La invasión al Congreso, al Palacio del Planalto y a la sede del Supremo Tribunal de Justicia en Brasilia por miles de bolsonaristas radicalizados fue convocada a través de redes sociales por un denominado “Movimiento Patriota”.
Los grupos de dicho movimiento prepararon la "Toma del Poder por parte del Pueblo" para este fin de semana y viralizaron en las redes sociales la convocatoria. Por extraño que parezca, los servicios de inteligencia no detectaron o al menos minimizaron los preparativos, aunque una versión más conspirativa dice que los dejaron hacer para exponerlos públicamente.
Los asaltantes llegaron a la capital brasileña en las últimas horas en caravanas de micros desde los estados de Espírito Santo, Goias, Santa Catarina y Sao Paulo.
Por añadidura, los asaltantes tenían garantizada de antemano que habría “zonas liberadas” en los edificios gubernamentales por parte del secretario de seguridad del Distrito Federal (DF), Anderson Torres, cuya detención pidieron anoche los abogados del estado.
La intervención del DF hasta fin de mes apunta puntualmente a esa área de gobierno, según el decreto difundido por Lula en su cadena nacional.
Torre había asumido el cargo el lunes ya que hasta el viernes anterior se desempeñaba como ministro de Justicia y Seguridad de Bolsonaro. El gobernador del DF, el también bolsonarista Ibaneis Rocha los exoneró a poco de iniciado el asalto, buscando despegarse del hecho, aunque los comentarios de prensa sugieren que se invetigaría más en profundidad su actitud.
El plan guarda similitudes con el intento de toma del Capitolio en Washington el 6 enero del 2021 al menos en la planificación y la instigación del hecho, en aquel caso por el todavía presidente Donald Trump y en este por el ya expresidente Jair Bolsonaro, quien aseguró mediante tuits ser ajeno a los hechos de violencia.
La diferencia es que el primero buscaba impedir la certificación de la victoria electoral de Joe Biden –que expresó un efusivo respaldo al presidente Lula da Silva y calificó los hechos como “inaceptables” y de “asalto a la democracia—y en este caso se buscó crear un clima de caos que identifican con el lulismo.
El presidente anticipó que su gobierno centrará la investigación de la intentona en los financistas de la operación, y para ello pidió a la Corte el bloqueo de las cuentas relacionadas con la logística de la movilización.
La primera señal de lo que estaba a punto de ocurrir fue el arribo de centenares de bolsonaristas en ómnibus desde otros estados a partir del sábado.
Algunas estimaciones de medios locales hablan de 4 mil manifestantes ataviados con la tradicional camiseta verdeamarela de la selección de fútbol y adoptada por los partidarios del expresidente como un símbolo.
Sin esa planificación y la liberación deliberada de la zona resulta impensable este ataque a los tres Poderes de la democracia brasileña. Sobre todo, teniendo en cuenta que el Congreso, la casa de Gobierno y los Ministerios no son un destino de paseo masivo ni hay viviendas o barrios cercanos,
Algunas imágenes difundidas por los medios registraron a policías militares a cargo de la custodia de la zona grabando con sus celulares la irrupción de los atacantes y rodeados por estos sin atisbos de reprimir el ataque.
"La convocatoria está siendo difundida por el consultor argentino Fernando Cerimedo en su canal de telegram para Brasil", puntualizaron desde la cuenta Antifa Watch.
Se trata del organizador del viaje que Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, realizó a Buenos Aires en octubre pasado, y que anteriormente se desempeñó en la "Campaña Ciudadana por el Rechazo" en Chile. En su portal La Derecha diario dijo que la irrupción violenta en Brasilia de “millones de ciudadanos de derecha” fue para exigir al Poder legislativo “que frene las medidas dictatoriales de Lula da Silva”.
Además de pedir la detención de Torres, la Abogacía del Estado pidió al Tribunal Supremo que ordene el despeje definitivo de los acampes de bolsonaristas en las puertas de los cuarteles.
El Ministerio Público Federal (MPF) pidió al Ejército que adopte “inmediatamente” medidas para desmovilizar el campamento bolsonarista instalado frente al Comando Militar del Este, en Río, según consignó O’Globo.
Los bolsonaristas radicalizados, que ya intentaron tomar una comisaría, quemaron coches y intentaron hacer explotar un camión con combustible para destruir la red eléctrica capitalina, piden desde octubre pasado un golpe de estado que impida lo que ya ocurrió hace una semana: la asunción de Lula.
(Con información de agencias y medios locales)
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