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28 de agosto 2018 - 22:17hs

“Son las seis de la tarde y aquí estamos”, comenzó Julio María Sanguinetti hablándole directo a una cámara que lo conectaba con miles de internautas uruguayos. Era la tardecita del 25 de agosto y el expresidente estaba en su escritorio, el lugar de trabajo en su casa de Punta Carretas donde lee diarios, escribe artículos de opinión y conferencias.

Eso fue lo que le explicó a quienes veían el video que el grupo Batllistas estaba transmitiendo en vivo a través de Facebook. “Es la primera vez que nos comunicamos por esta vía y esperamos que salga todo bien. Es una alegría”, dijo y comenzó a responder los mensajes que le llegaban.

El primero fue Andrés que le preguntó si toda inversión de gran porte en Uruguay habrá de requerir “trato preferencial” y contrastó esta situación con la de los pequeños empresarios. Sanguinetti le contestó aludiendo a las políticas que había impulsado en sus gobiernos para favorecer todo tipo de inversión.

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“Acá me dice Juan cuál es mi posición sobre el matrimonio igualitario”, siguió.

El exmandatario saltaba de un mensaje a otro. En algunos casos hacía una crítica a la gestión del Frente Amplio y, en particular, se refería a la administración de José Mujica y, en otros, decidía hablar sobre lo que él había hecho durante su gobierno. Así fue mientras las preguntas eran sobre temas políticos o asuntos sociales.

“Ustedes perdonen pero yo no soy un experto en esto. Me manejo como voy pudiendo”, dijo sobre el uso de la tecnología antes de leer el mensaje de María José de Paysandú quien lo consultó sobre la posibilidad de que existan sindicatos que no fueran marxistas.

Sanguinetti contestó todo, incluso cuando Luisa le preguntó cómo fue que había conocido a su esposa Marta Canessa. Advirtió que sus nietos se reían de la historia que luego se largó a contar. Dijo que su hermana iría al cine con su novio al igual que la hermana de Marta con su novio. Su padre y el “viejo Canessa” le pidieron a Sanguinetti y a Marta que acompañaran a sus hermanas como “chaperones” (un cuidador).

“Ahí nos conocimos los dos chaperones en el cine”, contó Sanguinetti. De ahí en más todo “pasó rápido”. “A la semana ya andábamos medio ahí enredados”, agregó. Salieron un par de veces y no pasaron más de diez días hasta que Sanguinetti decidió que era hora de dar un paso más y le anunció a Marta que hablaría con su padre. “No para pedirle la mano”, se ríe, sino para anunciarle al “contador Canessa” que salía con su hija y no andar a escondida. “Así fue la cosa y acá estamos. Han pasado los años”, culminó el relato diciendo que ya llevan 58 años de casado algo que reconoció como “raro” para los tiempos que corren.

Entre preguntas de cómo achicar el tamaño del estado, si es posible retomar la reforma educativa de Rama o cuál es su visión del voto en el exterior llegó otra pregunta de corte personal.

“¿Le gustan las mascotas?”, fue la consulta particular. Sanguinetti dijo que sí, aunque aclaró que no le gustaba el término “mascota” porque le suena a “adorno”. En cambio, habló del “señor perro” y la “señora perra” que acompañó a su familia durante años. “Son amigos, miembros de la familia, parte importante de la familia”, enfatizó. De hecho, el expresidente recordó los duelos que hicieron en su casa cuando murió Segundo y Rosita. “Ahora estamos con Martín que es una gran compañía”.

En respuesta al mensaje de Gustavo de Lavalleja, Sanguinetti le reveló que estaba haciendo un “esfuerzo grande” a raíz de la decisión de volver activamente a la militancia política. “Es un esfuerzo, no le voy a mentir”, dijo pero reconoció que es lo que más le gusta de la política. A Jorge le contestó que su objetivo era “amalgamar” a mucha gente que estaba cerca del partido pero que no encontraba su lugar.

Que no se arrepintió de la amnistía a los Tupamaros y que el conflicto de la leche debería der una “causa sagrada” para el gobierno dijo antes de contar que ha tenido una vida muy cercana a sus nietos y que jamás escribió a mano, a diferencia de Luis Batlle que así lo hacía en el diario.

Culminó contando que lo primero que hace cuando se levanta es caminar 30 minutos en el caminador antes de prepararle el desayuno a Marta porque es un “varón domado”.

“Hoy vamos a terminar por acá”, dijo seguro de no haber podido contestar la “tormenta de preguntas”.

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