Desdolarizacion en el mundo

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Crece el uso de medios de pago alternativos al dólar en los mercados internacionales

A partir de la invasión rusa a Ucrania y las consiguientes sanciones impuestas a Moscú, China y países del Sur global comenzaron a buscar alternativas para mantener el flujo de su comercio, afectado por el congelamiento de fondos rusos y la expulsión del sistema de transferencias SWIFT
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08 de mayo de 2023 a las 05:02

Estados Unidos tiene el privilegio de controlar el sistema financiero mundial, incurrir en déficits federales sin tener que preocuparse por las consecuencias y, literalmente, imprimir billones de dólares de la nada debido a que el dólar es aceptado globalmente como moneda de reserva.

Esta ventaja única también le permite mantener bajo el interés de su deuda acumulada y brindar a sus ciudadanos un nivel de vida que de otro modo no sería posible, afirma Frank Giustra, presidente y CEO de Fiore Group, una firma que maneja un amplio y diversificado portfolio de inversiones internacionales.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha tenido lo que a menudo se denomina un "privilegio exorbitante" sobre la economía global. De la destrucción de la guerra vino el ascenso de Estados Unidos y, con él, la adquisición de la mayor parte de las reservas mundiales de oro y la mitad del PIB mundial. Su riqueza le dio el poder de dictar los términos del Acuerdo de Bretton Woods entre 44 países.

Este acuerdo estipulaba que el dólar estaría vinculado al oro, mientras que las monedas de todos los demás países estarían vinculadas al dólar. La esencia de esto era que el dólar era tan bueno como el oro, respaldado por sus reservas. Los países podían estar seguros de que en cualquier momento podían cambiar sus dólares por oro físico.

Según Giustra, durante algunas décadas, el acuerdo funcionó bien. Pero Estados Unidos comenzó a tener grandes déficits durante la política de "armas o manteca" de Lyndon Johnson a fines de la década de 1960, que llevó a ciertos países europeos, particularmente a Francia, a comenzar a cambiar sus dólares por oro. En 1971, preocupada por el agotamiento de sus reservas de oro, la administración de Nixon tomó la decisión unilateral de cerrar temporalmente su ventana de oro, convirtiendo el dólar en una moneda fiduciaria.

Esto marcó el final de Bretton Woods y marcó el comienzo de una era de tipos de cambio flotantes que aún existe en la actualidad.

Estados Unidos evitó las dificultades económicas de devaluar esencialmente su moneda al implementar el petrodólar. Esta idea simple, pero de gran alcance tuvo importantes consecuencias financieras y geopolíticas. En esencia, Estados Unidos y Arabia Saudita firmaron un acuerdo mediante el cual los saudíes acordaron vender exclusivamente su petróleo en dólares e invertir esos dólares en letras del Tesoro. A cambio, Estados Unidos proporcionó a los saudíes una garantía de seguridad militar estratégica.

El petróleo es la materia prima más comercializada en el mundo, y al fijar su precio en dólares, había una demanda global asegurada de moneda estadounidense.

Pese a la desconfianza y hasta la búsqueda -abortada- de alternativas al predominio del dólar, la política de dólar fuerte de Estados Unidos tuvo éxito durante las décadas siguientes. Pero a fines de la década de 1990, comenzaron dos procesos importantes: la creciente economía de China y el despilfarro de Estados Unidos. A principios de la década de 2000, Estados Unidos había pasado de ser el acreedor más grande del mundo a convertirse en la nación deudora más grande y la Reserva Federal comenzó una política monetaria imprudente que ha durado las últimas dos décadas.

Luego de la crisis financiera de 2008, China se quejó de cómo Estados Unidos estaba devaluando el dólar a través de su gran acumulación de deuda y la emisión excesiva de dinero y comenzó a expresar su deseo de introducir un nuevo sistema financiero global. Con la notable excepción de los países sujetos a sanciones estadounidenses (por ejemplo, Rusia, Venezuela, Irán y Corea del Norte), la idea de un nuevo sistema monetario fue recibida con indiferencia. El concepto de cualquier cosa que reemplazara al dólar fue considerado impensable por la mayoría del mundo desarrollado y casi una herejía por parte de Estados Unidos.

Giustra afirma que, cuando Rusia invadió Ucrania, todo cambió. Estados Unidos y los países de la OTAN no solo impusieron sanciones a Rusia, sino que también congelaron sus reservas de dólares estadounidenses y lo bloquearon del sistema de transferencia de dólares SWIFT.

Al ver una oportunidad, China se dio cuenta y alentó a gran parte del mundo a seguir su ejemplo y buscar alternativas. Si bien Occidente tuvo razón al confrontar a Rusia por su agresión no provocada, subestimó la respuesta global a estas sanciones.

Los países BRICS y gran parte del Sur global se han mostrado reacios a romper los lazos con Rusia por una variedad de razones, desde necesitar su petróleo, alimentos, fertilizantes y equipo militar, hasta aprovechar el Grupo Wagner para contrarrestar los esfuerzos nacionales contra insurgencias locales como en Sudán, Mali y República centroafricana.

Además, muchos en el Sur global han albergado resentimientos de larga data hacia el "orden mundial basado en reglas" retórico de Occidente, que ven como hipócrita y egoísta. La congelación de las reservas de dólares de Rusia y la exclusión del sistema SWIFT también advirtieron a los países que podrían ser los siguientes en la lista.

Los sistemas financieros se basan en la confianza y, si se militarizan, pierden la confianza necesaria para mantener su dominio.

Como tal, en poco más de un período de 12 meses, países de todo el mundo comenzaron a discutir abiertamente la creación de métodos alternativos para llevar a cabo el comercio y la liquidación de exportaciones, así como la reducción de sus reservas de dólares. El papel comercial y de liquidación del dólar es donde se producirá la mayor parte del abandono de la divisa norteamericana y por consiguiente donde la demanda del dólar caerá más precipitadamente, estima Giustra.

Además, los países del BRICS han tenido numerosas solicitudes de nuevos miembros durante el año pasado, con Egipto, Turquía, Argelia y, más recientemente Arabia Saudita, mostrando interés y haciendo declaraciones sobre la creación de una moneda BRICS para competir con el dólar.

Muchos de estos países han aumentado agresivamente sus reservas de oro durante los últimos 13 años, y el tamaño de sus compras se ha acelerado, lo que sugiere que tal vez cualquier moneda nueva podría estar respaldada por oro. Brasil (que ha expresado cada vez más su descontento con el sistema del dólar estadounidense) y Argentina han comenzado a promover la idea de crear un bloque comercial y una moneda sudamericana similar a la Unión Europea y al euro.

La lista de alternativas en dólares es larga y crece a diario. Los ejemplos incluyen a China probando acuerdos de moneda digital transfronterizos con Tailandia y los Emiratos Árabes Unidos, insistiendo en que los países sancionados como Rusia, Irán y Venezuela acepten el yuan como pago por el petróleo.

Arabia Saudita está considerando hacer lo mismo (hay rumores de que Arabia Saudita ya está vendiendo petróleo por yuanes y convirtiendo esos yuanes por oro en la bolsa de Shanghái). India también está comprando parte de su petróleo ruso en dirhams de los Emiratos Árabes Unidos. El método más simple, que se está volviendo cada vez más popular, son los acuerdos bilaterales que utilizan monedas locales.

La gran pregunta sin respuesta cierta por ahora es cómo responderá Estados Unidos a los movimientos para desdolarizar. Cualquier disminución repentina en la demanda de dólares estadounidenses podría tener consecuencias desastrosas para Washington.

Potencialmente, podría desencadenar una crisis del dólar estadounidense que conduzca a una inflación muy alta, o incluso a una hiperinflación, e iniciar un ciclo de emisión de deuda y dinero que podría desgarrar el tejido de la sociedad.

En resumen, cualquier administración de Estados Unidos consideraría en última instancia cualquier movimiento de desdolarización como un asunto de seguridad nacional.

Gran parte de la deuda soberana del Sur global está denominada en dólares, y un dólar sobrevaluado hace que el servicio de la deuda sea casi imposible de pagar en la actualidad. Además, debido a que la mayoría de los productos básicos se cotizan en dólares, muchos países menos desarrollados están importando inflación que, de lo contrario, se acumularía en Estados Unidos.

Por ello, las naciones del BRICS deberían considerar cuál podría ser la reacción de Estados Unidos ante cambios repentinos del dólar. La historia ha demostrado que es excepcionalmente raro que se produzca una transferencia del poder económico mundial sin una guerra importante.

A pesar de la probable oposición de Estados Unidos, la desdolarización persistirá, ya que la mayoría del mundo no occidental quiere un sistema de comercio que no los haga vulnerables a la hegemonía o la militarización del dólar. Ya no se trata de si sucederá, sino de cuándo, predice Giustra.

La alternativa a una trayectoria de colisión entre los países desarrollados y el Sur global podría ser el inicio de un diálogo inclusivo y creíble sobre un nuevo acuerdo global, en el que las principales economías acepten un nuevo sistema monetario (quizás respaldado por oro y/o materias primas) por consenso, incluido Estados Unidos.

La salida ideal sería un proceso que facilite la disminución gradual de la demanda de dólares a lo largo de un período de tiempo, permitiendo que Estados Unidos y otros países se ajusten en consecuencia. Un sistema monetario multipolar podría proporcionar un campo de juego más equitativo para los países más pobres y tal vez brindar al mundo una estabilidad económica y política a largo plazo, aunque esto signifique una caída en el estatus económico y cierta disminución en el nivel de vida de los países centrales.

Lo contrario significaría la aparición de escenarios extremos como los que la Humanidad ha visto y padecido a lo largo de la Historia.

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