Invitación al funeral de Estado de Winston Churchill

Nacional

¿Cuándo fue la última vez que un enviado del gobierno asistió a un funeral de estado en el Reino Unido?

Un presidente uruguayo llegó a Londres el 29 de enero de 1965 para asistir al último funeral de estado que tuvo el Reino Unido antes del de la reina Isabel II
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14 de septiembre de 2022 a las 11:52

El doctor Lord Moran le informó a la reina Isabel II. El anuncio se hizo a las 8:35 y la BBC lo informó alas 9:00. La noticia se difundió a la velocidad de la luz. Se activaron todos los protocolos diseñados hasta el último milímetro bajo el nombre Operation Hope Not (Espero que no). Y entonces el mundo supo: había muerto Sir Winston Churchill en el 28 de Hyde Park Gate luego de un nuevo ataque cardíaco y una trombosis cerebral. "Será recordado mientras se lea la historia", dijo el primer ministro Harold Wilson.

Para un verdadero líder en tiempo de guerra, las honras fúnebres fueron como las que correspondían a un monarca. (Y, de hecho, no hubo un funeral de este tipo durante 57 años hasta el de este 19 de setiembre, cuando el reino despida a Isabel II). Entonces llegó la invitación del Palacio de Buckingham a la embajada uruguaya en Londres para que un representante, y solo uno, del estado uruguayo rindiera honores al exprimer ministro británico en la Catedral de San Pablo el 30 de enero de 1965.

El gobierno uruguayo contestó de forma inmediata a través de su embajador Roberto Mac Eachen. En una nota fechada el 26 de enero de 1965, dos días después de la muerte de Churchill, el diplomático uruguayo le anunció a Lord Chamberlain, el oficial más distinguido de la casa real, que el gobierno uruguayo estaría representado por el presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Luis Giannattasio. El mandatario uruguayo sería uno de los representantes de 120 países que estarían en Londres.

El presidente llegó a la capital británica el viernes 29 de enero en compañía de su esposa Sara Puga, del secretario del Consejo Nacional, Luis de Posadas Montero y del jefe de la Casa Militar, coronel Roberto Rodríguez Ross. En el aeropuerto de Heathrow lo esperaba para recibirlo Lord Hobson, Camarero de Palacio, quien hizo el saludo de bienvenida en nombre de Isabel II. Giannattasio también recibió el saludo del secretario de Relaciones Exteriores, Michael Stewart, a través del diplomático James Joint. 

Ese mismo día el presidente uruguayo acudió a Westminster Hall, donde más de 300 mil británicos habían velado a Churchill durante tres días por decreto real, y "rindió homenaje a los despojos del gran estadista", escribió Mac Eachen en un informe a Montevideo del 4 de febrero.

Al otro día, Giannattasio fue al Palacio de Buckingham donde se formó el cortejo de los jefes de Estado en el mismo momento en que el Big Ben se hacía sentir en Westminster. A las 10:05 en punto partió  la procesión hacia a la catedral de San Pablo, mientras el féretro recorría las calles de Londres recibiendo los honores militares que ningún otro jefe de Estado británico había tenido. 

El ingreso se dio por la puerta oeste en un orden diseñado por el palacio. Primero fueron las autoridades religiosas y luego, en dos filas, los representantes de Estado encabezados por la reina Isabel II (que no solía atender a funerales que no fueran de la realeza) y Felipe, el Duque de Edimburgo. Giannattasio estaba alineado en la misma fila por la que iba Isabel, luego del rey de Dinamarca, la reina de Países Bajos, el rey de Noruega, el gran duque de Luxemburgo y el presidente de Islandia. A su izquierda caminaba el presidente de Zambia. Había más de 3500 personas en San Pablo, entre ellos los ex primer ministro Clement Attlee, Anthony Eden y Harold Macmillan, el presidente francés Charles de Gaulle y el expresidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower.

Una vez que terminó la ceremonia religiosa, los invitados presenciaron desde la escalinata de la catedral la partida de la cureña en dirección hacia el río Támesis para ser cruzado con destino a la estación de Waterloo. Fueron 19 los disparos de la artillería real y 16 aviones de la RAF surcaron los cielos de Londres. 

"Las honras fúnebres tributadas reflejaron, a través de la participación emocionada de las multitudes, no sólo el carácter simbólico y representativo de su figura, sino que por su acongojada solemnidad y austero esplendor, las ceremonias estuvieron a la medida de la grandeza del hombre que, a la vez, se exaltaba y cuya pérdida se deploraba. La procesión por el río tuvo toda la belleza de un mito heroico", escribió Mac Eachen. 

Desde la estación de Waterloo hasta el entierro en la pequeña iglesia de San Martín, próxima al palacio de Blenheim, los actos fueron privados. 

Después de los funerales, la reina Isabel II ofreció a los jefes de Estado un almuerzo en el Palacio de Buckingham al que asistió Giannattasio junto a su esposa, que debió llevar un vestido negro, con o sin mangas, y un sombrero, según marcó el código de vestimenta. En tanto, Posadas Montero concurrió a un almuerzo organizado por el secretario de Estados para las Relaciones Exteriores en Lancaster House. 

Giannatassio y su comitiva estuvieron dos días más en Londres, en donde mantuvo distintos encuentros, antes de retorna a Uruguay.

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