Por Diego Pilsof
Es bien sabido que en tiempos de crisis el ser humano se ve obligado a superarse y buscar métodos más eficaces para realizar las tareas del día a día. La crisis sanitaria y social, que se deriva de la ya declarada pandemia del coronavirus, no es la excepción. Puede que se esté generando un efecto previamente inesperado, ¿será esta pandemia el principio de la revolución del e-learning (o educación a distancia)? Hay tres razones por las cuales creer que así puede ser.
El fácil contagio de esta enfermedad, sumado a la paranoia, ha llevado al cierre de escuelas, liceos y universidades. Incluso ha derivado en que algunos gobiernos exijan que se comience a dictar clases a distancia. El primer resultado de esto es una forzada masividad. Por primera vez en la historia, un público muy amplio debe utilizar esta metodología y podrán aprovechar sus beneficios. Entre otras ventajas, estudios demuestran que un uso activo de la tecnología para aprender promueve la creatividad y habilidades de resolución de problemas (The Guardian, 2018) . Las plataformas educativas se deben, ahora, adaptar para distintos públicos y estos se deberán capacitar en su uso. Las plataformas ya no solo alcanzarán a la minoría que optaba por esta manera de aprender, sino que a toda la población, por lo que será necesario un diseño que esté adaptado y al alcance a todos. Este diseño, quedará luego de terminada la pandemia, universalizando el e-learning.
Todos los residentes de las ciudades “en cuarentena” que estudien deben educarse a través de sus dispositivos electrónicos. A quienes les guste el método y los que no también, porque es la única manera de poder continuar el aprendizaje. Sin dudas se da una experimentación forzada de los más resistentes a este cambio del paradigma educativo. Les dará la oportunidad de conocerlo y adoptarlo si así lo desean. En el futuro cercano, no solamente los que ya lo utilizaban, sino que estos nuevos usuarios se sumarán al público de la educación a distancia. Podrán incluso promoverlo o enseñar por ahí. No se debe olvidar que los educadores también serán parte de esta revolución, por lo que ellos también podrán incorporarlo para dar sus lecciones. Por último, esta masividad e incorporación de nuevos usuarios llevará un testeo a gran escala. El diario americano New York Times establecía al 4 de marzo que había 300 millones de estudiantes sin asistir a centros educativos y estudiando en sus casas (New York Times, 2020).
Muchas personas que no eran usuarios recurrentes encontrarán errores y mejoras posibles llevando a un aumento de la efectividad y eficiencia del e-learning. Este se adaptará y se desarrollarán nichos para intentar satisfacer incluso al público más conservador y detractor. Es probable que haya un desarrollo de las plataformas adaptado a todos los tipos de usuarios.
El coronavirus está teniendo sin dudas consecuencias devastadoras para mercados y la sociedad toda. Pero cabe también pensar en los efectos paralelos que pueden tener estas situaciones extremas. Este podría ser uno, revolucionando el e-learning, para aumentar las oportunidades de una educación de calidad para todos, sin perjuicio de donde hayan nacido o no vivan cerca de una institución educativa de calidad. Este análisis tiene muchos puntos extrapolables al trabajo remoto, pero ese es un asunto para dedicar un análisis particular.
Fuentes de información:
The Guardian
The New York Times
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