Lali Sonsol será el relator de los partidos de Uruguay en Catar 2022 para Canal 4
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > Lali Sonsol

Lali Sonsol: "Cuando supe que iba a relatar el Mundial tuve un bajón por lo que a mi viejo le habría generado"

El comunicador tendrá su debut mundialista como relator de Catar 2022 para Canal 4: sus expectativas para este estreno, su manera de encarar el relato, y los consejos de su padre Alberto que aplica día a día
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16 de julio de 2022 a las 05:02

En el momento en el que a Alejandro “Lali” Sonsol le confirmaron que sería el relator de los partidos de la selección uruguaya en el Mundial de Catar 2022 para Canal 4, lo primero que sintió fue tristeza. "Cuando lo supe estuve toda la semana siguiente con un bajón muy importante por la felicidad que a mi viejo le habría generado esa noticia”.

Es que en situaciones como esas es cuando Sonsol más extraña a su padre, Alberto, que murió en marzo de 2021 a causa del covid-19. Con él compartía profesión, lugar de trabajo y la pasión por su actividad. Esa sin la que, entiende, no se pueden hacer las cosas.

A la herencia paterna –que está presente incluso en cuestiones como que el estudio de radio de El Espectador desde el que sale al aire cada día lleva su nombre desde comienzos de 2022– Sonsol la nota en momentos en los que no se da cuenta. “Hay algunas expresiones que uso en mis relatos que no tengo claro de dónde las saqué. Cuando viene el lateral tocando con el puntero en zona de ataque, y ya ves que el 9 se va ubicando en el área, digo mucho ‘el centro que se espera, el centro que llega’, y no tenía idea de dónde la había sacado. Después que partió mi viejo, en Twitter se empezaron a compartir algunos de sus relatos, y en un partido de Defensor de la Copa Libertadores, no sé ni de qué año, él lo había dicho. Me quedó en algún lado y la empecé a usar. No es la única”, aseguró.

Salvo por esa semana de sombras, antes y después Sonsol vivió con intensidad la novedad de su debut mundialista como relator. “Empezamos a conversar casi desde que Uruguay clasificó, en marzo. Desde ahí hasta que se confirmó estuve en un torbellino de emociones, sentimiento, locura, ansiedad, que además es mi forma de ser”, dijo. “Y después de esa semana de bajón, ya cuando confirmamos, con el apoyo de mi familia y amigos de a poquito me fui acomodando. Cuando empezamos a filmar publicidades y a hacer fotos, empecé a sentir otra vez la adrenalina y la euforia que me significaba todo esto”.

Sonsol se describe como “un hincha con micrófono” en lo que a la selección uruguaya atañe, ya sea en el fútbol o en el básquetbol, los dos deportes que más disfruta, sigue y que relata tanto en Tenfield como en El Espectador. Y en particular, se reconoce como un obsesivo de los Mundiales, al punto que cuando fue por primera vez a uno, –Brasil 2014, como hincha– se juró que siempre que pudiera no volvería a faltar a uno donde jugara Uruguay. Cree que no hay mejor forma de gastar dinero que esa.

En Rusia 2018 fue como parte del equipo de El Espectador, recorriendo el gigante euroasiático junto a su hermano menor, Diego, para el programa Tuya y mía, que conducía el padre de ambos. Y ahora irá a Catar como uno de los relatores de la televisión abierta, algo que todavía le sorprende, pero que también le hace disfrutar.

¿Ir a Catar es una forma de terminar de afianzarse como relator?

Mi carrera tuvo un salto a través de la forma menos deseada, que fue a partir de la partida de papá. Ahí empecé a sentirme más protagonista del ambiente, y fue también un cambio en la percepción que la gente tenía de mí. Esto es indudablemente un sueño cumplido, aunque pensé que primero se iba a dar en radio. Tengo 30 años, y pienso qué rápido se dio todo. Hace ocho o nueve años no sabía qué iba a hacer con mi carrera porque no encontraba los medios para volcar lo que yo creía que tenía para dar. La verdad es que estoy como loco: por un lado no lo creo, por otro lado me proyecto permanentemente cómo será. Cuanto más pienso es peor, porque al fin y al cabo voy a tener que dejarme llevar por mi corazón. Tengo muy claro que voy en el rol de hincha con micrófono, porque no podría relatar a Uruguay como quien relata un Fénix - Boston River o un Peñarol - Nacional. Ahí hincho por el partido, quiero drama, goles, que pasen cosas raras. Cuando relato a Uruguay soy el más hincha de los hinchas y no concibo vivirlo de otra manera. 

¿Pensaba que la oportunidad iba a llegar primero en la radio porque en televisión tiene menos rodaje?

Son oportunidades que van surgiendo y no dudo en decirles que sí. No se me ocurre pensar que no estoy preparado. Seguramente no esté preparado para relatar a Uruguay en un Mundial, pero tampoco lo voy a estar en diez o quince años. Es algo que hay que dejar que fluya. Considero que no he llegado a mi mejor punto como relator de fútbol en televisión, pero creo que hay una evolución muy grande comparado a cuando arranqué. Confío en el tiempo que he trabajado y todo lo que puedo seguir mejorando de acá al Mundial, y no para ser el mejor, sino para sentir que estoy dando todo lo que puedo dar. Eso lo aprendí de mi viejo. Cuando empecé a relatar por televisión, él me dijo algo que le decía a cada uno de los compañeros que se incorporaban a la radio: "si hablás poco, la cagás poco". Como diciendo "no te hagas el Messi en la primera práctica, preocupate primero por cumplir". Y estoy en eso. 

En medio de esas dudas sobre la carrera que mencionó, ¿pensó alguna vez en dedicarse a otra cosa?

Sí, lo pensé. Estaba terminando la carrera de comunicación pero no encontraba un trabajo estable. Más allá del respaldo de mi viejo, que siempre me dijo "si te gusta esto, morí con esto que ya te van a llegar las oportunidades", estaba inquieto porque veía que mis amigos ya empezaban a tener trabajos consolidados y yo tenía lo mío como para costear mi día a día, pero no veía una proyección a futuro. Tenía incertidumbre y una impotencia por percibir que tenía condiciones para empezar a trabajar y no encontrar dónde. Solo hacia algunas cosas en las transmisiones de básquetbol de Sport 890, en un espacio que dirigían mi viejo, Federico Buysán y Diego Jokas. En ese momento me planteé emigrar. No sé si de forma definitiva, pero un tiempo me hubiera ido. No lo hice porque entendí que mi base de datos de 21 años como hincha yendo a todas las canchas no la podría haber adquirido en ningún otro país. Esto era lo que me apasionaba desde que a los 13 o 14 años me di cuenta de que no iba a poder ser jugador de fútbol. Quería ser arquero, pero no tenía ni las condiciones, el físico, ni nada. En ese momento me empecé a proyectar como periodista deportivo.

¿Qué le hizo cambiar de opinión?

En 2017 me cambió radicalmente la vida y la carrera cuando mi viejo se va de la Sport y pasa a dirigir el deporte de El Espectador. Lo primero que me dijo fue "vas a ser mi mano derecha, porque sé lo que podés dar". Ahí generó eso de "el acomodado". Mi argumento fue siempre el mismo: si mi viejo se iba a someter a que por poner a su hijo el producto fuera un desastre, no lo hubiera hecho.

¿Cómo recuerda su primer relato?

Fue en la Sport 890, cubriendo básquetbol, como enviado en una cancha. Ahí con suerte te toca relatar los últimos tres o cuatro minutos, según el trámite del partido. Mi primera salida al aire fue el 6 de diciembre de 2011, no me olvido más: Bohemios le ganó a Aguada de visitante. Y en diciembre de 2014 me convocan para relatar por primera vez un partido central de la transmisión. Larrañaga - Cordón en cancha de Capitol, se definía un ascenso de tercera a segunda división. Me fui con el pecho inflado pensando "qué bien lo hice", y hoy escucho ese relato y digo "fah, faltaba". Pero fue imborrable. El primero de fútbol fue un clásico de verano en enero de 2019, en el Centenario, que también fue el primer relato de papá en Tenfield. Ganó Peñarol 2 a 0, y al poco tiempo se jugó la Supercopa que ganó Nacional. Eso es algo que como relator te deja tranquilo, una victoria de cada grande enseguida, para no quedar marcado (risas). 

SU padre decía sin problemas que era hincha de Peñarol y Atenas. ¿Se considera hincha de algún equipo?

Si te digo que soy hincha de un cuadro, le estoy faltando el respeto al hincha. Porque he ido a la cancha a relatar partidos deseando que el cuadro del que era hincha de niño perdiera. Por el bien del campeonato y de la transmisión. Creo que no vale la pena que lo diga, prefiero guardármelo. Probablemente el día de mañana lo pueda manifestar como quiero que se interprete. Pero mi viejo, de niño, me llevaba a ver a Peñarol, a Nacional, y en las copas internacionales, si jugaba un equipo uruguayo, fuera Nacional, Peñarol, Liverpool, Wanderers, Danubio, el que sea, iba siempre a favor. No me siento hincha de ninguno, en algún momento sí lo fui, pero no sé si era hincha del equipo o de la experiencia de ir al estadio con mis amigos. Siempre con mucha distancia y sin ser "anti otro" ni mucho menos. Nunca entendí el fútbol con esa lógica de enemigos.

¿Cuál es la clave de un buen relato?

Mi viejo tenía una frase –perdón que lo cito permanentemente, pero soy su total discípulo– que era "no puedo pretender emocionar si yo no me emociono". Gran verdad. Pero hay partidos que te toca relatar que no generan emoción alguna. En la radio, si te toca un 0 a 0 espantoso y aburrido, tenés que tener ingenio para que la transmisión sea entretenida. Creo que en radio sos mucho más el conductor de la transmisión que el relator. Si el partido es aburridísimo, no puedo estar repitiendo "saque de arco, lateral, jugador lesionado", porque se duerme la gente. Pero no podés perder de foco el partido: en un 0 a 0 aburridísimo, de repente uno la agarra, elude a tres y la cuelga del ángulo. No te podés perder eso por estar diciendo tonterías.

En una entrevista de 2021, en Espíritu libre de Radio Cultura, dijo que había tenido que trabajar la respiración para relatar. ¿Qué hizo?

Por la cantidad de relatos semanales empecé a sufrir un poco de la garganta: los viernes hacía básquetbol, sábado y domingo fútbol, lunes y martes básquetbol de vuelta, y ya estaba bastante cascoteado. Iba a relatar sabiendo que no estaba al 100%, lo cual no es cómodo para el relator, y seguramente tampoco para la audiencia. Consulté con un otorrino, me hicieron una laringoscopía, que debe ser el peor estudio al que me sometí, te duermen la garganta y te encajan un tubo hasta la úvula. Espantoso. Y me dijo que no estaba mal pero si no empezaba a hacer algo ahora que todavía soy joven, se me iba a complicar. Fui a ver a una fonoaudióloga que en seis meses de tratamiento me enseñó y me explicó un montón, y a partir de ahí nunca más tuve problemas. Tomo algún remedio y vengo impecable.

Para relatar: ¿fútbol o básquetbol?

Creo que el básquetbol es más entretenido, porque no existe ese 0 a 0 aburridísimo que te podés comer en el fútbol. Aunque el partido de básquetbol sea muy malo, si los dos equipos juegan mal, la paridad hace que la transmisión sea interesante. Pero reconozco que el fútbol genera cosas que el básquetbol nunca podría. Por ejemplo, una final de Mundial, aunque no la juegue Uruguay, me sacude mucho más que un partido por la medalla de oro en básquetbol en un Juego olímpico. En la cotidiana quizás me divierte más el básquetbol, pero en las grandes citas al fútbol no hay con qué darle.

¿Y para ver?

En la misma línea. Si me encuentro un Betis - Valencia por la cuarta fecha de la Liga española, no sé si lo miro entero. Pero si cambio de canal y hay un partido de básquetbol de la cuarta fecha de la liga española, me cuelgo a verlo. Pero si es una final, me quedo con el fútbol. 

¿Un relato que lo emocione?

El de Víctor Hugo Morales del gol de Maradona en el 86 lo tengo a flor de piel, porque todavía no lo puedo creer. Es como que el tipo ya supiera que Maradona va a hacer todo eso. Desde el momento que la agarra y dice "arranca por la derecha el genio del fútbol mundial" ya te prepara. Algo que he conversado con amigos, que me escuchan en algunos partidos y después lo ven entero repetido, me dicen "me pintabas que fue un partidazo y fue un desastre". Les explico que el relator piensa siempre que la jugada que viene va a ser gol, entonces si el puntero llega hasta el fondo y levanta un centro y digo "va hasta el fondo, viene el centroooo" y el centro es espantoso, si lo estás viendo en la tele decís "no pasó nada". Pero en el relato, si lo tiraba bien y el cabezazo termina adentro, ese centro lo tengo que disfrazar como si fuera el centro de gol. Nunca sé cuándo va a ser gol, y el relato es uno solo.

A Canal 4 llegó para hacer Vamo’ arriba que es domingo, un programa de entretenimiento. ¿Le interesaba explorar esa faceta?

Me divierte muchísimo, me encanta hacer algo completamente diferente y me siento muy cómodo. Entre junio y agosto del 2021 hice un ciclo de entrevistas en Instagram que se llamaba Vivo de lo que amo, inspirado en una frase de mi viejo, que era "vivo de lo que pagaría por hacer". Estaba con ganas de hacer otras cosas y de mostrarme en otra faceta, entonces se me ocurrió eso, que surge a raíz de una idea de Patricia Wolf mientras filmábamos un comercial para Supermatch. Cuando me junto por primera vez para conversar de Vamo’ arriba que es domingo, me dicen "queremos que seas el Lali de Instagram". Me pareció fantástico, porque cuando te dicen que seas vos no tenés como errarle.

¿Le interesaría un programa propio de ese estilo?

No lo descarto. Estoy abierto a todo porque creo en los comunicadores integrales, los que logran que alguien se entretenga con lo que uno dice o hace. Por entretener no digo estrictamente divertir, porque vos podés ir al cine y llorar, y te entretuviste. Cuando un comunicador logra eso y te genera algo, así sea que te de ganas de romper la tele, me dan ganas de seguir abordando distintas instancias de la comunicación. Me gusta mucho la entrevista, me gusta mucho el entretenimiento, son varias las aristas que me gustaría seguir. A veces me pregunto si es posible lidiar con todo, pero me iré dando cuenta con el tiempo.

¿Cómo se lleva con la etiqueta de ser “hijo de”?

La comparación se la dejo a la opinión pública, no me meto en esa. Incluso cuando él estaba, yo decía que al margen de las puertas que el apellido me puede abrir, porque hay que ser muy necio para no darse cuenta de eso, lo más lindo fue haber tenido a uno de los mejores profesores las 24 horas a mi disposición. Compartíamos tiempo mirando y escuchando cosas donde él me daba sus apuntes de por qué le gustaba tal periodista o un programa, y tal no. Y después tuve una experiencia todavía más personalizada con las primeras veces que salí al aire. Cuando cortaba con la radio después de hacer el informe de la cancha, inmediatamente me llamaba él para decirme "muy bien acá, muy mal acá, fijate el ritmo, fijate el tono, tenés que pensar en el tipo que está acostado en la cama y estuvo todo el día laburando, y si vos le hablás de porcentajes en una cancha de básquetbol capaz que no te entiende". Cuando empezamos a trabajar juntos, íbamos a la pausa y enseguida me decía "cómo vas a decir eso, en esto otro estuviste bárbaro". La mochila de ser el hijo de no la siento, quizás sí un poco cuando él estaba con nosotros, pero creo que fue tal la manifestación de amor que recibimos como familia ante su partida inesperada que es como que hasta la propia opinión pública me saca de ese lugar de alguna manera. 

¿Cuál de sus consejos tiene presente todo el tiempo?

Más que un consejo es una palabra: fuego, que es como él llamaba a la pasión. Si no hay fuego no sirve para nada. Y estoy convencido de que la comunicación me apasiona. 

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