal de Mesut”, manifestó el club en un comunicado. Pero los conocedores del régimen chino en estas lides sostienen que no va a ser ni por asomo suficiente. Y en China piden hasta que el mediocampista sea despedido.

Un directivo de la Premier League con experiencia en el manejo de China le dijo al Daily Telegraph que el Arsenal va a tener que hacer una disculpa pública, al menos en su página de internet. De lo contrario, sufrirá el boicot como los Rockets, o hasta peor.

El lector podría preguntarse por qué este artículo no ha sido destinado a la página de deportes. Pero no, lo que está en juego son derechos fundamentales. El régimen chino al boicotear comercialmente espectáculos deportivos está cercenando la libertad de expresión de los deportistas y de todo aquel involucrado en la industria.

¿Cuánto falta para que eso se extienda a otros órdenes de la sociedad? Porque si son capaces de acallar a las dos ligas deportivas más poderosas del mundo, como son la NBA y la Premier League, con ganancias superiores al PIB de varios países, podrían hacerlo virtualmente con cualquiera.

Y América Latina, con la dependencia actual de China, donde varios países la tienen como primer socio comercial, aparece como particularmente vulnerable. Hoy es el desconocimiento de Taiwan lo que se ha exigido; y en términos de acción, su apoyo a la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela lo que preocupa. ¿Mañana qué va a ser?

Sabemos lo que ha sido un mundo con Estados Unidos como primera potencia, que lejos de ser ideal, ni siquiera justo, hay ciertos valores democráticos que es menester respetar, al menos en Occidente. ¿Cómo será un mundo bajo el dominio de China? Si los episodios de la NBA y la Premier League son una muestra, nada bueno nos espera.   

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