Por Martín Viggiano
De forma caprichosa y arbitraria dedico este post de Sacacorchos a mencionar y recomendar cinco bodegas emergentes que vale la pena descubrir. Son cinco, podrían ser más. Casi todas las elegidas, además, tienen para ofrecer un lugar agradable de visitar, además de sus buenos vinos. Por otra parte a lo largo de estos tres años del blog de vinos de El Observador hubo espacio para algunas de estas bodegas que ahora forman parte de la recomendación.
El Legado
Una experiencia muy interesante ubicada en Carmelo (Colonia), a cargo de Bernardo Marzuca, un productor agropecuario que siguió su pasión por el vino y fundó El Legado junto a su familia para hacer el vino que siempre soñó. El lugar recibe a cientos de turistas cada año y es señalado por el sitio TripAdvisor como la primera atracción de Carmelo. Marzuca tiene plantadas dos cepas tintas: tannat y syrah. A lo largo de estos pocos años de historia elaboró varietales de esas cepas, pero desde hace muy poco tiempo lanzó un gran reserva con el corte de las dos. Su tannat es fiel reflejo de ese terroir. Cuerpo delicioso, astringencia controlada, nariz con fruta madura y final en boca prolongado. Un muy buen exponente de los tannat modernos que elaboran los viticultores uruguayos desde hace algunos años.
Viña Progreso
Gabriel Pisano es uno de los hermanos que dedica su vida al proyecto familiar. La bodega Pisano, ubicada en Progreso (Canelones), es una de las más tradicionales elaboradoras de vinos finos que se mantiene en pie en Uruguay. Pero Viña Progreso nace como proyecto personal de Gabriel, el más chico de los Pisano. Como suelen hacer muchos enólogos del mundo, además de trabajar para la bodega de la familia, lleva de forma paralela un proyecto propio, con vinos de autor. Y la verdad que el resultado vale la pena. Tiene una línea de varietales muy honestos y expresivos. De ellos destaco el sangiovese (tinto), una cepa tana que se desarrolla muy poco en la escena local. Pero a las claras el gran vino que elabora Viña Progreso se llama Sueños de Elisa. Un tannat profundo y llenador del que ya escribí algunas líneas para elogiarlo.
Casa Grande
En este caso también está detrás una enóloga joven hija de viñateros. Florencia de Maio desarrolló el proyecto Casa Grande en la zona del Aeropuerto de Carrasco, que además de hacer vinos garaje de gran calidad, ofrece sub productos de vino como jabones o cremas de tannat, o bien eventos en las coquetas instalaciones de su establecimiento. En cuanto a los vinos, de esta bodega sale el mejor sauvignon blanc de Uruguay, al menos para el juicio de mi paladar. Una explosión de frutas blancas y bombas herbales que lo hacen inolvidable. Hay que probarlo.
Buena Vista
Este emprendimiento propiedad de argentinos lo gestiona Caterina Viña, una reconocida enóloga uruguaya que desde hace algunos años elabora los vinos para esa empresa. Ubicada en Carmelo (Colonia), se destaca por sus tintos, sobre todo el syrah. Se trata de la reconversión de una antigua bodega ubicada más precisamente en la región de Médanos de Punta Gorda, donde se unen el río Uruguay y el río de la Plata. Como parte de su encanto presenta una mixtura entre la tecnología vitícola y las tradicionales piletas de cemento en el establecimiento.
Artesana
Un emprendimiento bien curioso para la realidad de Uruguay, ya que no se trata de una bodega tradicional familiar, sino una empresa propiedad de un extranjero que no vive en el país, y que la gestionan dos enólogas jóvenes. Valentina Gatti y Analía Lazaneo conducen Artesana, que se ubica en Las Brujas (Canelones), y que en poco tiempo lograron hacerse un lugar entre la consideración de los consumidores entendidos. Es la única bodega que elabora zinfandel, una cepa tinta emblema en California, lugar de origen del dueño del chico pero encantador establecimiento. Elaboran solo uvas tintas, y en estos pocos años de vida pusieron en el mercado una variedad interesante de productos, desde rosados hasta grandes reservas. Mi recomendación, además de probar el zinfandel por lo exótico para las vinos uruguayos, es su tannat. Como fue dicho, en los últimos años los enólogos locales pudieron dar con la tecla de esa maravillosa cepa y ahora se encuentran grandes exponentes. El tannat de artesana (también el corte con merlot) es un tinto potente pero a la vez elegante. Y lo más importante: expresa todas las características de la variedad.
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