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Cinco décadas de 2001 Odisea del Espacio, la conquista máxima de Stanley Kubrick

Hace cincuenta años se estrenó la obra más grande del cineasta y de la ciencia ficción; su pregunta "¿Estamos solos en el Universo?" todavía resuena con fuerza
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02 de abril de 2018 a las 05:00

"Al principio, queríamos llamar a la película 'Cómo se conquistó el Sistema Solar'". Arthur C. Clarke - escritor y guionista

Le dijeron que tenía que hablar con Arthur C. Clarke. Que le escribiera. El británico era el autor de algunas historias cortas de ciencia ficción para revistas, había aparecido como consultor en televisión y seguro lograría crear algo digno para llevar a la pantalla grande. Porque eso quería, ¿no? Hacer una película de ciencia ficción digna.
 
No. No quería eso. Que se lo plantearan lo fastidiaba bastante y de fastidios él sabía mucho. No quería hacer algo digno, no quería hacer una película más de ciencia ficción. El género le fascinaba, pero quería ir más allá. Quería crear la película definitiva. Quería alcanzar un hito que marcara un antes y un después para el cine mismo. Quería que sus iniciales estuvieran ligadas por siempre a una de las películas más ambiciosas de la cinematografía. Quería hablar de evolución, extraterrestres, existencialismo e historia universal. Y con todo eso, maravillar. Y después de eso, perdurar. Stanley Kubrick no lo iba a conseguir con una película "digna" de ciencia ficción. Quería más.
 
De todos modos, decidió seguir la recomendación de su colega Roger Caras y se contactó con Clarke, que no era ni tan famoso ni tan desconocido. Kubrick ya había leído algo de él y a pesar de que el autor no era tan bien considerado dentro del círculo de escritores de ciencia ficción, las historias que había encontrado en algunas revistas le habían gustado bastante. Por eso, le escribió una carta y acordaron encontrarse para almorzar en Nueva York, ciudad en la que el cineasta vivía por aquel entonces.
 
"Querido Sr. Clarke: Que interesante coincidencia que nuestro amigo en común Caras lo haya mencionado en una conversación sobre el telescopio Questar. He sido un gran admirador de sus historias desde hace un tiempo y me gustaría discutir con usted la posibilidad de hacer una película de ciencia ficción realmente buena. Mis intereses se inscriben en las siguientes áreas, siempre asumiendo, además, que tendremos la posibilidad de desarrollar un gran argumento y buenos personajes..."
 
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Era 1964 y en el primer encuentro –y a pesar de los egos enormes que enfrentaban– se entendieron bien. Estuvieron horas tirando ideas, adelantando las posibilidades de una futura creación conjunta. Antes de la reunión nadie podría haberlo imaginado, pero el insoportable de Kubrick y el indómito Clarke congeniaron enseguida.
 
El escritor había visto la adaptación de Kubrick de Lolita de Vladimir Nabokov y le había encantado. Quería saber cómo trabajaba el director. Kubrick, por su parte, había hurgado entre la bibliografía del británico y se había encontrado con algunas historias que le interesaban como punto de partida para su epopeya. El centinela, por ejemplo.
 
"Nos metimos de lleno en mis historias cortas para ver qué podíamos sacar para la película. Nos quedamos con unas seis. Una por una, las fuimos descartando. En un momento nos quedamos con dos: El centinela y Encuentros en el Amanecer. La segunda tenía naves aterrizando en la Tierra antes de que existiera el hombre y viajeros que conocían a los primeros cavernícolas. Al principio, queríamos llamar a la película Cómo se conquistó el Sistema Solar", comentó Clarke en una entrevista con The New York Times en 1999.
 
 
 
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A partir de ese primer encuentro, Kubrick y Clarke inaugurarían una temporada de largas y tensas jornadas de escritura, de planteamientos espaciales y de discusiones acaloradas. El escenario fue el mítico Chelsea Hotel, un centro cultural que desde la calle 23 oeste de Manhattan marcaba el pulso artístico de la ciudad en aquellas épocas de hippies y revoluciones.
 
Y un día surgió el guion. Journey beyond the stars. Viaje más allá de las estrellas, una historia de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke. Hoy, a 50 años del estreno, se la conoce con un título más familiar: 2001, Odisea del Espacio.
 
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El estreno

Nadie estaba preparado para lo que Kubrick y Clarke habían creado. El 3 de abril de 1968, el Sol emergió por primera vez detrás de una Tierra en penumbras, mientras las cinco notas más reconocibles de Richard Strauss invadían los parlantes de las salas. En cines no muy llenos, los monolitos negros hicieron su primera presentación. Y con ellos el amanecer del hombre y el viaje a la Luna y la travesía espacial de David Bowman y HAL 9000 y su rebelión, al final, el feto, flotando gigante en la inmensidad del espacio.
 
Pero, en el principio, todo salió mal. La crítica que la había visto en las funciones previas al estreno fue dura. Se decía que la gente se levantaba y se iba. El boca a boca condenó la película a la categoría de bodrio insufrible. ¿Tan complicada era que nadie lograba soportarla? Los espectadores aseguraban que después de 2001 salían confundidos y con dolor de cabeza. "La gente salía de las funciones previas al estreno preguntándose qué era esa mierda sin sentido", explicó, por ejemplo, el protagonista Keir Dullea a la revista Vanity Fair hace pocas semanas.
 
 
 
 
El rodaje también había sido complicado. Los roces entre Kubrick y Clarke eran varios (Kubrick le retrasaba constantemente la posibilidad de publicar la novela que Clarke estaba escribiendo sobre la historia de forma paralela al rodaje), la actitud del director era insoportable –marca registrada del bueno de Stanley– y los actores no entendían el guion que tenían enfrente. Para colmo de males, la realización se estiró demasiado y costó mucho más dinero de lo estipulado. Los responsables de la Metro Goldwyn Mayer se querían morir. 2001 terminó costando US$ 10 millones y su producción llevó cuatro años entre rodaje y postproducción. El acabado de los efectos especiales, que Kubrick quería que fueran impecables, terminó retrasando las fechas todavía más.
 
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Pero al final, el director y su odisea consiguieron justicia. De a poco, la película fue teniendo éxito entre espectadores sectarios que la ensalzaban como la obra maestra de la ciencia ficción.
 
Un grupo específico, además, comenzó a prestarle especial atención. En pleno auge de las drogas sintéticas, el viaje espacial de Bowman, aquel en el que Kubrick despliega durante varios minutos su arsenal de luces y efectos de manera ininterrumpida, fue visto como el viaje lisérgico definitivo, The ultimate trip.
 
Y así, de manera paulatina, 2001, Odisea del Espacio se convirtió en uno de los blockbusters más improbables de la historia del cine. Y Kubrick, el maestro final. Un director que derribó las fronteras semánticas, filosóficas y artísticas con su cine.
 
 

El después

Ver 2001, Odisea del Espacio por primera vez es difícil. Adentrarse en la máxima epopeya espacial que surgió de Hollywood no puede ser un acto tomado a la ligera. Hay que saber que Kubrick la va a complicar desde el minuto cero. Un acercamiento despreocupado, centrado simplemente en pasar un buen rato puede terminar en una de las peores experiencias posibles. ¿Por qué? Porque el filme es una propuesta de complejidad inmensa y con una catarata de significados que requieren de múltiples revisiones.
 
Kubrick estaba convencido de la existencia e influencia de seres de otra galaxia en la evolución humana, y junto a Clarke desarrollaron esta teoría en tres grandes arcos narrativos. Por eso la película está guiada por la aparición de cuatro monolitos de origen extraterrestre, que afectan de manera diferente el accionar de los personajes en cada momento de la película.
 
 
"La gente salía de las funciones previas al estreno preguntándose qué era esa mierda sin sentido". Keir Dullea - protagonista
 
Su preocupación por el tema era tal que temía fallar y que su película fuera tan solo otra producción de ciencia ficción. Así lo explica, por ejemplo, Anthony Frewin en su artículo Stanley Kubrick y la búsqueda extraterrestre: "SK necesitaba establecer que la búsqueda de vida extraterrestre era un asunto legítimo para la investigación científica y que la pregunta "¿Estamos solos?" tenía una profunda importancia para la humanidad. Si no lo podía hacer, creía que 2001 sería descartada como otro jugueteo con la galaxia, otra ópera espacial, otro acompañamiento para el pop".
 
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Ese no fue el único tema que incomodó a Kubrick. La evolución del ser humano y la posibilidad de ser superado por la inteligencia artificial son los otros dos grandes temas de la película, tópicos que terminaron de consolidar un combo imperecedero que influiría a muchísimos cineastas, pensadores y escritores con el transcurso de los años. George Lucas, Steven Spielberg, Sydney Pollack, William Friedkin, Christopher Nolan y Ridley Scott son algunos de los tantos nombres que, en obras posteriores, replicaron y homenajearon los conceptos y las enseñanzas que Kubrick dejó con su epopeya espacial.
 
Cincuenta años después de que en el espacio sonara el Danubio Azul, 2001, Odisea del Espacio sigue siendo una de las películas más influyentes de toda la historia. Después de aquel estreno, el espacio nunca volvió a ser tan insondable, Así habló Zaratustra nunca volvió a ser tan significativa y el cine nunca volvió a ser el mismo. Kubrick consiguió su obra maestra, un Oscar, se subió al podio de los cineastas más relevantes de la historia e impulsó los sueños de miles de espectadores.
 
Roger Caras tuvo razón. Escribirle a Arthur C. Clarke, al final, fue una buena idea.
 
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2001 Odisea del Espacio en Uruguay

El 16 de julio de 1969 se estrenó 2001, Odisea del Espacio en el cine Ambassador en Montevideo. Por sus efectos especiales y porque se proyectó en 70 mm y sonido estéreo, causó gran sensación entre el público uruguayo. Como sucedió en el resto del mundo, la película fue ganando adeptos a medida que pasaron los años y se reestrenó varias veces: en mayo de 1976, en febrero de 1978 y en junio de 1981. En 1978, también circuló por estas tierras una versión en 35 mm.
 

Homenajes

Varios eventos cinematográficos y festivales del mundo se sumarán a la fecha aniversario con actividades especiales para homenajear la obra de Kubrick. El Festival de Sitges, que se realiza en Cataluña, pondrá un monolito en honor a la película y habrá proyecciones especiales. En Cannes, mientras tanto, se hará una presentación de la producción con su metraje original presentada por Christopher Nolan, director que bebió directamente de ella para crear su película Interestelar.
 

Para investigar más

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En Uruguay hay varios libros con los que se puede ahondar aún más en la historia de 2001, Odisea del Espacio y la filmografía de Stanley Kubrick.
 
Los archivos personales de Stanley Kubrick
De: Alison Castle (ED.)
Editorial: Taschen
Páginas: 861
Precio: $950
 
2001 Odisea del Espacio
De: Arthur C. Clarke
Editorial: DeBolsillo
Páginas: 240
Precio: $330
 
The making of Stanley Kubrick's 2001 a Space Odissey
Editorial: Taschen
Páginas: 562
Precio: $2625
 

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