Mundo > El avance de China

China transforma islas artificiales en bases militares para acrecentar su dominio

La construcción de islas artificiales en el mar de China Meridional provoca tensiones en una región de alto valor estratégico
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28 de abril de 2018 a las 05:00
En un intento por reivindicar su teoría neorrealista en el mundo posguerra fría y acallar a sus críticos, el teórico internacionalista Kenneth Waltz escribió hace 12 años un artículo en el que lanzó una predicción incómoda: el próximo conflicto capaz de crear un nuevo balance de poder estará situado en el Pacífico asiático. Y, a juzgar por las dinámicas que esa zona del mundo tuvo en la última década, el pronóstico del académico está camino a convertirse en una profecía.

En ningún otro lugar del globo hay un cruce de intereses tan pronunciado como en Asia Pacífico. Allí hay una potencia en constante crecimiento que procura mantener el orden de su región y otra potencia establecida que procura mantener su capacidad de influenciar en todos los rincones del planeta.

China y Estados Unidos compiten en todo el mundo pero las sensibilidades se vuelven más evidentes en una región que tiene a otros actores interesados y sensibles a los movimientos de sus rivales.

La encrucijada geopolítica llevó a que China comenzara a tomar medidas que amenazan a sus competidores. La tensión escaló en el mar de China Meridional (también conocido como mar del Sur) a raíz de la construcción de islas artificiales por parte de Pekín.

US$ 175 mil millones es el presupuesto militar de China para 2018, el segundo del mundo después del de Estados Unidos, lo que supone un aumento de 8,1%, respecto al año anterior.
A pesar de que las autoridades chinas argumentan que estas islas serán usadas solo para misiones de rescate e investigación científica, hay evidencia que muestra que el gobierno de Xi Xinping llevó equipamiento militar a esas construcciones artificiales (incluso hay imágenes de la construcción de una pista de aterrizaje en una de ellas). El temor de Estados Unidos y sus aliados en la región es que la construcción de esas bases militares sobre el agua tuerza el débil balance de poder en ese mar.

La medida no es ocasional. Desde 2012, China incluyó las islas Paracel y Spratly como parte de sus "intereses nacionales básicos" y anunció que hará lo necesario para defender sus intereses vitales. En consecuencia, Pekín reforzó en los últimos años su presencia en el mar de China Meridional, lo cual es un llamador de atención para todos aquellos que reivindican territorio marítimo: Brunéi, Indonesia, Malasia, Filipinas y Taiwán, además de China.

"Si bien con el proyecto One Belt, One Road Xi Jinping busca diversificar las rutas comerciales chinas hacia Europa, el mar de China Meridional continúa siendo fundamental para China, no solo como ruta marítima sino también por los recursos minerales de la zona. Es por ello que Pekín refuerza su presencia militar allí", dijo a El Observador Diego Telias, especialista en Asia Pacífico y docente de la Licenciatura en Estudios Internacionales de la Universidad ORT.

No es difícil advertir que el objetivo chino es fortalecer su capacidad de disuasión. Pero la medida es polémica en tanto que ese territorio aún es un lugar en disputa.

Zona estratégica

Esta área salpicadas de cientos de islotes y arrecifes es de notable importancia debido a su ubicación estratégica, las rutas marítimas que conforma (más de la mitad del tonelaje de la flota mercante mundial navega a través del mar de China Meridional) así como los recursos minerales y naturales que contiene, entre los que se destacan la pesca y grandes reservas de petróleo y gas.

China levantó sospechas mediante la introducción de poder militar en las islas Spratly –un archipiélago rodeado por ricos bancos de pesca y yacimientos de gas natural y petróleo- que son reivindicadas por China, Taiwán, Vietnam, Malasia y las Filipinas.

Desde el punto de vista jurídico, las construcciones de islas artificiales plantean inquietudes sobre el incumplimiento de la Declaración de la Conducta de las Partes en el mar de China Meridional de 2012, que establece el respeto de la libertad de navegación y sobrevuelo sobre ese mar, según lo dispuesto por la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar.

Estados Unidos dejó claro que la construcción de las islas no habrá de restringir la actividad marítima legal que hace en esas aguas y avisó que ignorará cualquier demanda china de aguas territoriales basadas en esas nuevas islas artificiales.

"El mar de China Meridional continúa siendo fundamental para China, no solo como ruta marítima sino también por los recursos minerales de la zona. Es por ello que Pekín refuerza su presencia militar allí", dice el analista Diego Telias
"No debe haber ninguna duda: los Estados Unidos volarán, navegarán y operarán donde sea que el derecho internacional se lo permita. Estados Unidos, junto con sus aliados y socios, no será disuadido de ejercer estos derechos. Después de todo, convertir una roca bajo el agua en un aeródromo no adjudica derechos de soberanía ni permite restricciones en el tránsito aéreo o marítimo internacional", dijo el exsecretario de Defensa, Ashton Carter, en una conferencia sobre la seguridad de Asia Pacífico que tuvo lugar en Singapur en 2015.

Los últimos días de la administración de Barack Obama y los primeros de la de Donald Trump mostraron un inequívoco enfrentamiento por este tema, que provocó fuego diplomático cruzado y hasta algunos movimientos militares que buscaban proyectar poder.

Sin embargo, Telias explicó que los países con disputas territoriales han seguido la estrategia de no caer en la compleja disyuntiva Pekín-Washington y, en cambio, apostaron a diversificar los socios estratégicos.

"La mayoría de los países del sudeste asiático intentan estrechar relaciones con los llamados middle powers (poderes medios). Un claro ejemplo es la cooperación estratégica de Vietnam con India o el acercamiento de Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) con Australia", dijo el especialista.

De hecho, las disputas del mar de China Meridional fueron el centro de la Cumbre Australia - Asean que se realizó en Sídney a mediados de marzo y que finalizó con un llamado a la conclusión de un código de conducta para dirimir las disputas.

Hay quienes defienden que China tiene objetivos estratégicos limitados y que su aproximación cambiante desde el 2010 está condicionada por un creciente nacionalismo y sus interacciones con los otros Estados que pretenden una parcela de mar territorial, en particular Filipinas y Vietnam. Pero eso no implica que Pekín tenga en su horizonte la promoción de un cambio del statu quo en la región.

Vietnam y Filipinas

Los dos países que le han plantado más obstáculos a China en su juego expansivo marítimo con la construcción de islas artificiales fueron Filipinas y Vietnam.

En 2013, Filipinas presentó una demanda ante el Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya para iniciar un procedimiento de arbitraje obligatorio en virtud de la Convención del Mar. China rechazó la jurisdicción del Tribunal Arbitral y contestó que las islas Spratly le pertenecen.

Tres años después, el tribunal de La Haya le dio la razón a Filipinas en su litigio con China. El tribunal no encontró base legal para que Pekín reclamara "derechos históricos" sobre los recursos de las aguas estratégicas situadas en el interior de la denominada "línea de nueve puntos" trazada por las autoridades chinas. Como era de esperar, Pekín no aceptó ni reconoció el veredicto.

Sin embargo, la relación bilateral cambió bajo el mando del polémico presidente Rodrigo Duterte. Filipinas, que ha sido un aliado histórico de Estados Unidos, se acercó a China en la búsqueda de explotar recursos en conjunto en áreas disputadas.

"Esta posible iniciativa marca un cambio de estrategia con respecto a la administración filipina anterior y refleja un acercamiento entre Pekín y Manila en los últimos meses, principalmente por el avance de inversiones chinas en Filipinas", señaló Telias.

Pero el acercamiento no estuvo libre de problemas y los cruces diplomáticos y movimientos militares continuaron.

Vietnam es uno de los pocos países que se plantó ante las ambiciones regionales de China. Durante la administración Obama hubo un importante acercamiento con Hanói que se logró, más que nada, a partir de la responsabilidad que el gobierno estadounidense asumió por la guerra de Vietnam. La histórica visita del portaaviones norteamericano USS Carl Vinson, en marzo, demuestra la fortaleza de la relación entre Vietnam y Estados Unidos en la búsqueda conjunta de balancear el poder de China en la región.
Es indudable que China tiene capacidad disuasoria frente a la amenaza que le significa Vietnam y Filipinas, pero difícilmente quiera usar esa ventaja estratégica de alguna forma que pueda ser vista como muy agresiva.

Al mismo tiempo, es entendible que ni Vietnam ni Filipinas quieran enredarse en una confrontación de alta intensidad. La razón es muy sencilla de entender: ambos se encuentran en inferioridad estratégica. Pero también hay una clave económica: ni uno ni otro querrán perder oportunidades de desarrollo a través de Asean por enfrentarse con China.

Las aguas del mar de China Meridional seguirán siendo escenario de reivindicaciones, choques diplomáticos y movimientos militares en los próximos años. Eso se debe a que hay una cuestión de soberanía irresoluta y varios Estados con pretensiones sobre territorios que ofrecen recursos naturales de valía.

El futuro


El delicado equilibrio en la región depende de la restricción de las dos grandes potencias que están en concurso. En su estrepitoso ascenso, China no se mostró en público como un poder revisionista. Pero, como todo poder, no está dispuesto a que le marquen pautas vecinos de menor tamaño ni actores externos.

En su anunciada caída como hegemonía global, el Estados Unidos de Donald Trump se ha mostrado como un poder que revisa el sistema actual y que es capaz de tomar decisiones que entorpecen su propia salud y la de sus aliados.
Si Kenneth Waltz estuviera vivo, hipotetizaría que China ya se está preparando para un conflicto que es inevitable. Pero, por fortuna, las teorías a veces carecen de suficiente capacidad explicativa.

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