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Cinco lecturas que dejó el intento de derrocar a Maduro

Maduro sin pleno respaldo del ejército, Guaidó debilitado y una gestión diplomática de EEUU y de la comunidad internacional que dejó mucho que desear
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06 de junio de 2019 a las 05:02

 

1 - Maduro dejó de tener el pleno respaldo militar

Está claro que el verdadero poder en Venezuela lo tienen los militares, y el presidente Nicolás Maduro se convierte cada día más en una figura nominativa en el régimen venezolano. Las declaraciones del asesor presidencial de Donald Trump, John Bolton, sobre los supuestos acuerdos con el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López y el comandante de la Guardia de Honor Presidencial, Iván Hernández, para implementar la salida de Maduro del poder dejan en evidencia, de ser ciertas, que el alto mando ya no respalda al dictador -o al menos no todos- y que buscan un cambio de régimen, pero sin dejar de controlar el poder real.

También se notan fisuras en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), que tenía a su cargo la custodia de la prisión domiciliaria del líder opositor Leopoldo López que apareció en libertad y al lado de Juan Guaidó en el inicio de la “fase final” de la  “Operación Libertad”. El hecho determinó que el general Manuel Cristopher Figuera, director del Sebin, fuera sustituido en la noche del martes por Maduro.

Y si se considera que en el supuesto pacto también estaba involucrado el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, que habría sido el encargado de dar una salida legal a la sustitución de Maduro, queda claro que el líder del chavismo tiene serios problemas para su supervivencia en el sillón.

 

 

 

Una prueba de ello es que si bien los militares que respaldaron el alzamiento de Juan Guaidó en las afueras de la base aéra La Carlota fueron escasos y de rango menor, el Ejército no tomó parte en la represión de las manifestaciones populares y fue la policía militarizada de la Guardia Nacional Bolivariana y los “colectivos” civiles los que protagonizaron los enfrentamientos. Tampoco participó durante la jornada en los habituales retenes en las calles como constató, entre otros, Antatoly Kurmanaev, de The New York Times, presente en Caracas y citado por BBC Mundo. La ciudad quedó liberada a los manifestantes desde el punto de vista del Ejército.

El poderío y la fidelidad de las Fuerzas Armadas han sido los cimientos sobre los cuáles el chavismo construyó su poder, y es actualmente la única explicación de que siga al mando.


Con cerca de 2.000 generales, más del doble de los que tienen las fuerzas armadas de Estados Unidos, el ascenso en el escalafón militar ha sido la moneda de cambio que desde la época de Hugo Chávez ha encontrado el poder civil para mantener el respaldo militar. Con el inicio de la crisis económica por la caída del precio del petróleo y tras la muerte de Chávez en 2013, Maduro concedió a los militares el control de los ministerios que manejan la caja del Estado y de la petrolera estatal Pdvsa, como una forma de comprar su fidelidad.

Ahora, con una crisis política, económica y social sin antecedentes, que se suma a la creciente presión internacional que asfixia el funcionamiento de la quebrada economía venezolana, parece ser que al menos una parte de los militares -quienes no quieren ir a la guerra con Estados Unidos- están buscando la forma de deshacerse de Maduro para dar un lavado de cara al régimen, pero de una forma que no se vea como ceder al intervencionismo extranjero ni que implique resignar su cuota de poder.

2 - La gestión diplomática y de inteligencia de EEUU deja mucho que desear

Las declaraciones del jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Mike Pompeo, y del principal consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, permiten inferir que contaron con un pobre manejo de información de inteligencia, o que sobreestimaron su capacidad de incidir sobre los principales actores del poder político y militar en Caracas cuando los acontecimientos se precipitaron.
Los mensajes en Twitter de Bolton prácticamente rogando a la jerarquía militar y al presidente del Tribunal de Justicia a que cumplieran con su compromiso evidencian que esperaban un escenario posterior a la declaración por parte de Guaidó del inicio de la “Operación Libertad” que no se concretó.

 

Tampoco fue muy digna la admisión de Pompeo de que el exilio de Maduro hacia Cuba estaba pactado e incluso tenía un avión en la pista de despegue para llevar al dictador a la isla, que se frustró por la injerencia de Rusia.

“Tenían un avión en la pista. Hasta donde sabemos, estaba listo para irse esta mañana. Los rusos dijeron que debía quedarse”, dijo en entrevista con CNN. Básicamente, un llamado del entorno de Putin fue suficiente para que el plan de sustituir a Maduro se frustrara. Parece que, al menos en este tema, la última palabra la tiene Rusia y los supuestos 20.000 militares cubanos que la Casa Blanca afirma que operan en Venezuela en respaldo al régimen.

 

3 - Guaidó quedó debilitado y pierde pie para la transición

El papel de Juan Guaidó como presidente encargado designado por la Asamblea Nacional venezolana, y reconocido por más de 50 países, sufrió otro golpe con el nuevo fracaso en su intento de tomar el poder real en Venezuela. Ya había fracasado en grande con su frustrada promesa de ingresar ayuda humanitaria -finalmente algo llegó al país caribeño pero por mediación de la Cruz Roja-, y volvió a hacerlo ahora con un alzamiento que buscó poner fin a la “usurpación” del poder por parte de Maduro, con un apoyo militar que fue casi inexistente. El hecho de que ni siquiera lograra ingresar a la base aérea La Carlota deja claro que la rigidez militar venezolana es difícil de romper, por más de que existan fisuras a la interna de las fuerzas armadas y de que los uniformados de bajo rango sufren las mismas carencias que el resto de la sociedad. Las purgas periódicas entre la oficialidad se han encargado de limpiar posibles brotes de insurrección y hace difícil que prenda un movimiento medianamente organizado.

Si existió un acuerdo entre la cúpula militar y judicial para facilitar la salida de Maduro, no está claro después del intento de este martes si Guaidó es el hombre para una transición, y quizás sea necesaria otra figura que asuma ese rol y cuente con el beneplácito de los generales.

 

4 - El objetivo es Maduro

Otro de los hechos que dejó entrever el discurso de la Casa Blanca y de los organismos internacionales como la OEA de Luis Almagro es que a esta altura están dispuestos a tolerar la salida de Maduro sin un cambio del statu quo de poder en Caracas.

O lo que es lo mismo, que el poder político siga en manos de las fuerzas armadas pero sin Maduro en la cima del poder civil. Básicamente implicaría que cambie algo para que nada cambie, pero al mismo tiempo mostrar el hecho como una victoria desde los dos frentes. La Casa Blanca y la comunidad internacional podría decir que consiguieron derribar al dictador, y los militares venezolanos podrían decir que garantizarán la transición hacia un régimen democrático sin derramamiento de sangre.

Un escenario de ese tipo implicaría garantizar la impunidad sobre las violaciones a los derechos humanos protagonizadas durante la represión de las manifestaciones, además de los hechos de corrupción.

5 - La comunidad internacional es un espectador de lujo

 

Grupo de Lima, Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela, Organización de Estados Americanos, Mecanismo de Montevideo, instituciones que preceden al conflicto venezolano o que fueron creadas a partir del mismo- son todos esfuerzos de la comunidad internacional para buscar una solución pacífica en Venezuela. Todos vienen fracasando, y su incidencia en los acontencimientos internos del país caribeño es prácticamente nula. Ni siquiera fueron efectivos para lograr el ingreso de la ayuda humanitaria, mucho menos para conseguir que se convoquen elecciones libres o se liberen a los presos políticos.

Quizás en el único aspecto que posiblemente hayan tenido incidencia y más que nada a influjos de los gobiernos de los países limítrofes como Colombia y Brasil, haya sido en frenar las amenazas de los halcones del gobierno de Trump de una intervención armada en el país, aunque es un escenario que sigue “sobre la mesa”, según se encarga de repetir permanentemente la Casa Blanca.

 

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